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EL DESTINO DE SER REINA (REINA ISABEL 1 DE INGLATERRA)

EL DESTINO DE SER REINA (REINA ISABEL 1 DE INGLATERRA)

Status: Terminada
Genre:Completas / Amantes del rey / El Ascenso de la Reina
Popularitas:3k
Nilai: 5
nombre de autor: Luisa Manotasflorez

Este relato cuenta la vida de una joven marcada desde su infancia por la trágica muerte de su madre, Ana Bolena, ejecutada cuando Isabel apenas era una niña. Aunque sus recuerdos de ella son pocos y borrosos, el vacío y el dolor persisten, dejando una cicatriz profunda en su corazón. Creciendo bajo la sombra de un padre, el temido Enrique VIII, Isabel fue testigo de su furia, sus desvaríos emocionales y su obsesiva búsqueda de un heredero varón que asegurara la continuidad de su reino. Enrique amaba a su hijo Eduardo, el futuro rey de Inglaterra, mientras que las hijas, Isabel y María, parecían ocupar un lugar secundario en su corazón.Isabel recuerda a su padre más como un rey distante y frío que como un hombre amoroso, siempre preocupado por el destino de Inglaterra y los futuros gobernantes. Sin embargo, fue precisamente en ese entorno incierto y hostil donde Isabel aprendió las duras lecciones del poder, la política y la supervivencia. A través de traiciones, intrigas y adversidades

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CAPITULO 20

El Ardor del Deber

**Los días pasaron lentamente** en el palacio\, pero el tiempo parecía detenerse cada vez que Isabel se encontraba con John Hawkins. La atracción que sentía por él crecía en silencio\, como un fuego incontrolable que amenazaba con consumir su razón. Cada vez que asistía a las reuniones del consejo\, luchaba por concentrarse en los problemas del reino\, pero su mente siempre vagaba hacia la imagen del pirata con sus ojos azules y su sonrisa encantadora.

**Durante una de estas reuniones**\, mientras sus consejeros debatían sobre las rebeliones en Escocia\, Isabel sintió que la tensión en la sala se hacía más palpable. El peso de la corona parecía más pesado que nunca\, y ella\, la reina\, tenía que mostrar fuerza y determinación. Sin embargo\, en el fondo\, sus pensamientos estaban llenos de imágenes de John\, entrenando en el campo\, su sudor brillando bajo el sol\, sus músculos tensándose con cada movimiento.

**“Isabel\, ¿estás con nosotros?”** la sacó de su ensueño la voz de un consejero. Ella parpadeó\, consciente de que había estado mirando por la ventana\, perdiéndose en sus pensamientos. **“Lo siento\, estaba considerando nuestras opciones en Escocia\,”** respondió\, tratando de recuperar su compostura. Pero la chispa en su pecho era difícil de ignorar.

**Después de la reunión**\, mientras paseaba por los jardines del palacio\, se encontró con John. Estaba hablando con algunos marineros\, gesticulando animadamente mientras compartía historias de sus aventuras en el mar. Isabel se detuvo\, escondiéndose detrás de un arbusto\, sintiendo que su corazón latía con fuerza. **“Dios mío\, ¿qué me pasa?”** se preguntó a sí misma. Esa sensación era nueva\, y\, al mismo tiempo\, desconcertante.

**Mientras lo observaba**\, un escalofrío de emoción la recorrió. John se volvió\, sus ojos se encontraron con los de ella\, y el mundo pareció desvanecerse. Era como si\, en ese instante\, el aire entre ellos se cargara de electricidad. **“Isabel\,”** murmuró él\, acercándose con una sonrisa pícara. **“¿Te gusta lo que ves?”**

**Ella se sintió atrapada**\, con el aliento entrecortado. La atracción era innegable\, pero también lo eran sus responsabilidades. **“Debo mantenerme alejada\,”** pensó\, recordando el peso de la corona que llevaba sobre sus hombros. No podía permitir que sus emociones nublaran su juicio\, no cuando el reino estaba en juego.

