¡Mi suegro mafioso me quiere!

Cuando me dijo que me iba a follar, no pude creerlo. La rabia que sentía desapareció y dio paso a la excitación. Parecía estar hablando en serio, estaba enfadado y conducía como un loco. Ya no me importaba nada más, solo quería que cumpliera con lo que acababa de decirme. Si me posee con toda esa rabia, seré una chica destrozada mañana.

- ¿Puedes calmarte? - le pedí que dejara de acelerar\, si morimos ahora no podré cumplir con su palabra.

- No me voy a calmar. ¿Viste lo que hiciste?

- Fuiste tú quien disparó.

- Al diablo con el seguridad. ¡Tuve que entrar en ese lugar!

- Monstruo\, entraste porque quisiste.

- Voy a acabar contigo\, y no me pidas que pare.

Estoy lista, siento mi ropa interior muy mojada. Se desvía del asfalto y se dirige a un camino de tierra.

- ¿A dónde vamos?

- A mi casa.

- ¿Cuántas casas tienes? - Me miró con la pregunta que hice y no respondió. - No importa\, ya sé. - Rodé los ojos.

- Cuando te lo pida\, obedece. Cuando te ordene\, hazlo sin pensar\, ¿entendiste?

- Sí\, señor Argo Romanov.

- Espero que hayas aprendido\, posiblemente alguien más pagará por tu imprudencia.

El coche toma otro camino, este es más estrecho y ya puedo ver una gran casa en frente. ¿Sabrá Loretha de esta casa? Salimos del coche y entramos, la vivienda es muy bonita por cierto.

- ¡Sube! - me pide que suba las escaleras y él viene detrás de mí. - ¿Este vestido no está demasiado corto\, Fiorella? Casi puedo ver tu vagina.

No respondí, pero me reí disimuladamente. ¿Por qué se está quejando? De todos modos, ya lo va a ver. Cuando entramos en una habitación, empiezo a sentirme ansiosa y nerviosa. De nuevo, mi cuerpo empieza a temblar, mis manos. Él se quita el abrigo negro, el guante y el arma del portafusil y los coloca sobre una cómoda.

Se vuelve hacia mí y recorre mi cuerpo con la mirada, deteniéndose en mi escote. Me encantaría poder leer sus pensamientos.

- ¿De verdad vas a...? - pregunté tímidamente.

- ¿Tienes miedo\, Fiorella? Hablé en serio cuando dije que te iba a poseer.

- No tengo miedo. - lancé mi bolso a la cama.

- Siéntate ahí\, vamos a hablar. - me senté. - ¿Estás segura de esto?

- Sí.

- ¿Tienes plena consciencia de que "esto" no puede salir de esta casa? Mañana fingirás que no ha pasado nada\, y no quiero celos.

- Tengo plena consciencia de todo eso\, Argo.

- Señor Argo. - me corrigió.

- Entendido\, señor Argo.

- Muy bien. - desabrochó un par de botones de su camisa negra y se colocó frente a mí. - Será solo hoy\, solo esta noche\, y cuando Jared descubra que ya no eres virgen\, tendrás que buscarte la vida. Será mejor que te vayas ya pensando en una buena excusa para dar.

¿Solo me quiere follar hoy? Mierda, esto será demasiado para mí. ¡Y hay algo más! Mi prometido se enterará algún día, y cuando eso suceda, ¿qué voy a decir?

- De acuerdo. - luego pensaré en las consecuencias.

- Y por último\, lo más importante. ¿Estás enamorada de mí\, Fiorella?

Mi corazón se detiene con esa pregunta. Él me mira esperando mi respuesta, cuestionándome con los ojos.

- No estoy enamorada de ti\, solo siento atracción\, eso es todo. Después de hoy\, nunca volverá a pasar.

- Muy bien. No puedes enamorarte\, Fiorella\, soy un hombre casado y nunca dejaré a Loretha.

Algo dentro de mí comienza a doler. Me siento dudosa si quiero seguir con esto. Me levanto de la cama y él me empuja de nuevo hacia ella.

- Creo que no quiero\, señor Argo. - el cabrón me mira y empieza a desabrocharse la camisa. Ese pecho hace que retroceda en lo que acabo de decir. Este hombre es maravilloso.

