Amor del Granjero

_ Sí, lo tengo don Eduardo, yo también sé ser terco.

_ Por eso te lo digo, esto no va a funcionar, se van a pelear.

Me despido del padre de ella y me voy, todavía la veo jugar y reír con todos esos hombres del sitio, no hay problema, en cuanto la tenga entre mis brazos este fuego se apagará, ¿será que su cuerpo es tan bonito como su rostro?

“Bia”

Cuando vi a mi padre hablando con ese hombre no lo podía creer, ¿será que Dios me está poniendo a prueba?, me hizo discutir justo con el dueño del grupo VERDI, y ahora me ve jugando como una niña, ¿cómo va a respetarme? ¿Cómo voy a poder demostrarle que soy competente? Debe estar pensandp que soy una niña sin juicio, pero él sólo vendrá una vez a la semana, así que voy a convencer a mi padre de que le diga que desistí de estar al frente del negocio y que quien va a coordinar es nuestro capataz.

Así hago mi parte y él no sabrá que soy yo quien resuelve todo por aquí.

Después de que Genoveva terminó de tener sus cerditos, vengo a casa y voy directo a la oficina, mi padre está sentado pensando, cuando me ve abre una sonrisa y viene a abrazarme.

_ ¿Cuántos cerditos tuvo Genoveva?

_ 12 papá, voy a quitar los más débiles para alimentarlos con biberón, así criaremos a todos.

_ Qué bueno hija, ¿y la otra cerda? ¿Cómo se llama?

_ Sind tuvo 9, creo que puede criarlos a todos.

Papá tengo un favor que pedirte.

_ Ya sé cuál es hija mía y ya lo intenté y no hay manera, Alessandro te quiere a ti en el negocio, si no se echa para atrás y pone otra propiedad.

_ Papá, tú sabes que no soy muy buena para tratar con hombres mandones como él, no voy a soportar su intransigencia.

_ Entonces voy a desistir.

Lo pensé por un momento y dije:

_ No papá, si él quiere tratar conmigo que así sea, le voy a demostrar que sé trabajar.

_ Me parece que vamos a tener tormentas, los dos sois muy tercos.

_ Que quede claro que he intentado evitarlo, él ha empezado a ser terco.

Mi padre se rió y me abrazó.

_ Siempre estaré aquí para ti, no lo olvides.

_ No lo olvidaré, te lo prometo.

“Bia”

Ha pasado una semana y estoy aquí lista para la reunión con Alessandro, faltan unos minutos para que llegue, ya he preparado la hoja de cálculo de la semana, con todos los datos que su asistente me pidió que preparara, mi padre quería que me vistiera como una empresaria, pero me conoció con el overol de la empresa y me siento cómoda vestida así, no estoy aquí para mostrar mi belleza sino mi competencia, oigo que llaman a la puerta y digo que pase.

Me quedo unos minutos absorbiendo tanta belleza, qué hombre tan guapo, qué aura tan poderosa, si estuviera en otro lugar besaría esos labios sólo para ver si besan bien, debe ser una experiencia única, parpadeo varias veces para concentrarme en lo que estoy haciendo aquí y lo saludo.

_ Buenos días, señor Alessandro, siéntese, por favor. ¿Quiere un café o un agua?

_ Buenos días, Beatriz, quiero un agua. ¿Cómo ha ido la semana?

Le paso la hoja de cálculo con los datos y estoy explicando, cuando mi capataz entra y me dice:

_ Bia, Diamante se ha escapado y está en medio de las novillas.

Miro a Alessandro y me disculpo.

_ Le pido disculpas, pero tengo que ir a resolver este problema.

_ Estamos en una reunión, ¿no hay nadie que pueda resolverlo por ti?

_ No, Diamante es nuestro toro y esas novillas no están preparadas para él, la única a la que respeta es a mí.

Me levanté e iba a salir:

_ Si sales, nuestro acuerdo se cancela.

_ De acuerdo, adiós, mis animales son más importantes para mí que cualquier acuerdo, así que si quieres irte, vete.