**A medida que las semanas avanzaban**\, la presión de la corte y los problemas en Escocia se intensificaban. Isabel intentaba concentrarse en sus deberes\, pero su mente se desviaba hacia John cada vez más. **Era una batalla constante entre el deber y el deseo**\, y\, aunque luchaba por mantener la calma\, el ardor en su interior no podía ser ignorado.

**En una ocasión**\, durante un banquete en la corte\, Isabel se sentó al lado de John. La conversación era animada\, llena de risas y alegría. **“Así que\, ¿qué harías si fueras rey?”** le preguntó él\, inclinándose hacia ella con esa familiar cercanía que la hacía sentir viva. Isabel sonrió\, pero en su mente\, el peso de su posición la mantenía alerta.

**“No puedo ser reina y entregarme a mis deseos\,”** respondió\, intentando mantener la seriedad. Pero la forma en que John la miraba\, con esos ojos azules llenos de admiración y travesura\, le hacía dudar.

**Mientras hablaban**\, la distancia entre ellos se acortaba. Isabel podía sentir el calor de su cuerpo\, la intensidad de su mirada. **“¿Por qué no puedes dejarlo todo atrás?”** le preguntó John\, casi en un susurro\, lo que la hizo temblar. La pregunta la llevó a una encrucijada interna; ella deseaba la libertad\, pero su deber como reina siempre la mantenía atada.

**Finalmente\, un día**\, después de una intensa reunión sobre la situación en Escocia\, se sintió agotada. Salió al balcón para tomar aire fresco y\, al mirar hacia el horizonte\, vio a John entrenando con algunos soldados. **Sus músculos se movían bajo la luz del sol**\, y ella se sintió abrumada por la visión. Cada gota de sudor que caía de su frente la hacía desear más que solo ser una reina.

**“Esto es una locura\,”** murmuró para sí misma\, sintiendo que la tensión entre su rol y su corazón la devoraba. **No podía dejar que esto interfiriera en su reinado.** Pero\, mientras miraba a John\, la idea de ser solo Isabel\, una mujer libre de la carga de la corona\, parecía cada vez más tentadora.

**Isabel sabía que no podía dejarse llevar por sus sentimientos.** Era la reina\, y su deber era primero. **Sin embargo\, mientras el sol se ponía en el horizonte\, su corazón seguía ardiendo con el deseo de ser más que una monarca.** La lucha interna que enfrentaba la mantenía despierta por las noches\, y aunque intentaba aferrarse a su papel\, la presencia de John Hawkins seguía siendo un recordatorio constante de lo que podía ser\, de lo que realmente deseaba.

**Y así**\, con cada día que pasaba\, Isabel se enfrentaba a la realidad de ser no solo una reina\, sino una mujer atrapada en un mundo de deseos prohibidos. Su corazón latía con fuerza\, y la pregunta seguía resonando en su mente: **¿Podría algún día ser ambas cosas?**

###  El Deseo Restringido

**Isabel se encontró atrapada** en un constante tira y afloja entre el deber y el deseo. La intensidad de su atracción hacia John Hawkins crecía con cada encuentro\, y aunque intentaba mantener la compostura en la corte\, era cada vez más difícil ignorar la conexión que existía entre ellos.

**En cada evento público**\, sus miradas se cruzaban\, una chispa de complicidad iluminando el aire entre ellos. Era un juego peligroso\, uno que desafiaba no solo su posición como reina\, sino también las normas que regían su vida. **“¿Qué diría la corte si supieran?”** pensó\, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. El susurro de los nobles y la vigilancia constante de su entorno eran constantes recordatorios de que no podía permitirse mostrar debilidad.

**Un día\, durante un banquete**\, mientras los nobles se reían y conversaban\, Isabel sintió que John la observaba. Su mirada era intensa\, casi palpable\, y cada vez que se encontraban\, era como si el mundo a su alrededor desapareciera. **“Debo ser fuerte\,”** se decía a sí misma\, aferrándose a su copa de vino con firmeza. Pero el ardor de su deseo se hacía más difícil de ignorar\, y la tensión en su pecho se intensificaba.

