La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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23 - Romper Su Promesa
Con Alex tenía otro tipo de conflicto, sentía como si la mala hubiera sido yo. Cada vez que mencionaba cómo se sentía o como lo ignoraba me hacía sentir culpable. Él nunca me trato mal, pero tampoco me trato bien o me defendió, en eso se parecía mucho al ex-Alfa Caspian.
Lo único que buscaba en ese momento era evitar tener otro torturador más, no esperaba nada bueno de él, me conformaba con que no se uniera a la “diversión” de sus hermanos. Por eso siempre lo evitaba y trataba de no enojarlo.
— Lo siento Alex — susurré igual de bajito, no pude evitar acariciar su mejilla.
Vi cómo cerraba los ojos ante mi tacto, la sensación del contacto piel a piel era increíble, casi adictiva, era como pequeñas chispas que encendían el lugar donde tocará, tan placentero que no podía ni quería retirar mi mano.
Fue cuando sentí a los demás acercarse a mí, que salí de mi trance. Ian tomó mi mano dando besos en ella, Axel aún un poco temeroso se acercó y acariciaba mi mejilla. Sam, el más atrevido, me abrazó por detrás hundiendo su cabeza en mi cuello, dejando pequeños besos en él.
Ese gesto hizo que me excitara; como un acto instintivo y natural, incliné la cabeza hacia el otro lado invitándolo a seguir. Mi invitación fue muy bien recibida, los besos que antes eran tímidos y precavidos, se volvieron osados y apasionados.
Sentía la intensidad de cada contacto, el calor de sus cuerpos y la energía que parecía fluir entre nosotros. Los cuatrillizos me rodeaban cada uno a su manera, creando una mezcla de sensaciones que me hacían perder el control y desear más.
Abrí los ojos cuando sentí dos manos sostener mi cara, Alex se había acercado a mí sosteniéndome, con ambas manos, me beso. Un beso que intentó ser tierno, pero fracasó porque rápidamente se tornó voraz y dominante. Sus labios danzaban sobre los míos, su lengua pedía permiso para invadir mi boca; llevada por el momento no me resistí en lo más mínimo, nuestras lenguas se encontraron, en una breve lucha por el control, pero me rendí rápidamente solo dejé que hiciera conmigo lo que deseara.
Axel acariciaba mi espalda, de forma intensa, mientras besaba mi hombro derecho. Ian acariciaba mi vientre mientras seguía dando besos en mi mano. Los besos de Sam, viajaban entre mi cuello y mi oreja. Entre los besos de Sam y Alex, que casi me deja sin aliento y las caricias de Axel e Ian. Estaba hecha un lío, mi intimidad palpitaba pidiendo atención, estaba mucho más que húmeda, sabía que podían oler mi excitación. Eso los estaba afectando.
Alex se separó de mí luego de un largo rato, nuestras respiraciones agitadas se mezclaban mientras él acariciaba mis mejillas aún con ambas manos sujetando mi cabeza.
Sus ojos estaban negros, llenos de lujuria contenida.
— Lo siento mi Luna, rompí mi promesa — dijo con la voz ronca y una pequeña sonrisa en los ojos. Haciendo que sus hermanos se alejaran un poco de mi.
Cuando se alejaron, inmediatamente empecé a extrañar su contacto. Necesitaba tenerlos cerca tocándome de nuevo, pero no me atrevía a pedirlo en voz alta.
— Me será muy difícil darte besos tiernos. Está boquita tuya— dijo pasando el pulgar por mis labios — me enloquece.
Sentí como mis mejillas ardían aún más, por una mezcla de excitación y vergüenza. ¿En qué momento me volví tan atrevida?.
— ¿Ya se habían besado? — susurró sorprendido Sam — No es justo, Alex ya lleva dos besos — se quejó Sam como un niño quejándose a su madre por haberle dado dulces a su hermano.
Una sonrisa que no pude contener se escapó de mis labios. Sam me giro haciendo que quedara frente a él, mientras hacía pucheros. Me hubiera esperado eso del tierno Ian o del desinhibido de Axel, pero no del temible Alfa Samuel. Otra pequeña sonrisa se escapó de mi labios y lo besé, fue solo un breve toque entre nuestros labios y me alejé.
Sorprendido por mí acción, no tuvo tiempo de reaccionar. Pero cuando lo hizo me tiró hacia él haciéndome chocar con su duro pecho y soltar un pequeño grito por la sorpresa. Sin previo aviso unió sus labios a los míos.
Sorprendiéndome nuevamente su beso no fue duro y salvaje como lo esperaba. Era suave, tomándose su tiempo para saborear cada parte de mis labios, cuando estuvo satisfecho, con su lengua pidió permiso para entrar, el cual obtuvo casi instantáneamente. Al tocarse nuestras lenguas, un pequeño gruñido escapó de sus labios muriendo en los míos. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo más a mi.
No podía pensar, mi lado racional se había esfumado totalmente. Profundice más el beso quería todo, quería sentir su fuego. Su beso se intensificó, pero no se volvió salvaje. Era como si me estuviera diciendo que había tiempo.
Su beso fue suave, demostrando con cada movimiento la pureza de sus sentimientos. Me dejó una promesa imborrable de amor, protección y respeto, revelándome que, a pesar de su naturaleza salvaje, en mi presencia podría transformarse en el ser más tierno y atento, dispuesto a ofrecerme un refugio lleno de devoción y cuidado.
— Cachorra, no te quiero apresurar. Si seguimos no podré parar. — Dijo con la frente pegada a la mía y la respiración agitada. Podía ver que se estaba conteniendo. Me dio su suave beso en los labios y me abrazó, le devolví el abrazo agradecida de que pensará en mí.
— Hay dos personas que están celosas — me susurro al oído, tan bajito que estaba segura que nadie más lo pudo escuchar.
Me separé de él y vi a Ian y Axel, mirándome. Tenían miradas totalmente diferentes, Ian me miraba con anhelo y expectativa, como niño bueno que esperaba su turno. Axel por su lado me miraba con tristeza, y decepción.
Como si fuera el niño que sabía que se había portado mal y no recibiría caramelos. Mi loba me instó a ir hacia Axel primero, podíamos percibir su tristeza, eso nos estaba matando, ella solo aparecía cuando pensaba que estaba siendo injusta con alguno de sus compañeros.
No me permitiría lastimarlos y tampoco quería hacerlo. Pero ya había tenido una conversación con Alex y Sam lo que me hizo bajar la guardia con ellos; con Ian siempre fue con el que mejor me llevaba, casi no tenía reservas para él.
Me acerqué un poco insegura a Axel y lo mire, sus ojos tristes y llenos de melancolía me estrujaban el corazón.
— No tienes que hacerlo — dijo con la voz llena de amargura — No hice nada para merecerlo — continuó diciendo como niño obstinado.
Pude ver la tristeza en los ojos de sus hermanos, Alex e Ian querían acercarse pero se contenían, dándonos nuestro espacio.
— Fuiste muy bueno con mis amigos, gracias por no golpear a Andrew cuando me abrazó. — Dije con una sonrisa, levantando su mentón para que me mirara.
Vi cómo sus ojos se ponían rojos por las lágrimas y lo abracé. Estaba sufriendo, el remordimiento y la tristeza le estaban consumiendo el alma y eso no me gustaba.
Autora la haga mate de los cuatrillizos