En un mundo donde las familias toman formas diversas, León se enfrenta a los desafíos y recompensas de crecer en un hogar que rompe con las normas tradicionales. Mientras navega la relación con su novia Clara, León descubre que no solo está construyendo su propia identidad, sino también reconciliando las influencias de un padre bisexual, un padrastro con quien compartió momentos cruciales, y una madre que ha sido un pilar de fortaleza.
Las raíces de su historia no solo se hunden en su familia inmediata, sino que también se entrelazan con las de Clara y su mundo, revelando tensiones, aprendizajes y momentos de unión entre dos realidades aparentemente opuestas. León deberá balancear la autenticidad con las expectativas externas, mientras ambos jóvenes enfrentan el peso de los prejuicios y el poder del amor.
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La perspectiva de Rebeca
Es una tarde tranquila en casa. Rebeca está sentada en la sala, hojeando un álbum de fotos antiguas que León ha dejado sobre la mesa. Parece estar reflexionando mientras observa imágenes de su pasado con Daniel, Alex y León de niño. León entra en la sala con un vaso de agua y, al verla tan concentrada, decide hablar con ella. Este es un momento clave, ya que León está a punto de confiarle algo importante sobre Clara.
León: (dejando el vaso en la mesa) "¿Qué miras, mamá?"
Rebeca: (sin apartar la mirada del álbum) "Fotos viejas. No sé por qué, pero siempre termino volviendo a estas. Son como un recordatorio de lo rápido que pasa el tiempo... y de lo mucho que hemos cambiado."
León se sienta a su lado, observando las fotos junto a ella.
León: "Cambiar no siempre es malo, ¿no?"
Rebeca: (sonriendo levemente) "No, hijo. Cambiar es parte de crecer. A veces duele, pero también te hace más fuerte... si sabes cómo afrontarlo."
León respira hondo, como preparándose para lo que va a decir.
León: "Mamá, hay algo que quiero decirte. Es sobre Clara."
Rebeca lo mira, alerta, dejando el álbum a un lado.
Rebeca: "¿Está todo bien? ¿Pasó algo?"
León: "No, no. Todo está bien. Solo que... quiero que lo sepas antes de que lo descubras por otro lado. Clara es bisexual."
Rebeca frunce el ceño por un momento, no con desagrado, sino reflexionando. León la observa con atención, intentando descifrar su reacción.
Rebeca: (tras una pausa) "¿Clara te lo dijo directamente?"
León: (asintiendo) "Sí, hace un tiempo. Me dijo que quería que lo supiera porque era importante para ella ser honesta conmigo. Y, bueno... no quería que tú lo supieras por otra persona."
Rebeca cruza los brazos, pensativa. León se inclina hacia adelante, intentando anticipar alguna señal de desaprobación, pero no encuentra nada inmediato.
Rebeca: "¿Y cómo te sientes tú con eso?"
León: (con sinceridad) "No me importa, mamá. Ella es increíble, y su bisexualidad no cambia nada para mí. Pero sé que no todos piensan así, y... bueno, quería saber cómo lo tomarías."
Rebeca suspira, como si cargara con un peso invisible, y su mirada se pierde en las fotos.
Rebeca: "León, no voy a mentirte. Cuando tu padre me reveló que era bisexual, sentí que mi mundo se desmoronaba. No por lo que él era, sino porque no sabía cómo lidiar con lo que eso significaba para nosotros, para nuestra relación. Crecí en un entorno donde esas cosas no se hablaban, donde todo tenía que encajar en moldes muy estrictos. Y de repente, estaba casada con alguien que no encajaba en esos moldes."
León escucha en silencio, asimilando las emociones de su madre.
Rebeca: (mirándolo a los ojos) "Pero aprendí algo muy valioso en ese proceso, algo que me tomó años entender. La bisexualidad no define a una persona; es solo una parte de quién es. Y, si amas a alguien, amas todo lo que son, no solo las partes que te resultan cómodas."
León: (sonriendo tímidamente) "Eso es lo que siento por Clara. Pero me preocupa que otras personas, como su familia o incluso papá, no lo entiendan."
Rebeca: (con firmeza) "Si Clara es honesta contigo y tú la aceptas tal como es, entonces lo que piensen los demás no debería importar. Pero también tienes que estar preparado, porque habrá quienes no lo vean así. Incluso yo, en su momento, no lo supe manejar bien. Hubo momentos en los que quise culpar a la bisexualidad de tu padre por nuestros problemas, pero ahora sé que eso era solo una excusa para no enfrentar lo que realmente fallaba entre nosotros."
