Alas Negras

Ocho horas habían pasado desde que Nico había partido cuando el teléfono de Enzo empezó a sonar con un número oculto.

- Hola- contestó.

- Hola Enzo- escuchó la voz de Nico- me dijiste que cuando llegara te llamara y así lo estoy haciendo.

- ¿Nico donde estás ? Todavía no puedes haber llegado a Japón.- tarde se dio cuenta que no debió decir aquello.

- ¿ Quien te dijo que vendría a Japón?  Jajajajajaja ,Enzo,  sigues subestimando a Anna,  bueno lo importante, ya estoy en la casa y estoy muy feliz, gracias otra vez, te llamaré dentro de unos días. - y colgó el teléfono,  parece que ya era costumbre que le colgaran el teléfono.

Enzo siguió con el teléfono en la mano y le marcó a Angelo.

- Angelo,  busca en el aeropuerto en que vuelo subió Nico,  no fue a Japón,  nos engañaron, contacta con el detective a ver que te dice. No demores.

A las dos horas apareció Angelo,  traía una memoria usb en las manos y una cara de no haber conseguido mucho.

- No sabes cuanto dinero me costó lo que traigo y al final no nos lleva a nada, el detective no contesta, debe estar volando todavía, y las cámaras del aeropuerto, aquí está la grabación, ten, pon esto.- esperó que Enzo conectara la memoria- Como verás la azafata lo lleva a una sala vip y de ahí sale con Anna,  nosotros la buscábamos por Japón y ella estaba junto a nosotros,  solo pude averiguar que subieron a un jet privado pero los registros fueron borrados, así que no pude saber a quién pertenece ni cuál era su destino.

- Ella estaba aquí.

- Nico te advirtió que la próxima vez que la vieras era porque ella quería,  y si te fijas, no se ocultó de las cámaras en ningún momento, incluso las miró de frente, ella sabía lo que nosotros tramábamos y sabía que buscaríamos en las cámaras del aeropuerto.

- Mira a ver que haces con mi teléfono para ver si consigues de que número llamó Nico.

- Enzo,  lo voy a hacer pero ya sabes la respuesta,  Anna tiene una mente que viaja a la velocidad de la luz.

- De todas maneras prueba.

Mientras, Nico se había convertido en el niño más feliz del mundo, tenía el amor de Anna y lo mejor, dos hermanos que aunque exigían toda la atención para ellos lo hacían sentir en una verdadera familia, si solo su tío no hubiera sido tan tonto, estaría disfrutando él también de esta felicidad.

El pequeño Aidan era como estar mirando a Anna,  el pelo rojo y los ojos azules le daban la belleza rara que tanto gustaba a todos de su madre y era un niño dócil y amoroso; y la pequeña Ciara, ella hacía gala  del significado de su nombre, pequeña de cabello oscuro, era como ver a su padre y a Nico juntos, tenía la misma cara de esos dos hombres, sus ojos y hasta su caracter, era voluntariosa y reservada y todos terminaban haciendo lo que ella deseaba. Los pequeños ya tenía un año y medio y mientras Nico jugaba con ellos, Anna los observaba,ella solo pensaba si estaba haciendo bien en ocultarles su existencia a Enzo.

Ya era tarde, los pequeños estaban durmiendo y en la sala solo quedaban Anna y Nico,  el estaba con la cabeza sobre los muslos de ella y ella le acariciaba  el pelo.

- Mamá¿ Algún día vas a decirle a Enzo de Aidan y Ciara?

- No lo se amor,  por ahora no, esa mujer sigue en la casa y no quiero ponerlos en peligro,  bastante ya tengo contigo lejos, sin saber si estás bien.

- No te preocupes por mí,  yo me se defender.

- Si me preocupo, aunque te sepas defender eres un niño y tus hermanos son pequeños todavía para estar expuestos.

- Aunque no lo creas, yo los miro y siento pena por él,  Enzo a su manera, ha sido un buen padre para mí, y aunque yo le diga que lo odio no lo hago, y sé que será un buen padre para mis hermanos también.

- Él lo será,  pero tiene que ablandar su corazón,  el cree que amar lo hace débil,  y tiene que aprender que no es así, si no logra entender eso no puede amar de verdad. ¿Nico, me puedes complacer en algo?- le pidió ella-¿Puedes volver a decirle tío? Si tu no quieres no lo hagas, pero si es solo por castigarlo, creo que ya puedes parar, eso a él le duele mucho, tú eres lo que le queda de la única persona que de verdad él ha  querido.

- Lo intentaré,  lo hago como tú dices por castigarlo, pero ahora ya se me hizo una costumbre llamarlo así.

- Te agradezco que pienses en él,  ven vamos a dormir,  aunque te aviso que cuando amanezca seremos más en la cama, esos pequeños demonios aparecen siempre.- le dijo ella con una sonrisa.

- No importa,  extraño mucho dormir contigo.

La vacaciones de Nico se fueron más rápido de lo que a él le gustó,  había pasado un mes con Anna y los pequeños. Eva, la cocinera de Anna lo había tratado con mucho cariño,  como si en verdad él fuera el hijo de ella y le había contado muchas historias de cuando Anna era una niña, Eric se había desvivido por complacerlo y había conocido a Liam,  que aunque no le agradó mucho porque se veía estaba enamorado de Anna,  también se encargó de que el tiempo que pasó allí fuera el mejor. Y ni hablar de los mellizos, estar con ellos fue lo mejor, hasta le decían nito, una manera particular que encontraron en su lenguaje de decir hermanito. Pero lamentablemente tenía que regresar.

Ya Enzo intentó jugárselas con el viaje de ida, esta vez para el regreso no le avisarían,  y para mayor seguridad,  Eric sería quién lo acompañara. Fueron en el jet privado y cuando ya estaban en tierra Eric llamó a Enzo para hacerle saber que en una hora debía recoger a Nico en el aeropuerto,  cuando ya el tío estaba allí, Eric le entregó el niño a otra azafata de confianza y se fue en el avión antes que se encontraran el tío y el sobrino,  así evitaban que Enzo intentara hacer algo contra Eric.

- Hola tío- le dijo el niño cuando se encontraron.

- Vaya, si que la pasaste bien, hasta volví a ser tu tío.

- Enzo,  no tientes al señor, parece que te gusta más que te llame por tu nombre.

- No, solo quería molestarte, me gusta tío.  ¿ Puedo abrazarte? Te extrañé de verdad.

- ¿ No será que quieres pegarte a mi para ver si tengo el olor de mamá? Venga te dejo que me huelas, dormí todas las noches con ella, seguro se me pegó.

- Nico,  no te pases.

- Bueno,  si no quieres probar, tú te lo pierdes.- y empezó a caminar hacia el auto.

- Espera chiquillo, dejame abrazarte, da igual a que hueles, te quiero.