El Peso De Tu Mirada.

Penélope se despertó, con los ojos hinchados luego de estar llorando la noche anterior, ese día no iría a trabajar pero tampoco saldría de la casa. Se sienta en la cama y observa por la ventana la decoración que hay en el patio, y recuerda todo lo que paso ayer a la noche durante la cena. Escucha que alguien golpea la puerta de su habitación, y al no recibir aprobación para pasar la puerta se abre dejando ver a su tío con una pequeña bandeja en su mano con una taza y galletas.

—Buenos días, Penni. — se sienta en la cama. — ¿Cómo estás? —

—Buenos días, para ti también tío. — ella recibe la bandeja y sujeta la taza. — Me quiero mudar. —

Aquella noticia fue un gran golpe para tu tío, saber que su única sobrina quiere marcharse de su casa, le dolía pero sabe que si se queda sería aumentar su dolor. Sonríe al ver los ojos hinchados de Penélope y asiente.

—Te ayudaré lo más que pueda. — respondió.

—Gracias tío. — ella bebe del té.

—Ahora tienes que ir a trabajar, o sal a caminar pero no te quedes aquí, ellos volverán en dos horas y quieren hablar contigo. — advirtió, mirándola a los ojos.

—Está bien, ahora mismo me preparo. —

Cuando su tío salió de la habitación, Penélope se levanto de la cama para cambiarse de ropa, maquillarse como solía hacerlo, buscar sus borcegos, tomar su mochila, celular, auriculares y salir de la habitación, cerrando la puerta con llave. Su tía que se encuentra afuera de la casa junto con Gloria y su novio James, no la escuchan salir.

Cruza el portón y corre hasta la parada de autobús, moviendo sus piernas de manera nerviosa. Se levanta al ver que el autobús se aproxima, lo aborda y deja que la lleve, sin importarle nada. Es día solo buscaría la manera de despejar su mente mientras busca una linda casa en la cual vivir y si es lejos de sus abuelos, sería mejor.

Luego de viajar por casi 6 minutos, se baja en una gran calle, y reconoce algunos locales y resulta que el autobús dio vueltas, pero ella no lograba reconocer. Camina por esa gran calle mirando los locales, en especial los locales de ropa. Se detiene en uno en donde reconoce, el rostro de Dennis, nota que le sonríe a una chica de vestido rojo, de manera coqueta mientras que firma algo y finge hablar por teléfono. Sonríe de lado y continúa caminando, a pesar de no querer tener relación con él no puede quejarse de que a veces piensa en las pequeñas peleas que tiene con él y como fue su reencuentro.

—Todo un pendejo. — camina lento.

Pasa por enfrente de un local, y se detiene al escuchar música, pero no era cualquier música. Mira por a través del vidrio y ve a dos chicas bailando en un caño, con música sexy. Ella en Argentina no tenía tantos obstáculos para hacer algo que le llamara la atención.

Continúa caminando, y se cruza con un restaurante se mira la ropa y decide entrar, se sienta en una silla cerca de la ventana y espera a que el mesero. Cuando llego su hora pidió para comer pero el mesero, no dejaba de mirarla sorprendido, antes que volviera el mesero, Dennis y con la misma chica con la que coqueteaba, entrar al lugar y piden una mesa. Cuando aquel mesero regreso con Penélope, ella dejo de sonreír.

—Disculpe, señorita pero hubo un error y tiene que despegar la mesa.— aviso, poniendo sus manos detrás de él.

—Ah, entiendo. ¿Tendrá otra mesa desocupada? — pregunto.

—Lo siento mucho, señorita. — se disculpa.

Penélope sale del sitio, molesta pero sobre todo dolida, se acomoda la mochila, se coloca los auriculares y camina con la mano en los bolsillos, escuchando música esperando a que el día acabe. Al caminar llega a una plaza y se sienta en el pasto, de su mochila saca un libro y comienza a leerlo.

En el restaurante, Dennis habla con la chica bonita con la que llego, ella de manera coqueta acaricia su mano, y por debajo de la mesa con la punta de su pie, acaricia su pierna. Aunque la chica que tiene en frente Dennis no podía dejar de pensar en cómo Penélope se marchaba molesta, llama al mesero.

—Sí señor. —

—¿Por qué se fue la joven? — pregunto haciendo sentir incómodo al mesero.

—¿Disculpe? —

—Sé muy bien que es mesa no estaba reservada. ¿Por qué se fue la chica? — su tono de voz cambia.

—El gerente me dijo que la echar. — su mirada se relaja, y aprieta los diente.

