Un Viaje A Lo Desconocido

Sorprendidos, seguían de ver lo que estaba pasando, jamás pensaron que eso ocurriría, buscaban las maneras de entender y aun así, ni un robo, parecía.

—Esto no puede ser, ¿en tres días paso esto?— se preguntó Gabriel, sin poder creerlo.

—Vamos al pueblo, ya no soporto el dolor— se quejó Winder.

Lo malo, era tener que caminar por una hora hasta el pueblo. Era muy obvio que ni las bicicletas estaban.

—Te cargo por ratos, así descansas la pierna— Sugirió Gabriel, casi sin darle opción, ya se había posicionado.

Winder no estaba en condiciones para reprochar. Lo difícil era ver la salida, todo estaba cubierto de ramas y nuevas plantas, pero aun así, ellos pensaban que la aventura hizo que olvidarán el camino. Tanto dar, hasta que lograron salir del parque y seguir el camino que tenían las personas que visitaban el lugar.

La distancia solo sería casi una hora, pero al paso que iban, tardarían más, sus mentes estaban a lejos, no se explicaban aún, como había sucedido lo de las carpas, sus bolsos, solo deseaban llegar rápido y poder comunicarse con su familia.

—Ya puedo caminar— rompió el silencio Winder después de más de media hora caminando. Gabriel lo bajo con cuidado, se estiró un poco para aliviar el dolor que sentía en su cuerpo.

El silencio volvió a reinar y la incomodidad en cada uno, Renata sentía que su espalda incomodaba y Alicia todo su cuerpo seguía picando, llevándolas a querer saber que era lo que pasaba. La primera en sorprender fue Alicia al levantarse la camisa y ver las marcas donde las grandes hormigas la picaron.

—¡Oh por Dios!— Exclamó, haciendo que todos voltearan.

—¿Por qué se ven tan grandes?— se sorprendió Renata.

—¿Creen que tengo algo en la espalda?— pregunto Renata con temor, pensando lo peor. Alicia le ayudó con su camisa y abrió la boca de sorpresa.

—¿No sentías dolor?— interrogó Gabriel, al verle eso tan rojo.

—No, no, no sé, no recuerdo, ¿qué tengo?— pregunto Renata.

—Una raspadura grande bebe, ¿cómo es que la camisa no se dañó?— hablo Winder, preocupado por ella. Renata empezó a llorar.

—No llores bebe, con cremas puede desaparecer eso— quiso calmarla Winder. Gabriel quedó pensando en toda la incomodidad que sentía y le dio curiosidad saber.

—Sigan adelante, necesito revisar algo.— hablo Gabriel, preocupado.

Sin imaginar nada, todos siguieron caminando, Renata ayudaba a su novio que seguía haciéndose el fuerte, hasta que escucharon un grito de Gabriel.

—¿Amor que pasa?— pregunto Alicia mientras se acercaba algo asustada y preocupada, él seguía escondido en un árbol, retirado del camino.

—¡Tengo las bolas rojas, seguro me quedarán así y ya ni pelo me nacerá!— Exclamó con un leve llanto, Alicia no sabía si reír o golpearlo por asustarla así. Gabriel salió con sus pantalones puestos y la abrazo.

—Que voy a hacer bebé— le hablo con tanto drama que Alicia solo quería reír.

—Qué exagerado amor— le dijo Alicia, dejando un corto beso, para seguir caminando.

Sus mentes empezaron a viajar lejos, a reconocer que esa aventura les dejaría muchas marcas, no solo físicas, también psicológicas, no se salvarían de llegar a tener muchas pesadillas más adelante y eso que aún no se daban cuenta de lo que realmente estaba pasando.

Pasaron más dos horas hasta que llegaron, todo estaba un poco cambiado, con colores o negocios nuevos. Algo extraño para Alicia, quien era quien más atenta estaba, los demás solo pensaban en querer salir.

Lo principal era buscar donde llevar a Winder para que lo atendieran, Alicia, quien era la que sabía el idioma alemán, buscaba sin parar, hasta que Winder casi gritó.

—¡Mierda!— exclamó Winder, con todo eso del dolor y como encontraron las cosas, olvidaron totalmente que sus tarjetas y el dinero en efectivo estaba en los bolsos.

—¿Qué pasa amor?, ¿Te duele mucho?—

—¿Como carajos nos vamos a ir de aquí? Nos quedamos sin dinero y sin tarjeta.— Hablo Winder haciendo que su pierna doliera.

La preocupación inundó a todos, sentándose en la plazita a pensar con tanta pensadera, el hambre empezó también atacar y ni se diga de la sed.

Estaban sintiendo que el sufrimiento seguía y esta vez no tenían la menor idea de que hacer.

—Iré a preguntar dónde queda un hospital o ambulatorio que te puedan atender— hablo Alicia, acercándose a una tiendita.

Las personas la recibieron con algo de recelo, Alicia trató de hablar rápido y así no incomodar, le dieron la dirección, agradecían que no estaban lejos.

Alicia estaba por darse vuelta cuando algo llamó su atención, un calendario grande, donde claramente estaba la fecha de ese día en grande.

20 julio del 2024.

Alicia trataba de buscarle la locura a ese almanaque, tal vez un recuerdo que querían tener.

—¿Disculpen, que hora tienen?— la señora volteo su teléfono y le mostró la hora, nuevamente Alicia se fijó la fecha, era la misma.

—¿Por qué tienen la fecha del 2024? No estamos en el 2022?— las mujeres se vieron a la cara, sintiendo algo de miedo.

Empezaron a pensar que se trataba de una loca. Para no seguir incomodando, Alicia regreso con los chicos sin recibir respuesta, quedando con esa gran confusión.

—A una cuadra está el hospital, ¿puedes caminar?— les comunico Alicia, Winder asintió poniéndose de pie.

Alicia caminaba y no se le salía de la cabeza lo que había pasado minutos antes.

—¿Qué tanto piensas Amor?— pregunto Gabriel después de un buen rato.

—¿Creen en la posibilidad de que el tiempo aquí haya pasado mucho más? ¡Exageradamente!— indagó Alicia.

—Después de ver todo lo que vi, creo en todo— respondió Winder.

—¡Uy no!, a mí no me gustaría, ¿saben cómo deben estar mis padres si eso pasará?— recalcó Renata.

—Tampoco pidas tanto bebé— se burló Gabriel.

Alicia quería decirles lo que había pasado, pero mejor decidió quedarse callada y seguir en silencio hasta llegar al hospital. Luego buscar una las maneras de ver cómo comunicarse con sus familiares y que le mandarán para su regreso, así de fácil lo veían.