- Va a doler. No seré cariñoso contigo. Si dices que no quieres\, una vez más\, nos iremos de aquí ahora mismo.

- Quiero. - si piensa que voy a rendirme\, está equivocado. - Y creo que tienes miedo de enamorarte de mí\, señor\, por eso todas estas reglas.

- Será imposible\, aunque seas hermosa y deliciosa. - miró mis pechos.

- ¿Cómo lo sabes\, si todavía no lo has probado? - él mordió su labio inferior y me hizo abrir las piernas\, mis manos están frías.

- ¿Ya te has masturbado\, Fiorella? - preguntó mientras miraba mi vagina.

- Sí\, una vez.

- ¿Has tenido un orgasmo?

- ¿Qué es eso?

— ¡Maldita sea, Fiorella! Vas a tener un momento inolvidable ahora mismo. — me quitó las bragas. — ¡Qué coño tan pequeño de mierda! Felicidades, muñeca, se ve muy apetitoso.

Abrí las piernas, no tuve vergüenza, él me miraba con tanto deseo en su rostro, quería que se arrepintiera de lo que dijo, que esto solo sería una vez.

Él me colocó en medio de la cama y me invadió con su boca. Cerré los ojos fuertemente, qué cosa tan deliciosa. Esto es exquisito, la mejor sensación del mundo. Agarré las sábanas, mi cuerpo colapsó, tenía ganas de gemir, pero me contuve. Argo Romanov me estaba comiendo y sujetaba firmemente mis dos muslos, los tiraba hacia su boca, sentí su lengua alcanzar mi ano. Su barba rasguñaba mi piel sensible. Tiene una boca deliciosa y su lengua me lleva al cielo.

— Gime, niña insolente, quiero escuchar tus gemidos mientras te follo con la lengua. — comienza a hacer movimientos de vaivén, sacando y metiendo, luego chupa el clítoris.

— Aah... — no pude aguantar y empecé a gemir. Sentí algo maravilloso dentro de mí. Mi cuerpo quiere retorcerse, echo la cabeza hacia atrás y suplico. — No... no pares, señor Argo.

Metió un dedo dentro de mí y luego otro. Sentí dolor y al segundo, levanté la espalda cuando empecé a vibrar. Gemí muy fuerte mientras él chupaba y metía los dedos.

Si esto es un orgasmo, quiero tenerlo todos los días, a todas horas. La mejor sensación del mundo. Sentí algo cálido deslizarse en mi interior. Me invadió con la boca, chupando el líquido. Creo que se lo está tragando. Abrí la boca y contuve la respiración cuando una ola magnífica de placer me invadió. Solté el aire cuando mi cuerpo se relajó. Mi corazón latía a mil por hora, mis brazos y piernas temblaban.

— Fuiste rápida, y qué sabor. — dijo mientras yo calmaba mi respiración.

Me pidió que me levantara para quitarme el vestido.

— Mi coño duele. — me quejé.

— ¿Con dos dedos? Qué pena, dolerá mucho más. — se quita el cinturón y baja los pantalones.

Tiene un volumen enorme detrás de los boxers, finalmente voy a ver un pene, y no cualquiera, es el suyo. Argo arranca la camisa de su cuerpo, agarra mi cuello y comienza a chupar mis pechos. Esto es magnífico, comienzo a sentir el calor entre mis piernas. Él podría entrar en mí ahora mismo. Dejó de chupar mis pechos y me miró.

— Eres una zorra. ¿Te las arreglarás con esto aquí? — se baja los boxers, su miembro salta hacia afuera.

Me asusté, era grande y hermoso, la cabeza sobresalía, debe ser muy sabroso también. Argo toma mi mano y la coloca en su pene. Está caliente y late en mis dedos. Hace movimientos de vaivén mientras me mira respirando agitadamente.

— Bésame, señor Argo. — cuando supliqué, negó con la cabeza.

— Sin besos, Fiorella. — agarré su cuello con una mano para obligarlo a besarme, realmente necesito besarlo mucho.

— Estoy loca por besarte, ¿lo vas a hacer?

