Después de que el Rey Evans se llevara a la fuerza a Liliam, la vida de su hermana Sandra cambió bruscamente, su padre le ha dejado a cargo de las obligaciones de la hacienda, su vida deja de tener sentido para ella, pero comienza a tener un poco de luz cuando el General Itans llega a la hacienda para cumplir con la misión que el encomendó el rey, pero sin esperar lo que le tenía deparado el destino. Segundo libro de Corazón de Piedra.
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CELEBRACIÓN
...ITANS:...
Ya había pasado una semana desde que tuve mi último encuentro con la Señorita Sandra, entre tantas obligaciones no habíamos podido hablar más allá de un saludo y una frase pero me reconfortaba ver esa sonrisa, sus hermosos ojos llenos de calidez y dulzura.
La noche de la celebración había llegado, obviamente Sandra tuvo que ayudar a preparar algunos bocadillos pero siempre le tendí mi mano, también tuvo que limpiar y adornar la sala y el patio donde se recibirían a los invitados , en ningún momento ví a la Señorita Clara, todo el tiempo estaba ausente jamás la veía ayudarle a su hermana mayor. Yo nunca dejé que mi hermano trabajara solo, todos dábamos un grano de arena cuando era necesario pero al parecer la familia de Sandra era diferente en ese aspecto.
Me alisté en mi cuarto, no tenía otra vestimenta elegante que no fuese mi uniforme así que no me quedó más remedio que usarlo. Me coloqué los pantalones blancos junto a las botas negras pulidas, la camisa blanca y arriba mi uniforme. Deslicé mis manos por las mangas con suavidad y abotoné los botones dorados, ajusté la solapa y toqué las medallas. Las limpié, se habían llenado de polvo y eso me resultó molesto, en la hacienda no era el general, extrañaba mis obligaciones en el palacio y también a mi ejército pero al pensar en la Señorita Sandra aquella añoranza desaparecía, mis sentimientos hacia ella se estaban volviendo más fuertes que la necesidad de volver al palacio y eso jamás me había ocurrido con Anabella, por ella quise renunciar pero para no tener que verle el rostro.
Me coloqué los guantes blancos y ajusté el cinturón dónde enfundaba mi espada.
Tuve que afeitarme la barba y peinarme el cabello hacia atrás.
Estuve listo y salí del cuarto.
Mi único motivo al estar allí era pasar un rato diferente con la señorita.
En el patio el Señor Cuper estaba recibiendo a las personas que llegaban y se acercaban para saludar, él respondía cortésmente y las personas bien vestidas y maquilladas observaban todo a su paso.
El patio estaba iluminado por candelabros y las columnas estaban adornadas con cintas y enredaderas de flores, todo eso lo había hecho la Señorita Sandra.
Me acerqué y en seguida la atención fué dirigida a mí, obviamente con mi uniforme todas las personas se interesaron en conocerme. El Señor Cuper los complació y me presentó con mi título de general y socio, muchos alzaron las cejas ante aquellas dos palabras. Los invitados eran tal cual los había descrito la señorita, interesados y falsos como sus adornos y pelucas pero yo los traté con cortesía.
Me adentré en la sala y estaba tan iluminada que parecía un pequeño palacio, también había adornos de flores y listones en los marcos de las ventanas y en las paredes, el techo.
La sala había sido despejada de los sillones para una pequeña y larga mesa con aperitivos y copas de vino. Aún no estaba la Señorita Sandra pero el lugar empezaba a tornarse concurrido cuando los invitados entraban.
Esperé junto a la mesa de aperitivos, todos los rostros eran desconocidos para mí. Al parecer no iba haber música pero en seguida lo pensé divisé a un hombre que hablaba con el Señor Cuper con una funda de violín en la mano. También llevaba una de esas pelucas blancas, unos zapatos de terciopelo y unas medias blancas ajustadas con pantalones verdes y chaqueta del mismo tono. Esa vestimenta se repetía en diferentes colores en todos los caballeros de la celebración, eran comerciantes y terratenientes, un poco menos prestigiosos que los invitados en las celebraciones del palacio. La diferencia era que los invitados del Señor Cuper no llevaban joyas de importante valor y el lenguaje era más coloquial.
