El Juego Del Amor

Charlotte continúo con su juego de seducción, quería verlo a sus pies como a los demás, por un momento pensó que sería imposible, este hombre era diferente a los otros, pero en estos momentos se dió cuenta que, a pesar de ser diferente, también lograría llamar su atención y este se había convertido en un desafío.

Juan Pablo, por fin salió del hipnotismo, al escuchar la voz de uno de los vendedores

-señor venga y lo acompaño para que se mida está ropa-lo acompañó hasta el vestidor, mientras estaba acomodándose el pantalón, Charlotte le dijo desde afuera

- estás listo?- el apenas tenía el pantalón, le respondió

- por favor, me pasa la camisa- ella rodó la cortina que los separaba y le mostró la camisa, al ver los músculos de aquel hombre, quedó sumergida en aquel cuerpo, ella también sintió la misma sensación que el sintió por ella, sus palabras huyeron de sus labios, sintió un calor recorrer su cuerpo, aquellos ojos grises quedaron inmóvil ante lo que estaba mirando, Juan Pablo un poco avergonzado le arrebató la camisa de las manos y cerró la cortina, dejándola inmóvil y desarmada.

Charlotte reaccionó y se pasó la mano por la cabeza soltando un soplido de su boca, esperó a que el saliera, cuando por fin salió, estaba completamente vestido, Charlotte quedó satisfecha con lo que vió y le dijo

por lo menos la ropa te queda bien- se dirigió al vendedor- empaque eso, no los llevamos, lo demás también lo llevamos, ya después que Juan Pablo estuvo listo se retiraron, así fueron de tienda en tienda, comprando cuánta cosa Charlotte vio que necesitaba, ella se detuvo y cuál niña hizo un puchero diciéndole con ojos de niña

- por favor Juan Pablo, podemos descansar? Ya me duelen los pies y tengo hambre- esto le causó tanta gracia a el que no tuvo opción que decirle que si

- está bien, pero recuerda que debo estar en la oficina en la tarde

- chévere! Conozco un restaurante buenísimo por aqui-

Ambos caminaron hasta donde ella dijo, Juan Pablo jamás había entrado en un lugar tan lujoso, se sentía tan abrumado, el aún llevaba su ropa sencilla, mientras que ella iba vestida de Dolce Gabbana, al entrar al salón lujoso, sintió que todos los miraban, se sintió tan miserable en ese momento, sorpresivamente Charlotte agarró el brazo de Juan Pablo, trató de soltarse pero ella lo tomó con fuerza y le habló que solo el escuchó

no se te ocurra! Es de mala educación, que una dama entre a un lugar de estos sola sin la protección de un caballero- Juan Pablo nuevo en todo esto no pudo discutirle nada.

Ya sentados, Charlotte le sugirió que comerían.

Ella jugueteaba con su dedo sobre la mesa, el la miraba, parecía una niña, hasta que se decidió a hablar

- en realidad eres una niña

-te parece?-ella contestó con sus ojos desafiantes- el continúo hablando

- cuando te veía a lo lejos te creía más adulta, pero hoy que te he visto tan cerca, me doy cuenta que casi eres una niña, esa noche en el club no me fijé mucho de eso

- parece, pero no, he vivido muchas cosas y soy una mujer, cuentame algo, tienes esposa?

- por qué tanto interés en saber eso?

-no, por nada, solo curiosidad

-que pasó con tu novio? Pudieron arreglar las cosas?

- no es mi novio, todos los relacionan conmigo porque fue mi primer novio y estuvimos así, yo me iba a estudiar el se quedaba, cuando yo venía de vacaciones volvíamos y así

-entonces está vez regresaron

- no es tu problema!- Juan Pablo se sintió avergonzado ante su reacción agresiva, en verdad nunca supo por qué se tomó tantas libertades, por un momento olvidó que estaba frente a Charlotte del Rio, la hija de su jefe.

cómo lograste que mi padre quisiera cambiar tu ropa?

-me toca exponer unos balance en la junta de esta tarde

- cómo pasó eso? De cuando acá los vigilantes entran a la junta directiva?

- que tienes en contra de los vigilantes?

- nada, solo son vigilantes, solo eso, pero... No respondiste mi pregunta

-quizas si estuviera más pendiente de las cosas de su padre supiera lo que pasó- estás palabras la hicieron molestar, en verdad el tema de la empresa de su padre no le agradaba para nada y contestó irritada

- la verdad es que usted y yo no podemos tener una conversación agradable, lo que si le digo es que aunque la mona se vista de seda, mona se queda- diciendo esto último Charlotte agarró su móvil y comenzó a ver las redes, separandolos un silencio profundo.

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