Dereck Cooper

Dereck

Me quedé viendo sus labios temblorosos separasen de a poco\, Tomé su cabello entre mis dedos y descansé mi erecci*n en su boca. Cerró los ojos respirando pesadamente. No sé qué es más tierno\, esa mirada de vergüenza y lujuria o la timidez con la que me aguanta con su boca. M*sturbé un poco con la otra mano\, y lo introduje en su boca muy lentamente. Abrió los ojos y se me quedó viendo tan fijamente\, que no puede controlar la corriente que me atravesó al ver sus ojos fijos en mí. Con las mejillas encendidas y la boca ocupada es de la única manera en la que dejará de hablar y llevarme la contraria. Acaricié su cabello y moví con ligereza la cadera. De sus bellos ojos brotan lagrimas que encienden mi alma a tal punto de quemarla entera. Cerré los ojos dejándome llevar por esa boquita chiquita y habladora. Así la quería tener desde hace mucho\, acallándola con mi grosor\, que de su garganta solo salga ese ruido que me lleva y me atrapa en el éxtasis.

—Ves que no es tan difícil obedecer lo que le mando, Wilson — aumenté el ritmo de la cadera, con gran necesidad de sentir la estrechez de su garganta y lo bien que me recibe.

Mordí mi labio y dejé escapar un gemido muy gutural detenido todo movimiento, o me hará explotar en segundos. Sali de su boca y tomo aire con dificultad. Sus lágrimas están vivas en sus mejillas. La recosté nuevamente en la cama y propagué besos por toda su piel. Nunca se me había cruzado por la mente que fuese la mujer mas hermosa que haya podido ver. Sus curvas son perfectamente preciosas. Su piel es tan suave y adictiva, cada proporción está muy bien planteada en su cuerpo. Definitivamente, he descubierto una perla preciosa en un mal empaque. Sus temblores se han vuelto más constantes. Quiero ser memorable en su vida. Sé que solo será una única vez, pero cuando piense en quien besó y acarició cada rincón de su piel fui yo, tiemble y se humedezca con el simple hecho de recordarlo.

Besé sus muslos tensos y me hundí en el mar de su centro. Tan húmeda, tan adictiva, tan única. Arqueó la espalda sin dejar de temblar y sin dejar de gemir finamente. Sostuve sus piernas a la vez que mi lengua recorrió y probó de esos labios. Me tiene bien alto con el sabor de su más profundo interior.

—Oh, mi Dios — gimió e introduje la lengua en su interior —. Voy a morir...

—Morirá de placer — susurré oliendo su caliente feminidad.

—Se siente raro — sonreí.

—Se siente muy rica, Wilson — lengüeteé sin penetr*r y otro espasmo sacudió sus piernas —. Y sabe muy deliciosa — dejé un beso y ascendí a su vientre —. ¿Por qué me estaba escondiendo todo esto, Wilson?.

—Me gusta la ropa holgada — gimoteó —. Nunca me ha gustado mostrar mi cuerpo a otros...

—De ahora en adelante solo me lo va a mostrar a mí — me posicioné en medio de sus piernas sin dejar de besar su piel —. Nadie más puede tenerla así de expuesta como lo está ahora, Wilson. Supongo que podemos alimentarnos el uno del otro por un tiempo.

—¿Qué esta tratando de decirme, Sr. Cooper? — separe sus piernas y se tensó al sentir mi miembr* rozar sus pliegues.

—Relájate — susurré conteniendo el inmenso deseo que tengo de hundirme con fuerza en ella — Piensa en otra cosa...

—¿Cómo en qué?... — besé sus labios y de a poco me hundí en su interior.

Instintivamente sus piernas y brazos se aferraron con fuerza a mi cuerpo, quizás tratando de quitarme de encima o quizás empujándome más hacia sus adentros. No lo sé. Lo único claro que tengo en este momento, es que su calentito interior se siente jodidamente bien. Sus lagrimas mojaron mis labios y las borré de sus mejillas tratando de ser lo más cuidadoso posible.

—No se vaya a mover, Sr. Cooper — susurró con voz temblorosa —. Me está rompiendo...

—Del buen modo, Wilson. No estoy haciendo nada. El dolor ya pasará — cómo me pide que no me mueva, si es que estoy que exploto como un maldito necesitado —, creo...

—¿Cree?.

—Sí, pues nunca había estado con una virgen. Además, que ha de ser casi igual a la de un hombre, ¿no? Duele, pero ya luego no — entré por completo y se quejó enterrando las uñas en mis brazos —. Solo relájese, Wilson... es todo lo que tiene que hacer.

—¿Cómo me pide tal cosa si me estoy quemando ahí?.

—No exagere, Wilson. Solo será un poquito de dolor... — besé sus labios tratando de apaciguar el dolor —. Me hubiera mantenido en su boca, así la tendría calladita y ocupadita — se quedó en silencio y sonreí.

—Usted... — suspiró —. Muévase, pero no mucho...

—No abstenga a un hombre cuando está demasiado sensitivo, Wilson. Solo Dios sabe el gran esfuerzo que estoy haciendo para no tomarla como se debe — moví ligeramente la cadera en círculos —. Haga silencio y disfrute...

Antes de que volviera a hablar me apoderé de su boca a la par que fui aumentando los movimientos de la cadera. Esa capa que tiene de protección en esa zona ya ha ido cediendo de a poco, me deslizo con mayor facilidad en ella. Sus quejidos fueron sustituidos por dulces gemid*s con el correr de los minutos. En su rostro no hay rastro de dolor alguno ya, ahora su expresión es una de placer puro. Creo que acabo de rodearme el cuello con una fuerte soga. Me conozco tan bien y sé que Jane será un jodido dolor de cabeza, incluso más de lo que ya lo es. Mi cuerpo encaja a la perfección con el de ella y llegar a lo mas profundo de ella. Es estar en un ensueño. Fue tan poco lo que duró el placer de disfrutar de su ser, que no pude evitar tomarla de nuevo una vez más durante la noche, en mi cama y enredada en mis sabanas.

—Sr. Cooper — dejé un último beso en sus labios antes de salir en ella.

—Después de lo que ha pasado ya no deben existir formalidades entre nosotros, Jane — me tiré a su lado y se quedó viendo el techo —. Descansa...

—¿No cree que todo va a cambiar? — pellizqué su cadera y rio —. Perdón, es la costumbre.

—Supongo que si — se giró hacia mí y dándome una sonrisa cansada cerro esos bellos ojos —. Temo que sea para mal...