Me Olvidé De Mí

Sabía que regresar allí podría costarme la vida, Javier no dejaría su venganza, solo esperaba que no actuara contra su hermano y su madre por ocultarle nuestro paradero. Según supe su odio era solo para mí, no estaba tan molesto con su madre o hermano como para hacerles daño. Yo lo agradecía no me perdonaría jamás si algo le pasaba a Rubén por haberme ayudado.

No entiendo como mi hijo puede pensar que parecerse a su padre podría estar bien. Pensaba que lo había criado con valores, bajo mi cuidado y el de Rubén tuvo la mejor enseñanza, le dí todo lo mejor posible, al igual que su tío. Se que fue duro la noticia, que llevaba un proceso de aceptación y que podría reaccionar así, alejándose de nosotros, pero sólo hicimos eso por su bien, debía ser capaz de comprender las circunstancias que nos hicieron tomar ese camino y fingir.

Como podría ser igual a su padre, el hombre que golpeó a su madre, el hombre que la engañaba y trataba como un objeto desechable, el hombre que puso a su hijo pequeño como fachada para vender drogas. Cómo podría un hijo ignorar a su madre, la que hizo hasta lo imposible por su bienestar, olvidándose de ella misma por dedicarse en cuerpo y alma a él.

Ahora que otra opción tenía, no ninguna, solo podía ir allí y tratar de hacerle entender a mi hijo del peligro que corría de seguir por ese rumbo. Rubén quiso acompañarme en el viaje y lo dejé, sabía que para Rubén ese también era su hijo, Augusto y Marx entendieron nuestro dilema y se ofrecieron ayudarnos en todo lo posible, incluso preguntaron si querían que viajasen con nosotros.

Aunque Marx era psicólogo estaba demasiado involucrado como para ayudarnos en ese campo y por lo otro, nos teníamos el uno al otro, Rubén y yo, era más fácil que nos escuchara a nosotros que si nos viera con nuestras parejas. Nuestro hijo no necesitaba nada más que recordar nuestro cariño por él para hacerlo entrar en razón. Igualmente, les agradecimos si buena disposición.

Viajamos juntos lo más rápido posible, llegamos al oscurecer. Decidimos ir a un hotel para no ahuyentar a nuestro hijo. Regresar fue para mí un reencuentro con recuerdos del pasado que ya estaban olvidados, guardados bajo llave en mi subconsciente, recordar me dió temor de lo que podría suceder a mi hijo más que conmigo.

Llamamos a la madre de Rubén, nuestro hijo no estaba allí, decidimos ir para esperarlo. Tomamos un taxi fuera del hotel y nos dirigimos a casa de mi ex suegra. Esperamos hasta las doce de la noche, fue en ese entonces que él apareció, estaba ebrio, al vernos su rostro se enfureció, nos echó de ahí.

Fue tanto el escándalo que hizo que nos tuvimos que marchar, de todas formas en su estado era imposible llegar al entendimiento, así lo hicimos, pero regresamos temprano, él se encontraba durmiendo aún. Mi ex suegra fue a su habitación y lo despertó. Cuando lo hizo se negó a recibirnos, pero fue tanto lo que su abuela le rogó que terminó aceptando.

El estaba viviendo todas las facetas de un niño rebelde y sin cuidado. Lo que nunca hizo en su vida ahora viene y lo hace. Se encontraba dolido, nos pidió que lo dejáramos solo, tenía una casa vista para arrendarla, no le daría más trabajo a su abuela, decía, en cuanto a nosotros nos pidió que lo dejáramos tranquilo, le gustaba su nueva vida y planeaba seguir así.

Estuvimos allí por un mes, en todo ese tiempo no hubo un acercamiento de su parte hacia nosotros, ya tenía dependencia a las drogas, lo dominaban. Estaba cayendo en un pozo bien hondo donde le costaría mucho trabajo salir. Rubén regresó a su casa, a su trabajo y ha Augusto. Quedarse conmigo no resolvería nada, yo me mudé con mi ex suegra para me ayudará, ya mi hijo se había mudado. Yo decidí quedarme un poco más, expensa a perder a Marx, pero ahora mi hijo necesitaba tener alguien cercano para cuando lo necesitara.