" El Mundo Necesita Un Villano"

Mientras Sandor cargaba al hombre herido en el carruaje, Ravenna desvío la mirada, como si no quisiera mostrar interés en él.

Mientras avanzaban por el camino, el sol del medio día caía sobre ellos, y Ravenna decidió que era hora de detenerse nuevamente.

- Ravenna: Chófer, detén el carruaje.

El chófer, un tanto impaciente, obedeció a regañadientes. Ravenna bajó del carruaje y comenzó a preparar ungüentos con las hierbas que había guardado desde la vez que curó a Sandor.

Sanador se dio cuenta de lo que Ravenna quería hacer y bajo al herido para recostarlo en una mejor posición para ser atendido.

El extraño aún inconsciente con su rostro pálido y su respiración débil fue observado en silencio por Ravenna, su cabello negro despeinado, su barbilla afilada y rasgos marcados no podían ocultar su atractivo sumado al fornido cuerpo que tenía.

Ravenna observó sus manos callosas, sugerían que trabajaba en el campo o manejaba la espada, y evidentemente no era la primaria opción.

Ravenna levantó la camisa del hombre y se encontró con la herida que anteriormente había visto de forma superficial, era profunda y grave.

Con habilidad, comenzó a aplicar los ungüentos, tratando de detener la hemorragia y reducir la inflamación. Sin embargo, al ver la gravedad de la herida, Ravenna decidió que no podrían moverse de allí hasta que el hombre recuperara la consciencia.

El chófer, molesto por la demora, expresó su inconformidad.

- Chófer: ¡No podemos quedarnos aquí más tiempo! ¡Me contrataron por dos días de viaje y no estoy dispuesto a perder más tiempo!

Ravenna, sin inmutarse, respondió con firmeza.

- Ravenna: Entiendo tu situación, pero no me moveré de aquí hasta que este hombre esté fuera de peligro. Si decides irte, no tengo más dinero para pagarte, así que puedes hacer lo que creas conveniente.

Con estas palabras, el chófer, molesto, regresó por donde vinieron, dejando a Ravenna, Sandor y el hombre herido solos en medio del camino.

Ravenna se dedicó entonces a cuidar al hombre herido durante los siguientes dos días, mientras acampaban en el lugar.

Finalmente, al amanecer del tercer día, el hombre comenzó a despertar.

En el silencioso amanecer del tercer día, los pájaros comenzaron a entonar su melódico canto mientras Ravenna se encontraba preparaba ungüento para renovar la aplicación en la herida del extraño.

A medida que recuperaba la consciencia, sus ojos se abrieron lentamente, revelando un matiz verde profundo, como sí fueran esmeraldas los ojos del extraño se abrieron de par en par para encontrarse con la espalda de Ravenna.

Al abrir los ojos, el dolor envolvió cada fibra de su ser, la luz del sol perforó sus párpados, aumentando el malestar.

Observó a su alrededor, y la confusión se apoderó de, el.

- [¿Dónde estoy? ¿Cómo llegue ahí?]

 Su memoria era confusa, algunos recuerdos de lo sucedido venían a su cabeza pero solo le causaban más molestia de la que ya tenía.

Fue entonces cuando noto las curas en mi cuerpo. Vendajes limpios y ungüentos aplicados con cuidado. La sorpresa y la desconfianza se mezclaron en sus pensamientos.

Rápidamente levantó la mirada y vió a una persona de espaldas y un largo cabello plateado casi blanco, el pensó.

-[ ¿una anciana? Y... ¿un oso parece un oso...?]

Agregó al encontrarse con la imagen de Sandor dormido unos metros de el.

-[ ¿Será ella quién me curo?... de todas formas eso no importa, de seguro quiere que asesine a alguien y por eso lo hizo pero no tengo tiempo que perder... Debo encontrar a esos bastardos y matarlos...]

En la vida, nadie nunca lo había ayudado sin esperar algo a cambio, y el hecho de que esas personas, lo hubieran ayudado sin pedir nada a cambio, lo desconcertó y le hizo cuestionar sus motivos.

- [ La anciana no será un problema pero, ese hombre teniendo en cuenta mi estado actual sí llegara a despertar podría ser un gran problema... no debo dejar que eso suceda, debo encargarme de el en primer lugar]

Luego de analizar lo que creía más conveniente hacer, el se incorporó, pero antes de que pudiera hacerlo correctamente,

Mientras giraba hacia el, la voz de la mujer que consideró una anciana resonó con tranquila autoridad.

- Ravenna: sí te sigues moviendo así la herida se abría y si lo hace, no me encargaré de ayudarte nuevamente.

El hombre, sorprendido al ver que Ravenna no era una anciana como inicialmente pensó, sino una joven de belleza cautivadora, se quedó mudo y paralizado.

Se dejó caer suavemente contra el árbol, con los ojos fijos en ella, incapaz de apartar la mirada. La presencia de Ravenna había eclipsado todos sus pensamientos anteriores, dejándolo completamente desorientado .

Ravenna, sin titubear, se acercó a él y levantó la venda que le había colocado. En ese momento, la vergüenza invadió al hombre al encontrarse ante la intensa mirada de Ravenna.

Ravenna, quien continuaba su labor sin prestarle mayor atención a sus reacciones, estaba siendo observada con fascinación por el que veía atentamente como realizaba las curaciones con una destreza y serenidad.

De repente, el hombre que había estado dormido comenzó a despertarse, Ravenna, sin perder tiempo le pidió a Sandor que fuera a buscar algunas hierbas medicinales necesarias para completar los tratamientos.

Ante la solicitud de Ravenna, el hombre, cuya apariencia intimidante recordaba al tamaño de un oso, se transformó instantáneamente en un cachorro ansioso por complacer a su dueña. Con una sonrisa feliz, asintió vigorosamente y se levantó con rapidez, listo para cumplir con la tarea encomendada.

Mientras Sandor se alejaba en busca de las hierbas, Ravenna terminó de revisar las curaciones del hombre y se levantó con elegancia, sentándose a unos metros de él sin siquiera dirigirle una mirada. Sacó un libro de su bolso y comenzó a hojearlo con tranquilidad, sumergiéndose en su lectura como si estuviera completamente sola en medio del bosque.

El hombre herido, confundido por la actitud de Ravenna, se preguntó si ella tenía idea de quién era él y por qué no le preguntaba al menos su nombre. ¿Por qué simplemente lo ignoraba y se dedicaba a leer un libro en el medio de la nada?

Confundido por la actitud de Ravenna, el extraño, con la mirada fija en ella, rompió el silencio sonando casi indignado.

- Frederick es mi nombre... ¿Cuál es el de mi salvadora?

Sin quitar la vista de su libro ella respondió.

- Ravenna: no necesitamos presentación cuando no nos volveremos a ver más...

El primero pareció sorprendido, pero luego frunció el ceño con arrogancia y pensó.

- Frederick [¿ de que está hablando? ¿ me salvó y ahora piensa abandonarme? Eso... no sucederá]

Una carcajada se escuchó y luego el de dijo.

- Frederick: resulta ser que eres una mala salvadora, me rescatas pero piensas abandonarme cuando aún estoy herido... Lo siento pero no puedo permitirlo, ire contigo.

- Ravenna: no lo hagas.

Respondió de inmediato Ravenna, el la miró con curiosidad y dijo.

- Frederick: Lo haré, por dos motivos, aún necesito que atiendas y no me gusta deber favores.