OCTAVO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Tal vez muchos no recuerdan sus vidas en la temprana infancia, yo tampoco, pero lo que si recuerdo es que era feliz. No podía relacionar qué, quién o quiénes me daban ese sentimiento; pero si recuerdo que los perdí. Años después volví a ser feliz, pero no era algo duradero. Era un ida y vuelta que me dejaba vacía. En mi adolescencia, supe que buscar ser feliz era un sentimiento que ponía más presión y estrés en mi vida. A mis 18 años, renuncié por completo a esa tonta sensación... Para que, unos años después, poco a poco venga un tipo creído a querer destruir mi bien estructurado credo.
No recuerdo mucho mi temprana infancia, pero si recuerdo una sensación de malestar cuando estaba mi padre. Cuando no estaba él, todo era felicidad. Después, con su partida, fui feliz. Crecí rodeado de personas que me aman y que yo amo con todo mi ser. Crecí siendo sociable, seguro de mi mismo y el terror de los bullys. No me molestaba presionar los boton
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YUE (CAP. 04)
Lo escucho callada.
^ Uno de ellos me amenazó con tu seguridad, antes de matarlo. No tengo idea de cuántos son, pero es lógico que debo hacer una limpieza y no podré hacerla si te lastiman. Por eso iremos donde nadie se lo espera y te quedarás con gente de confianza.
Lo escucho atentamente, mientras volteo para calcular la distancia y el tiempo que me tomaría llegar a nado de regreso.
- Tal vez odie este estúpido nombre, tal vez odie el mundo al que perteneces, pero al menos lo que tenía allá fue por el esfuerzo que puse. Di todo de mi y gracias por recalcarme una vez más que nisiquiera puedo decidir sobre mi propia vida. Estoy harta de esconderme, de no decir quién realmente soy. ¿Tan difícil era decirme todo esto, antes de quitarme lo poco que estaba logrando? Después de pensarlo, te habría seguido. Sabes que si, maldita sea.
Me siento y enredo mis dedos en mi cabello. Maldita sea, siempre estoy viviendo una vida prestada.
^ Lo siento mucho, mi Yan Wei, pero era decirte y esperar a irnos con la posibilidad que te encuentren o llevarte lejos. He cometido muchos errores. Ahora mismo no sé el alcance de la traición, ni desde hace cuánto esto sucede. Me carcome que la muerte de nuestra familia sea mi culpa. Mi culpa por formar una poderosa y temible mafia. Mi culpa por darles poder a quienes pensé estaban de mi lado. Pensé que si crecíamos todos, sería lo mejor, pero no. He visto una de las comunidades que tenemos en África quemada con todos sus habitantes porque confié en ambiciosos que nisiquiera retribuyen lo que toman. Todo lo que enseñé fue tergiversado y ahora solo hay horror. Atrás quedó el orgullo de Oriente. Solo somos saqueadores.
Lo veo sentarse y adoptar la misma posición que la mía. El se ve tan grande e imponente, pero sé que soy su debilidad y es en la actitud que tiene cuando habla conmigo, cuando me mira. Como si me debiera todo. En su cabeza y corazón siente que me arrebató a mi familia y mi vida, pero yo no lo culpo a él. El nos amaba a todos, por querer estar con nosotros dejó delegados y todo se fue al demonio.
- Ya calmate. Estoy más tranquila. Solo espero que donde me llevas sea bueno.
Me siento a su costado y lo empujo suavemente. El me mira con tanto amor y miedo en sus ojos, que eso es lo que más me lastima. Ver a alguien tan fuerte derrumbarse no es bonito.
^ Espero que si. Si hay alguien quien pueda ayudarnos es esa chiquilla insolente. Seguro se llevarán bien.
Choca suavemente su cabeza con la mía y me sonríe.
- Bueno, asumo que el camino será largo, ya que intentarás perder cualquier rastro que dejemos. Cuéntame sobre esta chiquilla.
Para mi, mi padre es un oso de peluche, pero también sé cómo se ve para el resto. Un hombre grande y robusto, con cicatrices en su rostro. Debe dar miedo. Por eso me sorprendo cuando me cuenta sobre Layla.