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Una Reencarnación Tranquila

Una Reencarnación Tranquila

Status: Terminada
Genre:Magia / Malentendidos / Reencarnación / Mundo de fantasía / Salvando al mundo / Apocalipsis / Completas
Popularitas:4.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Aly25

Su muerte no es un final, sino un nacimiento. zero despierta en un cuerpo nuevo, en un mundo diferente: un mundo donde la paz y la tranquilidad reinan.

¿Pero en realidad será una reencarnación tranquiLa?

Más tarde se entera que está en una novela web

NovelToon tiene autorización de Aly25 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Volviendo al trono de mi Imperio

Leo despertó sintiendo algo cálido y suave. Su peluche de pato estaba ahí, acurrucado contra su mejilla. Lo primero que notó, sin abrir del todo los ojos, fue el ligero agarre de los brazos que lo sostenían. Ya conocía bien quien era: ni muy firme, ni demasiado suelto, era seguro y fuerte.

—¿Hmm…? —balbuceó, frotando su rostro contra el hombro.

—Buenos días, pequeño. —dijo una voz familiar con tono juguetón.

Leo levantó un poco la cabeza.

Era Elian, claro. Siempre era Elian cuando sentía esa calidez suave mezclada con olor fresco. Se dejó caer de nuevo sobre su hombro, sin protestar.

—Qué suertudo eres —dijo Artemisa, acercándose con una pequeña mochila colgada en la espalda y el cabello bien peinado, recogido en una trenza que caía sobre su hombro derecho—. Lo despiertas y no llora. A mí me hace una escena cada vez que lo saco de la cama.

-Es normal, apenas es un bebe—dijo Elian con una sonrisa—. Y mis brazos son mejores que cualquier cuna.

Artemisa bufó, pero no con molestia. Leo, entre bostezos y parpadeos, balbuceó algo que sonó vagamente a “pa-pah”. Aunque nadie sabía si quería decir “pato”, “papá” o solo estaba jugando con sonidos.

Esa mañana, los tres salieron juntos.

Artemisa debía encargarse de algunos asuntos legales en la ciudad y prefería no dejar a Leo solo en casa.

Elian, por supuesto, se ofreció a llevar al bebé durante todo el recorrido. Era casi natural en él ya, como si siempre hubiese sido parte de su día a día.

El sol brillaba suave, atravesando los edificios bajos del puerto. Las calles eran anchas y el aire olía a pan recién horneado, especias del mercado y mar. Leo se mantenía despierto, abrazado al cuello de Elian, observando todo desde lo alto con sus ojos grandes y tranquilos. Llevaba en sus manos su peluche de pato, que colgaba de una patita como si también estuviera explorando el mundo.

—Hoy hay gente de otros reinos en el mercado —murmuró Artemisa, mientras revisaba un papel que sacó del bolsillo.

—¿Algún problema? —preguntó Elian, sin dejar de avanzar.

—No, nada importante.

Cuando llegaron a una gran oficina de piedra clara con ventanales altos, Artemisa se detuvo.

—Tengo que entrar sola. Pueden esperarme aquí —dijo, con tono práctico.

—Claro. No te preocupes, nos mantendremos fuera de problemas… ¿verdad, Leo?

Leo estiró una mano para tocar la nariz de Elian y soltó un suave “¡Buh!”. Elian rió.

Se sentaron en una banca de madera frente a la oficina, bajo la sombra de una enredadera florecida.

Elian acomodó a Leo en su regazo, permitiéndole mirar a la gente que pasaba: una señora con una cesta de peces vivos, un niño arrastrando una cometa, dos músicos afinando instrumentos.

—¿Te gusta aquí? —preguntó Elian, acariciando con un dedo la mejilla del niño.

Leo respondió con un leve balbuceo y un movimiento de su peluche. Elian sonrió y apoyó la frente contra la de él.

—¿Sabes? A veces olvido que no eres mío de verdad —dijo en voz muy baja—. Pero… no me importa. Porque te quiero como si lo fueras.

Leo cerró los ojos un instante. Su respiración era tranquila. Había algo en ese momento que se sentía eterno. Como si el mundo se hubiera detenido solo para ellos.

Leo lo sentía, con esa intuición silenciosa que solo tienen los niños muy pequeños, agregada su experiencia como zero, que este día era el último que estarían los tres juntos.

Ya no lloraría. No porque no doliera, sino por qué entendía que ya era hora de que Elian se vaya.

Ese día, fue su cuerpo el que reaccionó primero, el cuerpo de un bebé es realmente difícil de controlar.

Leo sabía que se acercaba el adiós, pero también decidió que lo viviría como si fuera un regalo. Hoy, más que llorar, quería divertirse. Quería reír, abrazar fuerte a Elian, y guardar cada momento como un secreto cálido, bien escondido, entre las plumas suaves de su peluche de pato.

Cuando Artemisa salió, llevaba una expresión de alivio.

—Todo firmado —anunció—. salio demasiado bien.