León asiente, sintiendo el peso de las palabras de su madre.
León: "Entonces, ¿crees que puedo manejarlo? ¿Crees que podemos tener algo real?"
Rebeca: (sonriendo) "Claro que sí. La honestidad y el respeto mutuo son lo más importante. Y, por lo que veo, tú ya tienes eso con Clara. Solo prométeme algo: nunca calles lo que sientes. Sea bueno o malo, dilo. Es la única manera de construir algo sólido."
León la abraza inesperadamente, y Rebeca sonríe mientras le acaricia el cabello.
Rebeca: "Eres un buen chico, León. Y sé que harás lo correcto, no importa lo que pase."
Rebeca está en la cocina, preparando el almuerzo mientras León está en su habitación. La conversación sobre Clara y la bisexualidad ha quedado atrás por el momento. De repente, suena el timbre de la puerta. Rebeca se detiene un momento, mira a la puerta, y sonríe, sabiendo que su madre, que vive cerca, ha llegado para una visita sorpresa.
La relación entre Rebeca y su madre es algo tensa en ocasiones. Su madre es una mujer tradicional, con valores muy arraigados, y a menudo no está de acuerdo con las decisiones de Rebeca, especialmente cuando se trata de temas como la familia de Daniel y la bisexualidad de él. Sin embargo, Rebeca ha decidido seguir adelante y abrir su mente, sabiendo que su madre, por más cerrada que sea en sus creencias, es parte de su vida.
Rebeca: (abriendo la puerta) "¡Mamá! Qué sorpresa verte aquí."
Madre de Rebeca: (entrando con una sonrisa, abrazando a Rebeca) "Ya sabes, hija,estaba pensando que podríamos pasar el día juntas."
Rebeca: "Claro, mamá. Siempre es un gusto tenerte aquí." (Le muestra a su madre el salón, donde León está sentado en el sofá, mirando algo en su teléfono). "León, mira quién ha llegado."
León se levanta del sofá y va a saludar a su abuela.
León: "Hola, abuela. Qué gusto verte."
Madre de Rebeca: (con una sonrisa forzada, como si intentara disimular una crítica) "Hola, León. Qué bien te ves, siempre tan bien portado. ¿Ya tienes novia, o todavía no?"
León, algo incómodo, se encoge de hombros.
León: "Sí, estoy saliendo con Clara."
La madre de Rebeca asiente, pero su sonrisa se vuelve más notablemente rígida al escuchar el nombre de Clara. No le parece extraño que León tenga novia, pero su mente automáticamente hace una conexión con el historial familiar.
Madre de Rebeca: "Me alegra saber que tienes una novia, León. Al menos sabes lo que es estar con una mujer... no como tu padre, que nunca supo lo que quería."
Rebeca se queda petrificada por un momento, mirando a su madre con sorpresa. No era la primera vez que su madre hacía comentarios como ese, pero la manera en que lo dijo ahora la hace sentirse incómoda. León, por su parte, no dice nada de inmediato, pero su expresión cambia ligeramente. Está acostumbrado a los comentarios de su abuela, pero esa indirecta le deja una sensación rara, como si la comparación entre su padre y él fuera inevitable.
León: (sin perder la compostura) "Sí, abuela, Clara es genial. No me imagino mi vida sin ella."
La madre de Rebeca mira a su hijo con aprobación. Sabe que León es un buen chico, pero no puede evitar esa sensación de superioridad que tiene al ver que no está repitiendo lo que ella considera errores del pasado.
Madre de Rebeca: (con una mirada aprobatoria) "Bueno, al menos todo está en orden, León. No tienes que cargar con complicaciones como tu padre."
Rebeca se siente incómoda, como si estuviera atrapada entre las dos generaciones, entre lo que su madre quiere escuchar y lo que realmente ha vivido. La mirada que le lanza a su madre es sutil, pero habla más que mil palabras.
Rebeca: (intentando cambiar de tema) "Bueno, mamá, ¿quieres tomar algo? León, ve a ayudar a tu abuela a sentarse."
León asiente y le ofrece a su abuela un asiento. La conversación cambia de dirección, pero la tensión queda flotando en el aire. Rebeca está consciente de que, aunque su madre parece aceptarlo, aún no ha sanado completamente de los prejuicios que tiene hacia Daniel y su bisexualidad, y ahora se la transmite, aunque de forma indirecta, a su hijo.