**En un rincón del salón**\, su mente empezó a divagar. Imaginaba lo que sería entregarse a esa atracción\, lo que significaría dejar atrás su papel de reina por un momento de pasión. Pero en el fondo\, sabía que no podía permitir que esas fantasías nublaran su juicio. **“Soy la reina\,”** se recordó\, luchando contra la oleada de sentimientos que la abrumaban.

**Mientras el banquete continuaba**\, la conversación giraba en torno a temas de estado\, pero Isabel apenas podía concentrarse. **Las risas de la corte resonaban a su alrededor**\, pero su mente estaba atrapada en la imagen de John. **“No puedo seguir así\,”** pensó\, sintiendo la presión de sus emociones. La idea de ser vista como una mujer débil\, incapaz de controlar sus deseos\, era inaceptable.

**Esa noche\, tras el banquete**\, se retiró a sus aposentos\, su mente aún llena de pensamientos de John. La soledad del lugar la envolvía\, y la tentación de entregarse a sus deseos la mantenía despierta. **“Debo ser fuerte\,”** se repitió\, pero cada vez que lo hacía\, la imagen de sus ojos azules y su sonrisa seductora invadía su mente\, robándole el aliento.

**Durante días**\, el ciclo continuó. En cada reunión\, en cada evento\, Isabel luchaba por mantener su distancia\, pero cada vez que sus miradas se cruzaban\, era como si el tiempo se detuviera. **No podía permitirse esa debilidad**\, no cuando el trono estaba en juego\, pero la tensión entre ellos crecía\, y su autocontrol se desvanecía lentamente.

**En una tarde particularmente calurosa**\, mientras supervisaba las actividades en los jardines del palacio\, vio a John hablando con algunos de sus marineros. El sol brillaba en su cabello rubio\, y ella no pudo evitar sentirse atraída. **“Dios mío\,”** pensó\, sintiendo que su corazón latía con fuerza. **“Esto no puede seguir así.”**

**Isabel trató de concentrarse en sus deberes**\, pero la inquietud se apoderó de ella. **“Debo hacer algo\,”** se dijo\, pero ¿qué podía hacer? **No podía permitir que sus sentimientos se interpusieran en su deber como reina.** La presión de la corte era abrumadora\, y cada día que pasaba se sentía más atrapada.

**Sin embargo\, esa noche**\, mientras se preparaba para dormir\, se encontró mirándose en el espejo\, considerando la posibilidad de un encuentro con John. **“Solo una conversación\,”** pensó. Pero en su interior\, sabía que eso podría ser el inicio de algo más\, algo que no podía permitirse.

**Finalmente\, una tarde**\, decidió que necesitaba aire fresco y se dirigió a los jardines. Mientras caminaba\, sintió una mezcla de emoción y ansiedad. **¿Qué pasaría si se encontrara con él?** Esa posibilidad la llenaba de adrenalina\, pero también de temor.

**Al llegar a su lugar favorito**\, se detuvo y respiró hondo. El aroma de las flores la envolvió\, pero su mente seguía atormentada por el deseo que sentía por John. **“No puedo seguir así\,”** murmuró\, recordando las responsabilidades que tenía. Pero al mirar el horizonte\, una parte de ella ansiaba la libertad de ser simplemente Isabel\, una mujer que podía amar sin restricciones.

**Justo en ese momento**\, escuchó el sonido de pasos y\, al voltear\, se encontró con John. Sus miradas se cruzaron\, y el mundo alrededor de ellos desapareció una vez más. **“Reina\,”** dijo él con una sonrisa\, acercándose. La forma en que pronunció la palabra la hizo sentir como si todo lo que había estado reprimiendo se desbordara en su pecho.

**“John\,”** respondió ella\, sintiendo que el aire se hacía más denso entre ellos. **“No deberíamos estar aquí.”** La tensión entre ellos era palpable\, y aunque su mente le decía que se alejara\, su corazón anhelaba más.

