El Demonio De Altamar

Por suerte para ella, en dos días anunciarían el compromiso, al parecer, deseaban hacerlo en una gala que se haría en la residencia del alcalde, aunque a oídos de muchos ya había llegado la noticia.

Nos encontrábamos en el comedor almorzando cuando mi hermanito Aníbal se hizo presente.

Muy buenos días, señores Lewis, padre, hermano y peque- dijo esbozando su estúpida sonrisa de galán. Pude ver como Isabella le respondía con la misma sonrisa y mis celos empezaron a hacerme enojar.

Señor Aníbal, es un placer tenerlo aquí con nosotros, llega justo a tiempo, mañana será anunciado el compromiso de Isabella con el Teniente Black- le respondió el señor Lewis, mire atentamente a mi hermano y pude ver un deje de ¿tristeza quizás? En sus ojos. ¿Acaso él se había enamorado de ella? ¿No pensaba escapar con Anabella? Quizás y solo quizás el sirviente se había confundido.

Estaba al tanto de las nuevas noticias, por eso apresuré mi llegada a White Horse- contesto casi de manera mecánica y sin ninguna pizca de felicidad en su rostro. Obvio que todo eso pasó desapercibido para los demás, más no para mí.

Te traje algo, peque- le dijo mientras se acomodaba en la silla entre la madre de Isabella y ella. Saco de su chaqueta una fina caja de color azul y pude ver en los ojos de ella la emoción.

Es hermoso, no era necesario el gasto- dijo sacando una fina pulsera de plata con un dije en forma de nota musical.

Siempre tan atento hijo- dijo nuestro padre, es como si él me estuviese retando por no ser igual de considerado que mi hermanito. Esto iba de mal en peor y encima ellos hablaban como si el resto no existiéramos en esa mesa.

Mi hermano le contaba de sus aventuras en tierra, pero ella ni siquiera había querido saber de las mías. Me sentía un sapo de otro pozo y cada sonrisa que le daba al inútil de Aníbal, era un puñal directo a mi corazón. Terminé mi almuerzo casi obligado, pues no quería que mi padre me volviese a regañar.

Madre ¿podemos ir a dar una vuelta por el mercado?- su pregunta me descolocó, se iba a volver a alejar de mí y encima en compañía del otro tarado.

Claro que sí, lleva al Teniente contigo- dijo su madre, debo admitir que sonreí internamente, pero al verla venir enojada hacia donde me encontraba con mi padre, me hizo comprender que ella jamás sería feliz conmigo como lo podría llegar a ser con él.

Teniente Black ¿le gustaría acompañarnos a dar un paseo por el mercado?- dijo mirándome sin ninguna emoción visible.

Me encantaría, pero la verdad es que debo ver unas cosas antes, así que por favor vaya tranquila y disfrute del paseo- pude ver que sus ojos mostraban la sorpresa de mi respuesta y también ¿confusión? ¿Tristeza? no seguramente lo segundo no lo sentía si ella no correspondía a mis sentimientos.

Cuando ellos dos se fueron y los Lewis también mi padre se acercó a mí, ya se había demorado demasiado en dar su humilde opinión en este asunto.

Hijo ¿qué ocurre?- me pregunto mientras nos sentábamos en la barra del lugar con una copa de vino cada uno.

No la veo cómoda con mi presencia y no sirve de nada obligarla a soportarme, ya suficiente que pronto deberá casarse conmigo, quizás en las próximas vacaciones pueda llevarme mejor, pero por ahora no la molestaré- le contesté sin mirarlo a los ojos para que no notará el dolor que yo sentía en ese momento.

¿Acaso mi hijo tiene miedo?- abrí los ojos tan grandes que creí que se saldrían de las cuencas.

¿Miedo?- dijo aún sorprendido.

Si hijo, quizás temes que ella te odie, pero créeme que estás muy lejos de la verdad. Seré viejo, pero no tonto y veo como ella te mira y como se siente y se pone cuando otras se acercan a ti- sus palabras eran ciertas, yo también había sentido que ella se ponía nerviosa en mi presencia, pero no parecían nervios de enamorada o al menos no lo sentía así yo.

¿Qué debería hacer?- ¿En qué momento necesite un consejo de mi padre? Me hice esa pregunta ni bien salieron las palabras de mi boca y aún en ese momento no recordaba una sola vez que me hubiese dado consejos sobre mujeres.

Si no puedes pedirle disculpas por tus palabras y hacerle saber de tus sentimientos directamente, entonces, quizás tienes razón en que no la mereces. Pero la pregunta más importante ¿podrías verla en brazos de otro hombre?- no termino de decir eso que apreté fuertemente la copa casi haciendo que se astille en mi mano. no jamás la podría ver en brazos de otro, mucho menos si ese otro era mi hermano, yo la amaba y de eso no tenía ninguna duda - esto es como la guerra hijo, tienes que ir directamente a la batalla para ganar o perder, pero si no eres directo con tus sentimientos no puedes pretender que todos los demás sepan lo que sientes y como te sientes- termino de decir eso y se marchó, me dejo allí solo perdido en mis propios pensamientos. Cuanta razón tenían esas palabras, como podía pedirle que me amara si no le había confesado lo que yo sentía por ella. Tenía miedo aunque no quisiera admitirlo de pedirle perdón por mis palabras pasadas y esperaba poder explicarle que mi enojo ese día era por el simple y mero hecho de que me sentía inútil sin poder consolarla como tanto deseaba hacerlo, tenía que explicarle que el haberla visto llorando desesperada en los brazos de mi hermano, había detonado en mí una frustración y una inutilidad que jamás había sentido, porque siendo sinceros, inútil era una palabra que no estaba en mi vocablo.

Me quedé un rato más allí en el bar y luego me dispuse a buscarla por el mercado, debía decirle la verdad antes de perderla completamente. Hace solo un par de horas que salieron, pero aun así no puedo dar con ellos. Mientras iba de camino a la casa de los Lewis me cruce con Lady Gisel, ante mi pregunta de si había visto a mi hermano, ella me confesó que lo había visto yendo de camino al viejo convento acompañado de mi prometida. La realidad era que no conocía bien el camino así que tuve que ir por los señores Lewis a buscarla, no miento cuando digo que jamás espere meterla en problemas, solamente estaba preocupado por ella.