“TENER EL MUNDO A MIS PIES, PERO PERDER MI UNICO AMOR”

Cuando Luis se enteró que su esposa estaba embarazada no mostro cambio en su actitud, su cara y trato hacía ella seguía siendo igual de fría como siempre, por lo que Alma entendió que si a ella no le amaba a su hijo tampoco lo amaría, deseaba pedirle el divorcio, no tenía caso seguir casados, el que fueran a tener un hijo no les obligaba a seguir juntos, ella se cansó de esperar a que él sintiera algo por ella.

Una noche, ella le espero en el despacho, él siempre que llegaba se encerraba ahí unas horas y mientras tomaba unas copas sacaba una foto de Yuri para obligarse a recordar que no debía volver a amar para que volvieran a romperle el corazón. Cuando Luis llegó se sorprendió de verla en el despacho con la foto de Yuri en la mano.

    ¿Qué haces aquí?, dijo enojado.

    Necesitamos hablar, dijo seria y tratando de contener sus nervios.

    No hay nada que hablar, vete de aquí.

   Quiero el DIVORCIO, dijo tan rápido que pareció que casi grito.

   NO, dijo fuerte y con seguridad.

   ¿Por qué?, no me amas, eso es un hecho y no tiene caso seguir casados si nunca llegará a haber amor en esta relación, para que seguir lastimándonos.

*   DIJE QUE NO, la tomo del brazo muy enojado, parecía que quería matarla, cuando mis padres se enteren de tu embarazo no permitirán que nos divorciemos.

Alma empezó a quejarse del dolor que sentía por la fuerza que este ejercía en su brazo, Luis la llevo a la puerta y después de dejarla atrás de la puerta cerro, ella subió corriendo a su habitación mientras las lágrimas no dejaban de salir. No entendía porque si tanto la odiaba no le daba el divorcio, su matrimonio era tóxico y solo se lastimaban cada día más.

Alma empezó a llevar su control en una clínica privada donde fue atendida por el mejor ginecólogo del lugar, el doctor Enrique Barrientos, que casualmente era el hermano de su mejor amiga y también amigo suyo. Él empezó a llevarle el control, pero noto que cada vez que ella iba siempre tenía una gran tristeza en su rostro, solo le veía sonreír cuando ponía el ultrasonido y estaba la imagen de su bebé o cuando escuchaba el latido de su corazón, incluso le llego a ver salir alguna lágrima. Un día al terminar la consulta con ella le dijo que ella era su última cita, que si le permitía como amigos que eran tomar un café antes de irse, ella estaba algo dudosa, no lo sentía correcto, pero él la termino convenciendo, ella nunca iba acompañada de su esposo y verla triste le preocupaba, le tenía mucho cariño porque era no solo su amiga, la conocía y sabía que era una gran persona.

* Alma\, perdón que me meta tal vez donde no deba\, pero siempre que vienes puedo notar un poco de tristeza en tu rostro y tu esposo nunca viene contigo ¿estas bien? ¿eres feliz en tu matrimonio?\, ella quedo callada y agacho la cabeza.

* Se que no debería meterme\, pero esa tristeza que tienes afecta también en la evolución de tu bebé\, sabes que soy tu amigo y puedes confiar en mí\, si puedo ayudarte\, sabes que con gusto lo haré.

* No creo que sea correcto hablar de mis asuntos familiares\, dijo cabizbaja.

* Yo solo quiero ayudarte\, eres mi amiga y te estimo mucho y me duele verte tan triste\, ya no tienes esa sonrisa que te caracterizaba\, ese hermoso semblante de antes ahora es un triste semblante\, ¿qué puedo hacer para ayudarte?

* No te preocupes estoy bien\, solo que las hormonas me hacen sentir así\, ahora si me disculpas tengo que retirarme.

Alma tomo su bolsa y sin voltear atrás salió de la cafetería y fue a su casa, dejando a Enrique Barrientos preocupado, sabía que algo estaba mal y le preocupaba que su amiga, a la que estimaba mucho estuviera sufriendo, él sabía que había sido obligada a casarse, pero por su hermana también sabía que Alma siempre estuvo enamorada de Luis, por lo que no entendía que podía estar pasando para que esa mujer llena de vida ahora estuviera tan apagada.

Los días pasaban y Alma se animaba un poco más con su embarazo, pero cada vez que sentía los desplantes de su esposo se sentía más decaída, pero por su hijo se daba ánimos y trataba de animarse, recordaba las palabras de su amigo Enrique, de que debía cuidar su estado de ánimo para no perjudicar a su bebé, ella soñaba con que su esposo, como todos los demás la llevará de la mano, le dedicará algo de tiempo, la acompañará en sus citas prenatales como muchas de las embarazadas que iban a consulta como ella, iban con sus parejas, deseaba escuchar aunque fuera una vez alguna palabra bonita de él, pero él no le dirigía la palabra, más que para decirle a veces hola o adiós, porque muchas veces ni eso y cuando llegaba por las noches a su recamara solo entraba la tomaba y al terminar se iba, no le decía palabra alguna mientras estaba con ella. Estaba decidida, ya que no la amaba insistiría en el divorcio o de otra manera cuando naciera su bebé pensó en irse muy lejos, no quería seguir sufriendo o haciéndose ilusiones de que algún día la amaría, abrió una cuenta nueva de la cual su esposo no tenía conocimiento, la puso a nombre de su amiga y empezó a depositar dinero para tenerla disponible cuando se fuera y no la rastrearan por sus movimientos.

Su amiga no estaba muy de acuerdo que lo hiciera de esa manera, pero la apoyaba, Enrique se enteró de lo que pasaba y decidió también ayudarla, la seguiría tratando para que su embarazo fuera sin problemas y cuando fuera el momento sus amigos le ayudarían a dejarlo, Paulina su amiga, había ido a México a ver casa para alquilar en esos días, quería tener todo listo para cuando se mudará definitivamente, la invitaría a irse con ella si se quería alejar de Luis, no quería dejarla sola, para ella era más que su amiga, era su hermana, además de que también quería cambiar de aires, en Venezuela no había encontrado el amor, por lo que esperaba hacerlo en México y que mejor si se iba acompañada de su amiga y ambas empezaran una nueva etapa en su vida.

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