**“A veces\, los deberes son una carga pesada\,”** respondió John\, acercándose un poco más. Isabel sintió que la distancia entre ellos se acortaba\, y el deseo que había estado reprimido durante tanto tiempo se hacía más fuerte. **“Solo quiero conocer a la mujer detrás de la reina\,”** añadió\, y esas palabras resonaron en su interior\, dándole una chispa de esperanza.

**Aquel encuentro marcó un punto de inflexión en la vida de Isabel.** La lucha entre el deber y el deseo continuaba\, pero cada vez era más difícil ignorar la verdad de su corazón. ¿Podría algún día ser ambas cosas? La reina y la mujer que anhelaba amar.

  La Decisión Irreversible

Después de meses de evadir su atracción\, **Isabel sintió que la presión se acumulaba en su interior**. Había tratado de mantenerse enfocada en sus deberes reales\, pero cada día se hacía más difícil ignorar la conexión que había compartido con John Hawkins. En cada evento público\, ella observaba cómo sus ojos azules brillaban con admiración y deseo\, y cómo el roce de su presencia encendía una chispa en su interior. Sin embargo\, cada vez que cruzaba miradas con él\, un tormento de emociones la asaltaba.

**Un día**\, mientras asistía a un banquete\, su corazón se hundió al ver a John hablando en voz baja con otra mujer. La sonrisa en su rostro\, el brillo en sus ojos\, era como un cuchillo afilado que la atravesaba. **“¿Por qué no puedo tener eso?”** pensó\, sintiendo una mezcla de celos y rabia. En ese momento\, algo dentro de ella explotó. La frustración y el deseo reprimido se convirtieron en una tormenta de emociones que no podía contener más.

**Esa misma noche**\, después del banquete\, John la mandó a llamar a sus aposentos privados. El corazón de Isabel latía desbocado mientras cruzaba los pasillos del palacio. **“¿Qué querrá?”** se preguntó\, pero una parte de ella sabía que estaba a punto de enfrentar el desafío que había estado evitando.

Al entrar\, se encontró con él esperándola\, su postura relajada\, pero sus ojos llenos de una intensidad que la hizo sentir vulnerable. **“Isabel\,”** dijo\, su voz profunda y resonante. **“Hemos estado evitando esto demasiado tiempo.”**

**La tensión en el aire era palpable.** Isabel trató de mantener su compostura\, pero las palabras no salieron como esperaba. **“No podemos\,”** murmuró\, aunque su voz carecía de convicción. Sabía que cada segundo que pasaba junto a él la llevaba más cerca de romper las barreras que había construido.

**“Te he estado observando\, mi reina\,”** continuó John\, dando un paso más cerca. **“Y no puedo seguir en esta distancia. La forma en que me miras… es como si me quisieras. ¿Por qué nos engañamos?”**

**Isabel se sintió acorralada**\, la presión de sus responsabilidades como reina chocando con el deseo que ardía en su interior. Pero antes de que pudiera responder\, John dio otro paso hacia ella\, y sus palabras salieron con la fuerza de una tormenta: **“Bésame\, mi reina.”**

La súplica lo dejó aturdida. **“¿Qué? No… No puedo…”** balbuceó\, aunque su corazón latía con fuerza\, y su cuerpo parecía reaccionar a su llamado. La intimidad de ese momento\, la cercanía de su figura imponente\, era intoxicante.

**“Solo un beso\,”** insistió él\, acercándose aún más\, sus ojos fijos en los de ella. Isabel sintió cómo el mundo a su alrededor se desvanecía. La lógica y el sentido del deber se desdibujaron\, dejando solo la atracción y el deseo.

**Sin saber qué hacer\, se encontró paralizada**\, la mirada de John era hipnotizante. Cada palabra que había escuchado en la corte sobre mantener las apariencias y ser una reina se desvaneció. En ese instante\, el deseo abrumador tomó el control. **“No debería…”** pensó\, pero su corazón le decía que lo quería.

Finalmente\, **con un impulso que la sorprendió**\, Isabel dio un paso hacia él\, y el espacio entre ellos desapareció. **“John…”** susurró\, y antes de que pudiera detenerse\, lo besó.