— No te imagines lo que voy a hacer. — quitó mi mano de su pene y me colocó boca abajo frente a él, abrió mis piernas y acercó su miembro a mi intimidad. — Entrada pequeña, estrangulará mi pene. Comenzó a frotarse contra mí, forzando para entrar.

Se detuvo para tomar algo de la gaveta, lo puso entre sus dientes y lo rasgó.

— ¿Un condón? Estoy limpia. — me quejé.

— Vamos a evitar un embarazo. — dijo, me quejé de nuevo, quería sentirlo completamente sin plástico. — ¡Deja de quejarte! — me entrega el condón abierto.

— ¿Cómo se supone que lo haga? — me levanto y me quedo cara a cara con este miembro grande e intimidante.

— Abre bien esa boquita. — agarra mi cabello.

Abrí, él lo metió en mi boca. Comenzó despacio, luego lo metió más profundo. Empecé a ahogarme, gemía sintiendo el sabor de este hombre en mi garganta, salía una miel caliente y la tragaba toda.

- ¡Abre la boca\, Fiorella\, puedes hacerlo\, maldita sea! - le escuché gemir\, parecía estar disfrutando\, empezó a empujar en mi garganta mientras yo me ahogaba\, entró profundo y con fuerza y luego salió. Sujetó mi rostro para mirarlo y me acarició. - Nada mal para la primera vez. - estoy muy excitada. Comienzo a ponerme el preservativo\, él me guía con la mano. - Sin uñas. - ordenó\, comenzó a tirar hacia adelante hasta envolverlo.

Me acostó en la cama y metió un dedo en mí, luego otro.

- ¿Aguantas tres?

- Mmm. - me quejé\, ¡dos ya dolían un montón!

Sacó sus dedos de dentro de mí y me hizo chuparlos, metiéndolos en mi propia boca.

- ¿Sientes tu propio sabor\, es bueno? - asentí con la cabeza. - Es delicioso\, Fiorella\, podría chuparte durante horas. - frotó su erección en mi entrada\, forzándola hacia adentro.

- ¡Ah! - gemí cuando él entró a la mitad\, esto duele mucho\, señor.

- ¡Grita\, gime\, haz lo que quieras\, te voy a follar con fuerza\, chica!

- Entonces\, fóllame\, señor Argo\, aguanto. - grité cuando él se metió completamente\, sentí un chasquido y un pinchazo en mi zona. Él no esperó y comenzó a follarme de inmediato. Cerré los ojos y grité un poco más\, sentía mucho dolor en esa región.

- Despacio. - imploré.

- ¡Despacio\, carajo! - me agarró por la cintura y me hizo sentar en su regazo. - Te dije que iba a doler\, ¿quieres parar?

- No. - cuando él aceleró\, el dolor empezó a desaparecer dando paso al placer.

Aumentó el ritmo, agarrando firme mi cintura y haciendo que cabalgara. Me dio una fuerte palmada en el trasero.

- Mmm\, golpéame\, señor Argo. - cuando gemí\, él dio otro y luego otro más. Mi trasero ardía\, mi vagina también\, pero la sensación por dentro era lo más placentera posible.

- Yo... me voy a correr.

- Maldición\, Fiorella\, aguanta un poco más. - se quejó\, acostándome en la cama y pidiéndome que me pusiera a cuatro patas. - Levanta bien ese culo\, rica\, quiero ver ese trasero saltando en mi miembro.

Él me penetró de nuevo sin compasión. Grité alto de dolor y placer. Sentí sus dedos pasando por mi ano, escupió, acarició y metió un dedo, me retorcí mientras él follaba en los dos lugares.

- Para\, necesito hacer pis.

- Hazlo en mi polla. - él gimió y dijo.

Cerré los ojos con fuerza cuando pensé que no tenía otra opción, iba a orinar en el miembro de este implacable hombre y pasar vergüenza. Él aceleró y metió tan fuerte que grité, no pude hacer más que gemir. Algo cálido comenzó a salir, me sentí más lubricada y relajada, escuché un gemido ronco y alto escaparse de sus labios, disminuyó lentamente y salió de mí, vaciándome, sintiéndome destrozada por él, caí como una piedra en la cama.