Elian se levantó con el niño en brazos, ya más alerta.

—Eso se celebra. Vamos a comer algo, seguro tiene ya hambre.

Fueron a una pequeña posada cercana con mesas en la terraza. Elian pidió una sopa de verduras para Leo, algo ligero, sin especias fuertes. Artemisa pidió té con pan de miel, y él mismo eligió un estofado.

Leo no era quisquilloso para comer, y eso era una bendición. Tomaba su sopita con paciencia, dejando que Artemisa le diera cucharadas mientras sostenía el pato de felpa con la otra manita.

—Come como un príncipe —bromeó Elian, observándolo con cariño.

—Correccion, es un príncipe pato —añadió Artemisa.

Leo levantó el peluche como si quisiera que todos lo admiraran, y los tres rieron juntos.

Algunas personas en la posada los miraban con simpatía, creyendo que eran una familia más entre tantas.

Era una escena realmente bella, con personas realmente hermosas.

Después de la comida, Elian sugirió dar un paseo por los puestos cercanos. Había ropas colgadas, telas brillantes, brazaletes y pequeños juguetes tallados en madera. Mientras caminaban, se detuvo frente a un escaparate.

—Esperen aquí.

Entró unos minutos y salió con dos bolsas. Le entregó una a Artemisa, quien arqueó una ceja.

—¿Qué es esto?

—Nada… solo unas cositas —respondió Elian.

Dentro había un par de aretes de cristal azul, ligeros, con forma de gota, y una blusa blanca de lino bordada a mano.

—Elian…

—No es gran cosa. Solo quería darte algo bonito —dijo él, mirando hacia otro lado como si hablara del clima.

Artemisa no dijo nada, pero sus mejillas se tiñeron levemente de rosa. Tomó la bolsa sin protestar.

A Leo también le compro algo. Elian le compró una pequeña capa con capucha (amarilla, por supuesto), y un juego de tres juguetes de pato: uno flotante, uno que caminaba con cuerda, y uno de peluche más pequeño que el que ya tenía.

Leo los abrazó todos juntos, apretándolos contra su pecho como si hubieran sido un tesoro largamente esperado.

—Este niño va a tener una colección de patos más grande que el reino —rió Artemisa.

—Mientras sea feliz, está bien—dijo Elian.

El tiempo paso rápidamente y con ello, la oscuridad de la noche, caía a ellos.

Leo que ya estaba cansado, se durmió en el pecho de Elian.

—¿Se quedó dormido? —preguntó Artemisa en voz baja.

—Como un tronco —susurró él.

Elian bajó la mirada y lo observó un momento.

El niño respiraba con calma, abrazando su peluche de pato como si fuera su amuleto. Su carita estaba relajada, con los labios entreabiertos y una pequeña gota de baba asomando.

Elian sonrió, y algo en su pecho se apretó sin dolor, como una cuerda que no quiere romperse.

El día había pasado como un suspiro.

—¿No te duele el brazo de cargarlo? —preguntó Artemisa mientras encendía una lámpara.

—He sostenido cosas más pesadas que un pequeño bebé—respondió Elian, y ambos rieron bajo.

Artemisa se acercó y extendió los brazos para recibir a su hijo. Con cuidado, lo pasó a su pecho, sintiendo cómo el calor de su cuerpecito todavía latía con fuerza. Leo suspiró y murmuró algo contra su cuello. "Pah..."

Elian los miró en silencio. Esa imagen —madre e hijo, unidos en esa intimidad tranquila— le apretó algo en el pecho.

—No lo despiertes —dijo Artemisa sin mirarlo—. No quiero que vuelva a pasar.

Él asintió. Ambos sabían de qué hablaban.

—Pensé que me había acostumbrado a las despedidas —dijo Elian, de repente.

Artemisa lo miró, sin dureza.

—Uno nunca se acostumbra. Solo aprende a sobrellevarlo.

Se quedaron unos segundos en silencio. La lámpara chisporroteó suavemente. Elian miró la cara dormida de Leo, luego alzó la vista y buscó la de Artemisa.

—Vendré a visitarlos. Lo prometo.

Ella lo miró con más calidez que antes. Se acercó y, en un gesto breve pero íntimo, posó una mano sobre el brazo de Elian.

—Te estaremos esperando.

No era una promesa ligera.

Era una invitación para que volviera a su cálido hogar.

Y Elian, por primera vez en mucho tiempo, sintió que tenía un lugar al que desear regresar.

 

----------------

La brisa de la costa apenas rozaba el puerto cuando Kael apareció junto a Elian, usando magia de teletransportación.

—Llegas tarde —dijo Elian, colocándose la capa oscura que usaba cuando volvía a su papel de emperador.

—Pense que su majestad escapista iba a volver a escapar —bromeó Kael mientras activaba el sello de regreso.

Elian echó una última mirada a la casa. No vio a Leo en la ventana, ni a Artemisa en la puerta.

