Una huérfana es llevada a un orfanato luego de perderá sus padres en un fatal accidente. Con el pasar de los años, solo quiere un sueño, ser novicia. Pero es destino quiere algo más.
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Un ascenso
-¡Pilar!. César ha gritado esta vez.
Pilar rueda sus ojos a un costado, arregla su blazer y abandona a Alfredo quien tiene cara de querer matar a su amigo.
-Dígame señor Steven. Pilar entra con un aire tranquilo como si nada hubiese pasado hace un momento. Por el contrario, César parece haberlo pasado una locomotora.
-Necesito que presente usted el informe por mi. César está seriamente afectado.
-¿Le sucede algo señor? Pilar empieza a preocuparse por él, por más que le inspirara pensamientos asesinos, siempre su yo interno despertaba a servir .
-Sucede que no he podido concentrarme, no tengo puta idea de lo que hay aquí. Solo preséntalo por Dios.¿por qué hace preguntas? Solo limítese a obedecer.
Un ligero sentimiento asesino aparece en los ojos de Pilar, uno que disipa porque aún no logra entender qué diablos le sucede a ese hombre. -Pero señor acabo de explicar hace un momento , estaba por terminar.
-No logro atar una sola sílaba. César está angustiado. Toma su copa y se sirve un vaso que lo toma en un solo sorbo.
-Señor Steven, no creo que la solución esté en tomar de esa manera. Pilar ahora sí lo desconoce.el “patán “ tal y como siempre le llamaba desde las penumbras de sus pensamientos era uno totalmente irreconocible a sus ojos.
-Claro que no, Cesar se ha tomado otro trago y se acerca a ella señalando con su dedo índice. - Tú eres mi solución. Los ojos de César habían cambiado, se tornaron oscuros y sedientos , unos ojos que eran nuevos a Pilar.
Pilar temió por un momento, ¿a qué se refería con esas palabras?. Su cercanía la hacía temblar como una hoja de papel y por inercia daba un paso atrás.
César al ver el temor en los ojos de Pilar , se detuvo, bajando su rostro , dando la espalda. -Eres mi solución para presentar el informe. Yo solo quiero irme de aquí.
Necesitaba salir de allí, no podía controlar su yo interno, aquel que le gritaba a viva voz que se acercara a aquella fuente de agua viva y tomara de ella, que supiera de su sed y fuera la salvación de su alma y vida.
-Señor, no creo correcto que usted siendo el gerente se ausente de la junta, no sería bien visto por los inversionistas. Le recomiendo que deje de tomar. Pilar ha apoyado su mano en el brazo de César deslizando su mano hasta la copa de licor. Aquel roce despertó en Cesar una intensidad que quería reprimir a toda costa, aquella mujer le estaba poniendo más que al límite y ella no tenía conciencia de nada.
-No tome más. Pilar ha puesto el vaso de licor en el escritorio y ha soltado suavemente su mano del brazo de César.
-¿Y si no lo hago?. ¿Quién te crees para decirme lo que tengo o no qué hacer? César ha tomado nuevamente el vaso tomando de él lo poco que quedaba. Quería retarla, que sufriera como él, pero solo conocía una forma de hacerlo.
-Si no lo hace, no presentaré el informe y renunciaré. Pilar espera su contraataque, la actitud de César le recordaba al pequeño Luis, un niño del orfanato. Terco pero dedicado. ¿Quería provocarla? Ella no se la dejaría fácil.
-¿Me está chantajeando?. César se acerca a ella tanto que pueden compartir su aire, uno que los dos lo angelan, uno consciente de ello , la otra, experimentando aquel corazón desbocado que quiere salir de su caja torácica.
Pilar había perdido espacio y ahora estaba acorralada en la pared por este gran hombre altivo y soberbio. Momentos pasaron por su mente al ver aquellos carnosos labios y un pensamiento lascivo la invadió. Pero él estaba tomando y ella no sería la presa de aquel león hambriento.
-Tómelo como quiera. Verá, usted me tiene al borde de un colapso. Usted y sus estados de ánimo me van a enloquecer. No tomará más y es mi última palabra. Pilar rapa el vaso de la mano de César y éste le toma del otro brazo sujetándola fuertemente con su pecho.
-¿Como yo quiera?. César bajó su vista a sus deslumbrantes ojos ámbar, descendió sin pudor a su boca y pronto a su pronunciado pecho. Pilar desconocía todo aquello que sucedía dentro de ella. sus emociones ardían, su razón le impedía. Aquel hombre era el mismo infierno y le atraía su fuego. Quiso zafarse sin ningún éxito.
-Le exijo que me suelte. Replicó Pilar desconcertada, inquieta y delirante porque desconocía su cuerpo y la respuesta del mismo ante aquel hombre. Sus pezones erectos, sus manos temblorosas y sus bragas ligeramente mojadas la delataban.
-La quiero a usted. César le susurró al oído haciendo que una corriente eléctrica traspasará todo su cuerpo . Su voz fue gentil y generosa . Poco a poco soltó del agarre a Pilar , su mano apretó la mejilla y acercó sus labios a los suyos.
Un beso suave, puro y transparente fluía entre ellos, uno con poca precisión. Era el primer beso de Pilar, su primera caricia. César exploraba sus delicados y dulces labios queriendo más. Pilar se separó de él sin siquiera entender lo que acababa de suceder, quería más pero no podía permitírselo, era injusto para ella,no desconoce los efectos que aquel hombre causaba en ella pero cuándo sucedió que él sintiera algo por ella. Es un hombre orgulloso, ambicioso y poderoso. Recobro el aliento y decidida lo confronto.
-No tome más señor Steven. La reunión empieza en cinco minutos. Sus palabras sonaron vacías y sin ningún sentido. Pilar salió de allí desconcertada y abrumada, se desconoce enteramente. Siempre pensó ser una persona totalmente racional y objetiva , hoy su carne le había jugado la peor de las bromas. Ella jamás permitiría que un hombre le hiciera perder sus estribos y su mayor anhelo, servir al Señor.
Al salir Pilar, César se sintió devastado y confundido. Su experiencia le hacía reconocer que aquel beso era tal vez el primero en Pilar, aquellos pensamientos les satisfacían su hombría, su corazón saltaba de felicidad, luego recordar aquellas palabras la hacía sentir que tal vez era para ella un chiste de mal gusto. Eso no lo permitiría. Su corazón ya había sufrido una vez , no volvería a pasar.
Cinco minutos después César se reunió con la junta y sus socios. Allí estaba ella, espléndida, toda una divinidad. César se reprochaba al verla siempre como una inmaculada. Si ella hubiera optado jugar un juego donde él sería el payaso que movería a su antojo, él no permitiría que ella lo burlara sin tener su merecido. En la junta se exhortó a la eficiencia de Pilar y su pronto ascenso digno de sus méritos. Todos la elogiaban, incluyendo a Alfredo Fox, su mejor amigo, quien no desaprovechó la oportunidad para alargarla y estar cerca de ella. Eso enfureció a César quien desde lo lejos veía la fluidez de su charla y las continuas sonrisas de una conversación amena y plácida. César estaba que se lo llevaba sus demonios. Pronto dejó la sala despidiéndose de algunos accionistas y haciendo su llamada de rutina.
Una mujer le esperaba en el habitual hotel de la avenida. Allí aparcó su auto, descendió y entró al hotel sin ningún apuro. Esta vez a diferencia de las otras veces, unos paparazzis lo seguían. Estuvo el tiempo suficiente y salió más tranquilo. Un día después sería la comidilla de la ciudad.