En seguida observé como el Señor Cuper le daba la bienvenida a Derek, llevaba el cabello amarrado a una coleta y bien peinado hacia atrás, con un traje café y un pañuelo de ceda envuelto en su cuello, estaba acompañado por un hombre y una mujer de la edad del Señor Cuper. Todos vestidos con el mismo estilo, la señora tenía el cabello negro, agarrado con peinetas y estaba exageradamente maquillada mientras que el señor tenía una peluca gris.
También había una señorita de cabello negro, tenía el mismo rostro de Derek pero con la diferencia de rasgos femeninos, supuse que era su hermana.
Me di cuenta de que la Señorita Sandra tenía razón al decir que eran altivos, observaban todo con ojo crítico y una ceja elevada.
Me moví entre las personas para hablar y en seguida la mirada de esa familia me siguió con asombro e interés, el único despectivo fue ese chico.
El violinista empezó a tocar en una esquina después de que todos los invitados llegaran y el Señor Cuper dió unas palabras desde la escalera para que todos prestaran atención. No fueron más que palabrerías de agradecimiento a los invitados y también alardeó un poco sobre su regreso al mercado.
La celebración dió comienzo después de unos aplausos.
Yo estaba ansioso, con la mirada en la escalera para estar atento cuando la Señorita Sandra llegara, era nuestra primera cita y no quería perder un momento con ella, ese era nuestro trato y nuestro único motivo al estar allí.
Bebí de una copa que tomé de la mesa, yo no solía disfrutar de las fiestas en el palacio siempre estaba ocupado vigilando que ningún mal acontecimiento se generara y el Rey Evans nunca me daba descanso cuando había una celebración, así que esa era la primera vez que iba disfrutar de la bebida y la música.
— General Itans — Dijo alguien y salí de mis pensamientos, Derek se acercó junto a su familia, parecía que lo habían obligado a presentarme.
— Señor Derek — Dije como saludo.
— Mi familia quería tener la dicha de conocer a un miembro de la corte, espero no le moleste — Su rostro era indiferente, parecía ensayada su frase.
— No es de ninguna molestia — Incliné mi cabeza en una pequeña reverencia hacia su familia pero mentí.
— Soy Madison — Dijo la Señora mientras extendía su mano — Un gusto conocerlo General Itans — Tomé su mano.
— Encantado.
— Yo soy Alber — Dijo el Señor, me dió un apretón firme y asentí.
— Yo soy Leticia — Dijo la señorita mientras sonreía con interés, le devolví la sonrisa con amabilidad, elevó su mano con guantes de ceda para que depositara un beso allí, lo hice solo por cortesía.
— Mi esposo es un prestigioso terrateniente, sus tierras están muy cerca de aquí, si gusta puede ir cuando le guste... — Dijo la Señora mientras entrelazaba el brazo de su marido — Tal vez le interese hacer negocios.
Solo sonreí, jamás haría negocio con gente tan arrogante.
— Nuestra familia estará muy estrechamente relacionada con la familia Cuper gracias al futuro compromiso de Derek con la Señorita Sandra... Así que estaremos muy cerca de la realeza — Dijo el señor Cuper — Así que será costumbre vernos muy frecuentemente.
— Oh, interesante — Dije, tratando de sonar realmente interesado.
— ¿ Qué negocios tiene con el Señor Cuper? — Preguntó el señor.
Yo no tenía ningún negocio.
— Soy socio — Mentí de nuevo, ese era mi falso motivo al estar en la hacienda.
— ¿ Comparten...
— Disculpe pero no es momento para hablar de negocios, estamos aquí para divertirnos — Corté sabiamente.
— Tiene razón.
— Las parejas están empezando a bailar — Dijo la hermana de Derek.
Se había abierto un pequeño espacio para que las parejas bailaran.
— General Itans ¿ Por qué no invita a mi hija a bailar ? — Preguntó la señora y la hija me observó con una sonrisa, se sonrojó.
— Madre, no molestes al General Itans con...
— No es ninguna molestia para él, cualquier hombre estaría encantado de bailar contigo — La reprendió su madre con evidente interés, obligando a su hija callar, me observó de forma amable — ¿ No es así general ?