El contacto fue eléctrico, como si encendieran una chispa que había estado oculta durante demasiado tiempo. Isabel sintió que la tensión se disipaba, reemplazada por una euforia que nunca había experimentado. John la sostuvo con firmeza, y ella se entregó a la libertad del momento, olvidando el mundo exterior, los deberes, y las expectativas.

**Pero\, tan rápido como comenzó**\, la realidad la golpeó de nuevo. **“Esto no puede continuar\,”** pensó\, separándose bruscamente de él. La confusión y el deseo la envolvieron\, pero el temor de ser vista como una reina débil regresó como un eco aterrador.

**“Lo siento\, John\,”** dijo\, su voz temblorosa mientras intentaba recuperar su compostura. **“No podemos hacer esto. Hay demasiado en juego.”**

John\, sorprendido pero comprensivo\, la miró con tristeza. **“A veces\, lo que está en juego es precisamente lo que nos impide ser felices\,”** respondió\, y sus palabras resonaron en el corazón de Isabel.

**La lucha interna entre el deber y el deseo nunca había sido tan intensa**. Isabel sabía que el camino por delante sería difícil\, lleno de decisiones difíciles y consecuencias que podrían afectar no solo su vida\, sino también el reino. **“Debo ser fuerte\,”** se repitió\, pero mientras se retiraba\, el ardor de su deseo seguía ardiendo en su interior\, dejándola preguntándose si alguna vez podría ser realmente libre.

Fronteras Infranqueables

La atmósfera en la habitación se tornó densa y cargada de tensión. El beso entre Isabel y John había desatado una corriente de emociones que ambos sentían, pero la realidad de sus posiciones sociales comenzó a pesarlo en la mente de Isabel.

**“John\, no...”** dijo\, retrocediendo ligeramente mientras la confusión la invadía. **“No puedo permitir que esto continúe. Eres un pirata y yo soy la reina de Inglaterra. Hay cosas que no se pueden cruzar.”**

**“No estoy aquí solo por el título que llevas\, Isabel\,”** replicó él\, su mirada fija en la suya\, llena de pasión. **“Siento una conexión contigo\, algo que va más allá de nuestras circunstancias.”** Sin embargo\, a medida que sus palabras llenaban el aire\, John se acercó más a ella.

**La tensión aumentó cuando él\, sin previo aviso\, alzó ligeramente su falda\, intentando acercarse más a ella.** Isabel sintió un torrente de sensaciones que se entremezclaban: deseo\, temor y una sensación abrumadora de responsabilidad.

**“No\, no\, John\,”** exclamó\, apartándose con firmeza. **“Todavía no estoy preparada. No puede suceder. Hay demasiadas cosas en juego\, y debo mantenerme al margen de esto.”** Su voz tembló mientras intentaba que sus emociones no se desbordaran.

John bajó la mirada\, comprendiendo el conflicto interno que enfrentaba su reina. **“¿Por qué es tan difícil\, Isabel? Lo que siento por ti es real\, y tú lo sabes.”**

**“Lo sé\,”** dijo ella\, sintiendo el ardor en su rostro. **“Pero ser reina significa tomar decisiones difíciles y sacrificar mis deseos personales. No puedo ser vista como débil\, ni como alguien que se deja llevar por un pirata.”**

El silencio que siguió fue pesado\, ambos enfrentando la verdad de sus palabras. Isabel sintió que su corazón se partía en dos\, atrapada entre lo que deseaba y lo que debía hacer. **“Mi deber es proteger mi reino y asegurar mi legado\,”** continuó\, sintiéndose cada vez más agobiada.