—Gracias. — se quita la servilleta del cuello y se levanta. — La cuenta la pago yo, y lo siento mucho Flor, otro día será. —

Sale del lugar, y camina rápido por la calle buscando a Penélope pero no tiene éxito a lo lejos ve a Evan corriendo hacia la playa y evita que este lo vea.

 Cuando este pasa de largo, Dennis aprovecha para continuar con su camino y encontrarse con la plaza y ver a lo lejos a Penélope sentada en el suelo, leyendo y escuchando música, camina con cuidado para que ella no se diera cuenta. Se sienta detrás de ella y espera a que termine. Dennis observa con cuidado el perfil de la joven, y sonríe por las expresiones que hace al leer con detenimiento el libro, pero se da cuenta de que no está leyendo, sino que está corrigiendo, con algunos marcadores en su mano y un lápiz en su boca, este ríe llamando la atención de la chica.

—¿Qué haces aquí? — pregunto, guardando el libro.

—Estoy descansando luego de comer. — bromeo. — ¿Y tú qué haces? ¿Has comiste Croissant? —

—Me hubiera gustado, que te atragantaras con la comida. — comienza a guardar todo.

—Bueno pero no se pudo… ¿Ya comiste? — se levanta a la par de ella.

—Que te importa, metido. — expreso levantando el tono de voz. — ¿Por qué no vuelves con la cara bonita? —

—Pero ella está trabajando… — camina detrás de Penélope.

—¿Qué es lo quieres Dennis? — hablo cansada, girando de golpe.

—Solo quiero que comas algo. — respondió, quitándole la mochila de la mano.

—No quiero comer. Quiero dormir. — Dennis la mira a los ojos. — No me mires así. —

Dennis conoce esa sensación, el también fue un chico con peso cuando era niño, conocía esa sensación de tener hambre y dormir para calmarlo, pero no quería que esa sensación se incremente con la mente de Penélope. Respiro profundo, se acerca un poco más a ella tomándola de los brazos, mirándola directo a los ojos.

Aquella sensación provoca escalofríos en el cuerpo de Penélope, las grandes manos de Dennis sujeta sus brazos sus mejillas se tornan rojas y el calor sube por su cuerpo. No puede apartar la vista, de los hermosos ojos de aquel hombre que una vez se burlo de ella, pero no contento de solo tenerla cerca Dennis, lleva una de sus manos a la mejilla de Penélope, la cual acaricia con dulzura y delicadeza. La diferencia de altura se vuelve notable cuando la Dennis intenta acercarse a los labios de Penélope.

—¿Qué estás haciendo? — lo aparta.

—Lo siento. Creí que tenías una pelusa. — se defendió. — Vamos tienes que comer. —

—Puedes dejar de ser tan peso… — se suelta y le quita su mochila. — No pienso volver a ese patético lugar. No voy a volver a pasar vergüenza. —

—Estoy intentando de ser amable, por que te haces la difícil. — levanta la vista y ve a un grupo de chicas.

—Creo que el patético eres tú. — pasa por su lado.

Penélope, en un acto molesta levanta la mochila y se la lanza a la cabeza golpeándolo en la nuca, la mochila cae al suelo y ella se acerca a levantarla. Dennis se gira para mirarla, pero para su sorpresa ve a una Penélope, con los ojos con lágrimas, sintiéndose culpable por su dolor. Se acerca a ella pero Penélope se aleja y comienza a caminar en dirección contraria.

—Croissant, perdóname no quería decirte eso. — ella lo ignora. — ¡Penélope! —

Sin decir nada, la sigue por detrás como aquella vez en la costa de la playa, en silencio con cada paso que ella de, él la seguirá. La noche estaba llegando y Penélope no dejaba de caminar, el celular de Dennis vibra en su bolsillo pero lo ignora, no quería perder de vista a la niña que lastimo con su comentario. En unos cuantos pasa más, el celular de ella suena pero no contesta. Dennis no aguantó y corre hasta ella para atender por ella.

—¿Hola? —

—¿Penni? ¿En dónde estás? —

—Hola Sofía, soy Dennis ella está conmigo… perdón por retenerla. — se disculpa, sujetando la mano de Penélope.

—Dennis, podrías decirle que nosotros tenemos que salir por una semana, Gloria tiene competencia de Vóley y tenemos que viajar hasta Venecia. —

—Claro yo le aviso. — se corta la llamada. — Creo que tendré que cuidarte. — pensó, metiendo el celular dentro la mochila.