Me sentí incómodo — Por supuesto pero...
— El General Itans es muy caballero, nunca rechazaría una invitación así — Dijo Derek con claras intenciones de molestar, le dí una mirada discreta de molestia pero sonrió abiertamente.
Le había dado mi palabra a la Señorita Sandra, bailaría únicamente con ella.
— Lo siento pero en estos momentos no deseo bailar — Dije y la familia entera pareció escuchar alguna ofensa.
— ¿ Acaso está esperando a alguien más? — Preguntó Derek con un tono insinuante, no tenía derecho a decirle que la Señorita Sandra iba romper con él, no me correspondía.
— No, no no tengo acompañante — Tuve que mentir de nuevo, si decía que estaba esperando a la Señorita Sandra lo iban a malinterpretar y la iban a juzgar.
— ¿ Entonces qué problema tiene al bailar con mi hermana? — Insistió.
— Ninguno...
— Entonces vayan a bailar — Dijo la madre y le dió un leve empujón a su hija.
La señorita sonrió incómoda.
Tuve que invitarla a bailar para sacarla de la presión de su familia, seguramente iban a reprenderla si no lograba bailar conmigo. Lo haría únicamente por cortesía.
Así que caminé con aquella señorita a la pista de baile y empezamos a bailar.
...SANDRA:...
— ¿ Estás segura que no quieres bajar a la celebración? — Le pregunté a Clara mientras maquillaba mis labios de carmesí.
— No, no quiero tratar con esa gente falsa e hipócrita — Se quedó cruzada de brazos.
— No lo tienes que hacer por los invitados, vamos a divertirnos — La invité pero me observó desganada.
— No tengo ganas.
— Clara, no vas a estar encerrada en ésta habitación toda la vida — Dije y se encogió de hombros.
— Lo sé pero hoy no, Sandra — Suspiró pesadamente.
No dije más y me alejé del espejo cuando terminé de alistarme. Me giré hacia ella.
— ¿ Cómo quedé? — Preguntó y me evaluó detenidamente.
— Estás hermosa — Dijo con una sonrisa cálida.
Le devolví la sonrisa y sentí mariposas en el estómago.
— Será mi primer baile con el General Itans y estoy un poco nerviosa.
Se acercó y tocó mi mejilla.
— Tranquila, te irá bien y el General Itans se quedará de infarto cuando vea lo hermosa que estás.
— Bueno, deséame suerte.
— Mucha suerte y diviértete — Murmuró y le dí un abrazo.
— Muchas gracias.
Caminé hacia la puerta y salí.
Toqué la falda de mi vestido mientras me detenía en el pasillo, asegurándome de estar bien. Me coloqué un hermoso vestido azul de falda de campana y hombreras que dejaban mis hombros desnudos, con escote en forma de corazón combinado con unas zapatillas de tacón color blancas.
Recogí la mitad de mi cabello con una peineta y dejando la otra mitad suelta. Mi maquillaje fué sutil, labios carmesí, rímel y sombra de ojos melón. Me coloqué unos pequeños aretes dorados, guantes de encaje blancos como accesorios.
A pesar de usar corset toda mi vida aún no me acostumbraba a qué mis costillas estuvieran aprisionadas mientras bajaba las escaleras.
El bullicio de las personas en seguida se escuchaba junto con la suave melodía de un violín.
Había muchas personas en la sala, caminé entre ellas mientras buscaba al General Itans con la mirada.
— Hija, estás hermosa — Dijo mi padre mientras se acercaba.
— Muchas gracias papá.
Derek me divisó y también se acercó.
— Estás hermosa Sandra, me alegra verte — Dijo él mientras sonreía.
— Gracias Derek.
— Oh, Señorita Sandra, me alegra verla — La madre de Yered se acercó y me besó la mejilla, jamás había sido tan amable conmigo — Estás hermosa.
— Sin duda alguna no nos equivocamos al aceptar a ésta señorita tan bonita — Dijo su padre pero eso no me hizo sentir más cómoda.
— Mi hija tiene algo que decirles — Se adelantó mi padre mientras me tomaba de la cintura, dándome un empujón.
