Casada Por Mí Reino.

Finalmente, acompañados por Martina y Rumhi, con su bebé pequeño y algunos morenos de los más aguerridos marcharon Drago y Sol Lisbeth a Nuria dirigidos por su nuevo navegante chino. 

El señor Chu les iba contando los múltiples problemas de los mares. No solo las tormentas que venían a veces sin esperarlas y podían destruir una nave en segundos. Sino también los ataques de bucaneros y corsarios, algunos sin alma y sin piedad que recorrían los mares causando pavor a los navegantes. Cuando cruzaban algunos otros veleros Chu iba indicando por las banderolas que ondeaban a qué otros reinos pertenecían. 

Sin embargo los dioses les regalaron hermoso tiempo de navegación en esta oportunidad, no se acercaron a su nave otras con extrañas intenciones y el viento así como la agilidad de los hombres cambiando con presteza la localización de las velas extendidas los llevaban a Nuria. 

Martina y Rumhi cantaban felices en la borda. Sol Lisbeth solo miraba el horizonte de agua que se perdía sin fin a lo lejos. Su marido la tenía abrazada y recostada por su cuerpo. 

–Es hermoso el mar, amada. ¿No crees?--

–Es el dominio del Dios que desconozco pero que respeto. Es amargo, por lo que sabemos de esa amargura,ese Dios no es Feliz.

¿ Acaso amor mío, casi no te mató una vez, arrojándote con tu hermana pequeña a mí playa?-

–Solo lo hizo, para llevarme hasta ti. Eres el Sol de Drago. Y siempre lo serás. – dijo él besando su cuello. 

Llegar a Nuria le llevó algunos días pero inexplicablemente el Dios del mar se portó bien con ellos. 

Martina y Sol sufrieron poco malestar en el viaje, los hombres en cambio tuvieron que masticar muchas hojas de un Yuyo que les dió Chu para los vómitos.

Drago ya estaba acostumbrado al bamboleo de la barca y su cuerpo no sufrió por ese tema. Además estaba con su mujer y con ella todo era hermoso.

 La embarcación no tenía cuartos cerrados así que no había posibilidad de intimidad. Solo un pequeño reducto para necesidades del cuerpo que todos usaban y que caían al mar. Tenerla apretada a su cuerpo era lo máximo que Drago podía hacer y el deseo de llegar a Nuria y conseguir una Posada para estár con su mujer era mayor para él, que conocer un puerto comercial ebullente de novedades y productos del mundo todo. 

El “Girasol de Alubia” tocó puerto causando interés en muchos, mujeres y hombres que poblaban el muelle de Nuria. 

Chu arrojó la pesada ancla en el mar y ató el velero en los palos del muelle y dijo a Drago que era mejor que vendan las provisiones a primera hora antes de que ladrones pudieran invadir el barco. 

Es así que los morenos bajaron las tinajas de aceite y empezó la puja y el comercio en la misma plataforma ruinosa de madera. 

Sol Lisbeth y Drago veían la calidad del chino para comerciar y el dominio de dialectos que esté poseia. 

Recién cuando hasta la última tinaja fue vendida y entregada el grupo salió del barco con las bolsas de productos medicinales de Sol para futuras ventas. Drago llevaba la bolsa de denarios recién cosechados en su poder. Dos hombres armados quedaron en custodia del barco y recién allí pudieron salir en busca de la “Posada del Mar” que era la mejor de Nuria. 

Con el alma feliz y el cuerpo cansado, buscando un baño y una cama cómoda, todos marcharon a la Posada. 

La gente miraba el contingente de blancos , morenos y hasta un chino marchar por el pueblo causando impresión a su paso. 

Las dos mujeres con un niño escoltadas por dos fuertes hombres, uno moreno y otro rubio, fueron las que más causaron impresión. 

Eran jóvenes y hermosas y los hombres de mar siempre estaban a la espera de mujeres apetecibles a quienes raptar. 

Pero con ellas sería difícil. Los hombres a su lado estaban bien armados y parecían decididos de matar a quienes las toquen. 

El chino solo miraba a cada uno y hablaba aconsejando a Drago y a Rumi. 

Llegados a la Posada y cuando ya habían conseguido cuartos para todos se juntaron en el atiborrado salón para comer algo antes de ir a sus recámaras. 

Fue allí,que la vieron. Ella era muy bella, vestía babuchas mugrientas y el cabello muy negro largo y ensortijado. Lo más inquietante eran sus ojos y los tipos rudos que la rodeaban. 

–Es Yaolin. – dijo susurrando Chu– muy peligrosa. Fatal. Es bucanera y terror de los mares. Creo que debemos salir de aquí jefe Drago. –

– No haremos eso. Defenderemos a Nuestras mujeres con la vida si es necesario. -

– No son ellas las que están en peligro. – dijo Chu.-- Rapta hombres para sus instintos. Ese collar negro que cruza varias veces su cuello es de orejas secadas a fuego de los hombres que ella ha poseído. –

– Las mujeres y los hombres de Drago la miraron y luego se fueron al fondo del mesón a pedir su comida. 

La bucanera parecía no haber reparado en ellos. 

Seguía discutiendo y dando órdenes a sus hombres en un idioma desconocido. Pero Sol vió a varios de ese grupo con una de sus orejas cortadas de una forma extraña. 

Fue la única quizá del grupo que respetó la opinión de Chu pero el hambre y cansancio era mucho. El pequeño de Martina debía comer algo caliente pronto y necesitaban todos un baño y dormir. 

Sol Lisbeth sin embargo no se desprendió de sus armas en ningún momento y cada tanto sus ojos azules se prendían de los ojos rasgados de Yaolin. 

A pesar del peligro que significaba esa mujer, todo estuvo en paz. Comieron de buena gana trozos de carne fritos en grasa y hogazas de pan caliente. Solo evitaron tomar aguardiente. No era un lugar tranquilo y sus sentidos no podían estar embotados. 

–Cierren con cuidado y tranquen sus puertas, –dijo el chino. 

Y así lo hicieron. 

Sol Lizbeth y Drago después de un delicioso baño de tina tibia se amaron con pasión. Sus cuerpos se habían extrañado tanto que solo querían volver a ser uno.