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Los Que Imitan

Los Que Imitan

Status: En proceso
Genre:Terror / Apocalipsis
Popularitas:427
Nilai: 5
nombre de autor: jose yepez

En un mundo donde la posición del ser humano en el planeta se ve amenazada por intrusos desconocidos que intentan ocupar su lugar, este diario que acabas de encontrar contiene en el las voces de aquellos que no quieren quedar en el olvido

NovelToon tiene autorización de jose yepez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

14/04/2026

Vi ropa colgada entre dos postes de luz oxidados.

Ropa limpia, ondeando suavemente con la brisa como una bandera imposible en este paisaje de muerte. Por un instante creí que era una trampa, una ilusión, un truco de mi mente desgastada por el hambre y la soledad.

Pero era real.

Me acerqué, moviéndome entre las sombras, cada músculo de mi cuerpo tenso y preparado para huir. Cada paso se sentía como un riesgo calculado, un salto hacia lo desconocido. La calle estaba vacía, y solo el silbido del viento interrumpía el silencio aplastante. No encontré a nadie. Solo la ropa: camisas, pantalones, un par de calcetines colgados con pinzas improvisadas hechas de ramitas. Las prendas se balanceaban con una tranquilidad que contrastaba con mi pulso acelerado.

Me agaché, recogí una piedra, la giré entre los dedos. Cualquier cosa podía ser útil, o peligrosa. El olor a polvo y moho impregnaba el aire, pero también había un leve aroma a jabón, casi imperceptible, que me convenció de que alguien había estado allí no hacía mucho. Esa certeza me mantuvo alerta. Observé a mi alrededor, escudriñando cada rincón, cada ventana rota, cada puerta entornada. Todo parecía contener una historia que yo no conocía.

Dejé un mensaje en la pared rota de un edificio cercano, usando un trozo de carbón que encontré entre los escombros:

"Si lees esto, no estás solo. Yo tampoco."

Las letras eran torpes, temblorosas. No por la falta de práctica, sino por la ansiedad. Por el miedo de que, quizás, ese mensaje fuera lo último que alguien leería. O lo último que yo escribiría.

Durante toda la mañana me quedé cerca, escondido entre los restos de una cafetería derrumbada. Había mesas volcadas, tazas rotas en el suelo y una máquina de café oxidada cubierta por una gruesa capa de polvo. Observaba, esperaba. Pero nadie apareció. No hubo pasos, ni voces, ni siquiera un suspiro humano. Solo el viento y el sonido de una puerta oxidada que se balanceaba lentamente, golpeando el marco con una cadencia espeluznante.

El sol se alzaba lento, como si le costara atravesar el cielo cubierto de polvo. Las sombras de los postes y las ruinas se alargaban sobre el pavimento agrietado como dedos deformes. Sentía el estómago vacío gruñir en protesta, pero me obligué a esperar. No podía abandonar tan fácilmente un lugar que, aunque silencioso, mostraba señales de vida reciente. La ropa limpia. El aroma tenue. El orden de las pinzas.

Finalmente, el hambre fue más fuerte. Decidí explorar los edificios cercanos. El primero era solo un montón de piedras y metal retorcido. No quedaba más que el esqueleto de lo que pudo ser una tienda o una pequeña casa. El segundo, un viejo edificio de oficinas, aún conservaba parte de su estructura. Subí lentamente las escaleras corroídas, pisando con cuidado cada peldaño que crujía amenazadoramente bajo mi peso. Cada paso era una decisión entre avanzar o retroceder.

En el tercer piso encontré señales.

Una manta doblada junto a una hoguera improvisada. Latas vacías apiladas en orden. Rastros de humanidad en medio de la ruina. Un orden inquietante. No era el caos de alguien desesperado, sino el rastro de alguien que aún intentaba mantener la cordura. Me arrodillé junto a la manta, la toqué. Fría. El polvo que cubría todo me decía que hacía días que ese alguien se había ido.

En una de las paredes, escrito con un líquido oscuro que parecía jugo de moras, había un mensaje que me hizo estremecer:

"Rumbo al norte. Dicen que hay un refugio."

Y debajo, con letras más apretadas, casi una advertencia desesperada:

"Cuidado con los que imitan."

Me quedé mirando esas palabras durante minutos, sintiendo cómo el peso del miedo se asentaba más profundo en mi pecho. Palabras simples, pero con un eco siniestro. ¿Imitar qué? ¿A quién? ¿A nosotros?

No estoy loco.

No soy el único que lo ha visto.

No estoy solo en esta pesadilla.

Cuando salí del edificio, el sol comenzaba a ponerse. Las nubes se teñían de un rojo oxidado que parecía sangrar sobre las ruinas. La ropa seguía allí, ondeando como fantasmas silenciosos en el viento. No sé si volveré a encontrar a quien la colgó.

Quizá fue una despedida.

Quizá una trampa.

Quizá solo alguien, como yo, buscando desesperadamente una prueba de que aún hay vida.

Antes de marcharme, reforcé el mensaje en la pared. Repasé cada letra con firmeza, como si eso pudiera garantizar que alguien más lo leyera.

Una voz más que susurra en la oscuridad:

"No estás solo."

1
Eloi Martinez
Tu forma de escribir te envuelve en ese escenario , seguiré leyendo.
♡お前のペンデハ♡
🤩¡Tu novela me tiene enganchada! No puedo esperar para leer lo que sucede después.
Đông đã về
Tu historia es mágica, los detalles y la trama me hacen querer más🧚‍♀️
Koichi Zenigata
Impactante capítulo
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