Todos se mostraron tan emocionados, tomé valor y suspiré pesadamente
— No me casaré con Derek — Solté y la familia entera borró sus sonrisas, Derek frunció el ceño.
— ¿ Cómo qué no te casarás con mi hijo ? — Toda la amabilidad de su madre desapareció de inmediato.
— No lo amo y lo siento por eso — Dije apenada pero firme, observé a Derek quién se mostró dolido.
— ¡ Esto es una humillación ! — Se quejó el padre de Derek — Nos invitó únicamente para hacernos éste desplante — Le reclamó a mi padre y él negó con la cabeza.
— No, pero es la decisión de mi hija y no me queda otra cosa que hacer sino aceptarla — Dijo mi padre y le agradecí con la mirada.
— ¡ No voy a permitir esto, mi hijo no merece esto... Su hija debe cumplir con su palabra! — Gruñó la madre histérica.
— Yo solo le dí oportunidad para cortejarme, en ningún momento mencioné un compromiso... Y él debe entenderlo, mis sentimientos han cambiado — Dije mientras mantenía la barbilla elevada.
Derek soltó un jadeo y se marchó hacia la salida.
— Esto es una ofensa, te arrepentirás — Dijo su madre — ¿ Dónde está mi hija ? No pienso estar aquí ni un momento más.
La buscó con la mirada y seguí su vista hacia un grupo de parejas bailando en medio de la sala.
Sentí algo extraño y amargo cuando divisé al General Itans bailando con la hermana de Derek, me sentí tan dolida.
Parecían divertirse y no comprendí absolutamente nada. Ni siquiera había notado cuando llegué, estaba, concentrado en ella, bailando con ella cuando me había dado su palabra de que solo bailaría conmigo y que iba ser nuestro motivo y únicamente nuestro momento pero ahí estaba con otra y eso me hizo sentir tan enojada.
La madre se aproximó al grupo e interrumpió el baile, el General Itans se separó de ella rápidamente.
La hermana de Yered hizo un gesto de desaprobación cuando su madre la obligó a marcharse hacia la salida, todos ellos se marcharon.
Caminé lejos de la presencia del General Itans.
Saludé a muchos de los invitados aunque no me agradaran.
Fuí a la mesa de aperitivos y comí uno.
— Buenas noches Señorita Sandra — Dijo una voz detrás de mí.
Me giré, el General Itans me sonrió mientras me observaba maravillado.
— Está muy hermosa ésta noche — Me observó intensamente.
Me enojé aún más al pensar que en mi ausencia el podría estar dándole la misma mirada a esa chica.
Estaba muy guapo con su uniforme impecable, azul oscuro con dorado, su cabello bien peinado hacia atrás y afeitado. Lucía tan bien vestido del ejército.
Me llegó un olor a fragancia.
No dije nada. Se quedó desconcertado ante mi actitud.
— ¿ Qué sucede mi señorita? — Preguntó e intentó acercarse pero retrocedí.
Me tomó de la mano, llevaba guantes blancos.
— Yo no soy su señorita así que no me toque — Me zafé de su agarre.
Se quedó confundido como si no hubiese hecho algo mal.
— ¿ Qué le sucede ?
— Disfrute de la celebración — Dije mientras hacía ademán de marcharme pero me tomó del brazo y me guió hacia la cocina, lejos del ruido y de la gente.
Me soltó pero se colocó frente a mí.
— ¿ Qué es lo que tiene ?
— ¿ Cómo puede llenar de ilusiones a alguien, prometerle cosas y luego hacer otras ? — Se me aflojaron las lágrimas.
— No sé de qué habla — Dijo.
— Estaba bailando con esa señorita, ni siquiera me notó — Me crucé de brazos.
— Lo hice por cortesía, solamente fué por eso... No tiene nada de malo bailar con otra señorita — Dijo y solté un gruñido.
— Usted me dió su palabra de íbamos a bailar, era nuestra cita y no hay un tercero en las citas.
Se acercó — Cumpliré mi palabra, no tenía ninguna intenciones con esa señorita, solo estaba siendo amable.
Negué con la cabeza — Pues lo arruinó, olvide esto, fué una mala idea.
Salí por la puerta trasera lejos de la celebración.