Se supone que, de manera tradicional, un matrimonio está hecho para toda la vida, en los buenos como malos momentos. Aun cuando aquello acarree convivir con los secretos del otro.
Jamás ella pensó que, al momento de casarse, terminaría por descubrir la relación con otro hombre que su esposo mantenía.
Él jamás creyó amar tanto a un hombre como a una mujer al mismo tiempo, aun cuando fuera mal visto aquella preferencia, en la sociedad. Aun cuando los lastimara a ambos, los obligaría a estar con él.
No obstante, para el amante, un hombre que amaba con locura a quien los demás no le permitían tan siquiera mostrarse en público... aquello se volvió un infierno.
Dafne, Samael y Dan, tres jóvenes que creen tener una vida feliz hasta el día donde sale a la luz el secreto que los hará compartir un destino lleno de dolor y odio.
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23
Como Das había regresado, Samael suspendió las secciones maritales con Dafne, sin embargo esto solo hizo volver más ansiosa a Dafne la cual despertaba todas las mañanas con el temor de que su cuerpo volviera a doler como señal de que Samael había vuelto a profanar su cuerpo, como no estaba segura en qué momento él iba a volver a irrumpir en su habitación, ella no cesó el consumo de las pastillas para dormir.
Samael estaba feliz, Das no lo rechazaba como antes, aunque no había vuelto a la normalidad, ya se sentía menos tenso con la situación y correspondía a sus besos y caricias en las noches. Esa mañana los tres se sentaron a la mesa para compartir el desayuno, el rostro de Dafne lucía pálido.
-¿Te encuentras bien?
Preguntó Samael mientras tocaba su frente, pero ella apartó su cabeza y asintió. Cuando la comida fue servida Dafne miró con asco el plato y salió corriendo hasta el baño donde vomitó, ella se quedó sentada en el piso sin fuerzas.
-Hoy irás al médico.
Samael tomó su rostro y la ayudó a ponerse de pie, ella intentó zafarse pero él la sostuvo con fuerza de la cintura y la acostó en la cama.
-Descansa un rato, nos iremos cuando ya te sientas mejor.
Ella cerró los ojos mientras sentía que todo le daba vueltas, su estómago ardía y prefirió dormir. Al cabo de una hora, Samael entró en la habitación y despertó a Dafne, Clair la ayudó a cambiarse y los tres se dirigieron al hospital. Samael se negaba a llevar a Clair, pero Dafne insistió en que ella los acompañara. Después de ser examinada Dafne esperó con impaciencia al médico mientras recibía medicamento intravenoso por la deshidratación, ella ya se sentía mejor y quería volver rápido a casa. El médico llegó unas horas después y se sintió incómodo con el silencio sepulcral que había entre las tres personas.
-Señorita Dafne, los resultados salieron bie...
-¿Ya puedo volver a casa?
Dafne interrumpió al médico con una gran sonrisa en su rostro y cara de alivio.
-Por supuesto, solo debo felicitarla, usted está embarazada.
Samael miró al médico con una sonrisa en su rostro mientras que Dafne quedó en estado de shock, sus sonrisa desapareció de su rostro y por unos segundos había perdido la noción del tiempo, sus oídos empezaron a pitar mientras miraba para todos lados como si no reconociese el lugar donde estaba. Samael la abrazó y ella no movió ni un solo músculo, Clair la miró con pesar y sufrió por dentro.
Dafne lloró en todo el camino de regreso, ella se aferraba a Clair como un niño pequeño a su madre, Samael lucía satisfecho e ignoró el llanto de su esposa mientras escribía un mensaje a su abuela.
[Ya tenemos un heredero, espero y cumplas con tu promesa]
La anciana al recibir el mensaje sonrió orgullosa y luego llamó a su secretario.
-Prepara los papeles, en unos meses Samael heredará todo.
Al llegar a la mansión, Dafne y Samael entraron juntos, las expresiones de los dos eran totalmente opuestas y los empleados que los vieron bajaron sus cabezas y siguieron su camino. Samael tomó la mano de Dafne y la guió a la habitación, al estar solo él volvió a abrazarla.
-Gracias, gracias por tener a mi hijo.
Él acarició el vientre de Dafne mientras llenaba su rostro de besos, los labios de él se humedecieron por las lágrimas de ella y él hizo una mueca de tristeza.
-Tranquila, no llores… todo estará bien. Yo te voy a cuidar a ti y a nuestro bebé.
Ella lo miró desconcertada, él parecía ignorar totalmente sus verdaderos sentimientos y eso la hizo enojar más.
-Samael…
La voz de Dafne sonó rasposa y entrecortada, él la miró al rostro con una sonrisa dulce.
-¿Qué sucede? ¿Te sientes mal? ¿Quieres algo?
Ella lo seguía mirando fijamente mientras sus lágrimas continuaban saliendo.
-No es “nuestro bebé”. Es tu heredero.
Samael quedó helado ante las palabras de Dafne, por un momento quiso creer en la ilusión que aquel embarazo iba a lograr acercarlos, pero las frías palabras de Dafne lo hicieron volver a la realidad.
-No tengo la más mínima intención de jugar a la casita contigo. Este embarazo no significa nada para mí, es solo mi boleto de libertad… Tenlo en cuenta y nunca lo olvides.
-Dafne… También es tu hijo, eres tú quien lo lleva dentro.
Samael apretaba sus puños mientras en su interior se retorcía por el disgusto.
-También lleva tu sangre y eso es suficiente para que yo lo aborrezca.
Dafne se apartó de él y abrió la puerta de su habitación indicando que saliera, él la miró con el ceño fruncido pero salió sin decir una palabra. En el momento en que Dafne quedó sola se dejó caer en el suelo mientras lloraba, estaba llena de miedo, ira, culpa y asco, estaba tan abrumada por sus emociones que solo quería gritar.
-Mamá, ayúdame…
Dafne abrazó sus piernas mientras recordaba el toque cálido de su madre y se invadió de nostalgia.
Das quien había escuchado de los empleados extraños rumores, buscó a Samael quien ya se había ido a trabajar; Sabía que algo extraño estaba ocurriendo porque Dafne se había negado a hablar con él. Samael recibió a Das en su oficina y él pudo notar que estaba de muy buen humor.
-¿A qué debo esta agradable visita?
Samael rodeó la cintura de Das con sus brazos y lo atrajo hacia él mientras besaba su cuello, Das se estremeció ante su toque y dejó escapar un pequeño gemido.
-Es.. Espera… vine a preguntarte algo.
-¿Si?
Samael continuó con sus caricias y Das perdió la fuerza en sus piernas.
-Es importante…
Das tenía el rostro rojo y su respiración entrecortada, Samael se alejó de él y se sentó en el mueble de la oficina y luego palmeó sus piernas indicando a Das que se sentara en su regazo. Él joven lo miró avergonzado, pero aun así caminó hacia él y se acomodó sobre su cuerpo.