UN ALFA CON DOS LUNAS

...Javier....

Llegué a Puerto Rico. Me hospedé en un hotel con vista al mar. Me asomé por la ventana para tomar aire y ahí estaba ella. Qué suerte la mía. La encontré sin siquiera salir a buscarla.

Salté por la ventana y corrí, la vi distraída. Estaba muy enojado con ella, me lastima el no tenerla cerca pero no le importa. Ella se giró y al verme pareció asustarse.

— Al fin, llevó meses buscándote.

— Hola. Y adiós. — Intentó escapar, ¿Adiós?, en tu otra vida querida, la tomé del brazo y le inyecté un cálmate mágico. La tomé en brazos y me la llevé, mañana estarás marcada pequeña delincuente.

...Yulexi....

Desperté en la misma habitación de antes, los brazos de Javier estaban alrededor de mi cuerpo. Revisé de inmediato mi hombro y no había nada aún. Respiré y luego pensé en que debía hacer. Intenté levantarme pero apenas me moví el habló.

— Ni siquiera lo pienses brujita.— Se acostó encima mío y está vez no tenía esa mirada siniestra. Me veía con ternura y con una mirada que solo le he visto a mi padre por mi madre y a los protagonistas de novelas por sus novias.

— Lobito apestoso todo tiene una explicación.— El no parece de mal humor cómo ayer. Sólo necesitó tratarlo con dulzura y tal vez pueda escapar.

— No me importa, ahora sólo importa que estás conmigo y que te voy a marcar. — Parece que mi plan no está funcionando. Pero no dejaré que el me haga lo que quiere. Eso no, antes muerta que marcada.

Lo empuje con todas mis fuerzas y logré aventarlo lejos de mi. Me levanté de la cama y corrí a la puerta.

— Eres más fuerte de lo que pensé. Pero no lo suficiente. — Caminó hacia mi de nuevo, me cargó en sus brazos y me aventó a la cama. Tenía un mal presentimiento sobre lo que pasaría aquí.

— Cumple tu promesa, dejá que te marqué.

— No quiero. — Y menos de la forma en la que el quiere hacerlo.

— Por las buenas o por las malas lo haré, tu decides como lo quieres. — Esa amenaza me sonó muy fuerte. Yulexi usa tu inteligencia..

— Yo soy la luna de tu padre. No tienes derecho a marcarme. — ¿Eso fue lo más inteligente que se te ocurrió?, ¿eres estúpida o qué.? ¿Qué pasa si se enoja y lo hace por las malas.?

— ¿Qué dijiste?

— Tu padre es mi maté. — Ya me había puesto la soga al cuello, qué más daba si la apretaba un poquito más.

Javier estaba inmóvil.

— Mientes, tú no eres luna de el, tu eres mía, eres mía, solo mía. — Me besó con brusquedad mientras destruía mi ropa.

— Suéltame. — Lo empuje pero el ya estaba encima de mí con mi ropa rota.

— No. Tú eres mía y hoy vamos a unirnos. — ¿Unirnos.?

— Únete con otra.

— Mi luna eres tú, no otra. — No tuve opción, le aventé un hechizo de sueño. El se durmió de inmediato. Pero se que no va durar mucho. Me levanté con la ropa destrozada y busque en el armario.

Me puse un conjunto nuevo y salí, pero al llegar al portón me dí cuenta de que no podía ir más allá. Había una barrera invisible que no me dejaba cruzar. ¿Qué carajos hizo ese lobo apestoso.?

El beta de Javier llegó por mi.

— Sí valoras tu vida apartarte. — Amenace.

— Aunque quiera salir no podrá, está casa tiene un hechizo para impedirlo. — Me contó Benjamin.

...Javier....

Esa brujita si que es poderosa. Nadie nunca me pudo echar a dormir. Y ella lo logró. Pero fue sólo por unos minutos. Salí de la habitación y la vi en el portón, menos mal le dije a la bruja que pusiera un hechizo o se me habría escapado de nuevo. No estoy dispuesto a estar sin ella más tiempo.

— Benjamín déjame sólo.

— Cómo digas. — El se retiró.

— No des un paso más. — Advirtió mi luna..

— ¿De que tienes miedo?, soy tu maté, tu dueño. Me perteneces.

— No por mucho. Yo Yulexi Ferrer, hija de la diosa luna te rechazó a ti Ja...

Sellé sus labios con los míos, no iba a permitir que rompiera la unió, sobre mi cadáver.

— Déjame. — Me empujó pero sólo logró despegarse unos segundos, volví a tomar sus labios y a besarlos con intensidad. Ella me volvió a empujar y está vez si logró alejarme por un momento. — Eres un animal.

— Te llevaré a la habitación, ahí te mostraré que tan animal soy.

— Sigue soñando, prefiero morir antes que ser tuya. — ¿Prefiere morir.? Sus palabras me dolieron. Pero no era momento se sensibilidad. Era momento de actuar.

— No colmes mi paciencia, eres mía acéptalo ya.

— Es más fácil si aceptas que no quiero estar contigo..

— Eso jamás lo aceptaré. Tú tienes que ser mía, así lo quiso la Diosa luna y así lo quiero yo. — La atrapé en mis brazos de nuevo.

— Déjame en paz. — Me dió un fuerte pisotón y aunque me dolió no afloje el agarré. — Entiende que no te quiero. — Otra vez el corazón me dolió. Pero cómo dije antes, no es momento de sensibilidad.

— Tarde o temprano me vas a querer. — La cargué cómo un costal de papas y la lleve de vuelta a la casa ella me pateó y está vez si me dolieron sus golpes.

— ¿Es que no escuchas.? soy la maté de tu padre.

— Mientes. — Jamás voy a compartir lo mío con nadie.

— Javier, tus padres vinieron.— Bajé a Yulexi. Ella perdió el color de su rostro cuando vió a mis padres. Había un odió muy profundo en sus ojos.