Ambos estaban dormidos.

Elian se despidió en silencio.

La luz del transporte los envolvió, y un instante después estaban en el Palacio Real de Vaelorn, dentro de la oficina del emperador.

El despacho olía a cuero viejo, tinta, y brasas encendidas.

La mesa central estaba repleta de documentos. Alfombras gruesas. Los guardias custodiaban la puerta afuera en el pasillo.

Realmente era tranquila pero había un aire muy tenso.

Una caballero se dio cuenta de su presencia y tocó la puerta para revisar el interior.

Elian lo dejo pasar.

—Lo saludo Su Majestad Elian Thalyor Seraphiel Drakos Vaelorn, Emperador de las Siete Coronas del Alba y Guardián del Loto Celeste ——dijo el caballero arrodillado al ver a Elian—. Regresaste justo a tiempo.

—Habla, general Rheon—ordenó Elian, colocándose los guantes que estaban sobre la mesa central.

—La frontera norte está tranquila, pero el puerto donde residías podría convertirse en un blanco si los rumores se esparcen. Solicito permiso para proteger a la dama Artemisa y al niño, discretamente.

Karl alzó una ceja.

—¿Sabías que ellos estaban conmigo?

—Es mi deber saberlo —respondió Rheon sin levantar la cabeza.

Elian miro a Kael de forma grosera, preguntándole por qué le había dicho.

Kael solo desvío la mirada.

—Hazlo. Pero que no se den cuenta. Ella no lo aceptaría —dijo por fin.

El caballero asintió, se levantó con rapidez y salió sin mirar atrás.

Kael lo observó irse y le dijo a Elian.

—¿Sabes que probablemente ya te extrañan?

-...............

Hubo un momento de silencio antes de que Kael activara una pantalla holográfica sobre el escritorio.

—Ahora que ha regresado su majestad —dijo, y su tono cambió de inmediato—. Mervin, el rey de Ubrael parece estar buscando a alguien por todas partes, ha mandado incluso a su guardia real con ayuda de otro noble. Mientras que el archiduque se está moviendo también, todo indica que el archiduque está organizando una rebelión contra el rey.

Elian apoyó ambas manos sobre el escritorio. La luz del holograma proyectaba algunos informes.

—¿Cuántos nobles podrían seguir al rey?

—Dos ya mostraron señales de interés

Elian entrecerró los ojos.

—Puedes apoyar al archiduque, necesito que lo convoques a una reunión, pero hazlo de manera discreta.

^^^Continuara.....^^^

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Carla Quintana
cómo que ya terminó autora?
Aly🍀: lo continuaré, tendrá 60 capitulos (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)⁠❤
Aly🍀: lo continuaré, tendrá 60 capitulos (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)⁠❤
total 2 replies
Carla Quintana
excelente ☺️
Aly🍀
Muy interesante, lo bueno empieza en el Capítulo 28
Carla Quintana
y a mí me encanta comentar autor, felicidades excelente trabajo ☺️
Aly🍀: gracias(⁠ ⁠˘⁠ ⁠³⁠˘⁠)⁠♥, mañana hay nuevo capítulo ☺️
total 1 replies
Aly🍀
lo bueno va a comenzar en el capítulo 28, ténganme paciencia 😭🥲
Carla Quintana
Mi honesta reacción:😱
Carla Quintana
Eres malvada autora, como me dejas en este suspenso... necesito un maratón.
Aly🍀: ya subí un nuevo capítulo, estoy subiendo diario a las 8:00 AM, luego me tomo descanso de 2 días.
total 1 replies
Carla Quintana
noooo, tengo el presentimiento de que algo muy grave sucederá 😭
Aly🍀: jejeʕ⁠ ⁠ꈍ⁠ᴥ⁠ꈍ⁠ʔ
total 1 replies
Carla Quintana
Leo tiene el cabello morado o castaño?
Aly🍀: exacto (⁠.⁠ ⁠❛⁠ ⁠ᴗ⁠ ⁠❛⁠.⁠), jsjsjsj ya se está verificando el CAP en unos minutos se sube, espero que lo disfrutes, cualquier coda que pueda ser mmm confusa no dudes en decírmelo (⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)
Carla Quintana: muchas gracias autor por su amabilidad 🤗, eso quiere decir que Leo heredó los ojos de su padre y el cabello de su madre solo que en una tonalidad más clara, me encanta su novela estaré esperando las actualizaciones.
total 3 replies
Carla Quintana
estoy un poco confundida, Artemisa tiene el cabello morado o castaño?
Aly🍀: Su original es morado con la poción es castaño pero nooveltoon no me deja modificar el orden de las imágenes 😭
total 1 replies
Carla Quintana
autor(a) que se quede con Liam por favor 😭
Carla Quintana
morí pero de ternura 😆
🔹Lili🔸🐦
Me dio ternura 😭😭❤️❤️❤️
🔹Lili🔸🐦
Que bonito 😭😭😔
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