**“¿Y qué hay de tu felicidad?”** preguntó John\, su voz baja pero firme. **“¿Acaso eso no importa?”**

**Isabel respiró hondo**\, sintiendo la lucha en su interior. **“No puedo dejar que mis deseos personales interfieran con el futuro de mi reino. No puedo arriesgarme a que me vean como una reina que no puede controlar sus pasiones.”**

**John retrocedió\, sintiendo el dolor de su rechazo.** La realidad de sus diferencias se hacía evidente\, pero su corazón seguía anhelando algo que parecía cada vez más imposible. **“Si alguna vez decides que este pirata no es solo un pirata\, estaré aquí.”**

Con esas palabras, John se retiró un paso, dejando que el espacio entre ellos se llenara de una melancólica realidad. Isabel, con su corazón pesado, sabía que el camino hacia adelante no sería sencillo, pero también era consciente de que cada vez que lo veía, la batalla entre su deber y su deseo se intensificaba.

**“Debo ser fuerte\,”** se repitió en su mente mientras se apartaba de él\, sintiendo que la decisión de mantenerse firme era la única forma de proteger su reino. Sin embargo\, mientras miraba a John alejarse\, una parte de ella sabía que el verdadero desafío apenas comenzaba.

###  Lágrimas de una Reina

Isabel se dejó caer sobre la silla de su despacho, el peso de su corona sintiéndose más pesado que nunca. La habitación, con sus muros de piedra y tapices ricos, solía brindarle consuelo, pero ahora se sentía como una prisión.

**“Dios mío\, ¿por qué?”** murmuró entre sollozos\, sintiendo cómo las lágrimas caían por sus mejillas. **“¿Por qué el hombre que amo no puedo tenerlo?”**

Se había permitido un momento de debilidad, una chispa de esperanza que había encendido su corazón. Pero la realidad era implacable. Las obligaciones de su corona, las expectativas de su posición, todo lo que la mantenía como reina también la mantenía prisionera.

**Las imágenes de John inundaron su mente: su risa despreocupada\, sus ojos azules como el mar\, la forma en que se había acercado a ella con una intensidad que la había dejado sin aliento.** Recordaba la forma en que se sentía al estar cerca de él\, como si el mundo se desvaneciera\, dejándolos solo a ellos dos. Pero el recuerdo de su rechazo también era claro\, y se le rompía el corazón con cada lágrima que caía.

Isabel se secó las mejillas con furia\, intentando recuperar su compostura. **“No puedo ser débil\,”** se dijo a sí misma. **“Soy la reina. Tengo un deber.”** Pero esas palabras no podían silenciar el dolor que la consumía.

La corte\, los nobles\, la política\, todo parecía tan lejano en ese momento. **“¿Qué pasa si no me casé nunca?”** reflexionó en voz alta\, dejando que la desesperanza la envolviera. **“¿Qué pasará con el reino si no tengo un heredero?”**

Las preguntas la atormentaban mientras se perdía en sus pensamientos. La historia de su familia pesaba sobre sus hombros, las decisiones de sus antepasados, las traiciones, las muertes, el legado que debía mantener. Isabel sabía que no podía permitir que sus sentimientos personales interfirieran con su deber, pero la idea de pasar el resto de su vida sin amor la aterraba.

Con un profundo suspiro\, se levantó de la silla y se dirigió a la ventana. Miró hacia el horizonte\, donde el sol comenzaba a ocultarse\, tiñendo el cielo de tonos cálidos. **“Si tan solo pudiera ser libre\,”** susurró\, deseando que los problemas del reino y el peso de su corona desaparecieran\, aunque solo fuera por un instante.

**En ese momento\, decidió que no se rendiría.** No podría tener a John\, pero aún podría ser una reina fuerte y justa. **“Debo encontrar una manera de fortalecer mi reino\,”** pensó con determinación. **“No permitiré que mis emociones me debiliten. Haré que mi legado sea uno del que se hable por generaciones.”**

Secándose las lágrimas\, Isabel sintió una nueva ola de resolución. Aunque su corazón estaba roto\, su espíritu aún ardía con la llama del liderazgo. **“El amor puede esperar\,”** se dijo a sí misma. **“Mi reino no puede.”**

Con ese pensamiento, se dio la vuelta, lista para enfrentar los desafíos que se avecinaban. La lucha por el poder, la estabilidad de su reino y el futuro de su legado estaban en sus manos, y no dejaría que nada se interpusiera en su camino.

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