Qué harías si un día tu vida perfecta desaparece? Qué harías si el amor de tu vida te engaña? Serías capaz de enamorarte de nuevo? Pues yo si lo hice, cuando el hombre que amaba me engaño mi mundo se vino abajo pensé que jamás volvería a querer a alguien, hasta que me di la oportunidad de conocer a Noah, solo que cuando me di cuenta que lo amaba, ya era demasiado tarde.
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Capitulo XXII Enfrentamiento
Lo primero que hice al entrar a la universidad fue buscar a Miranda, tenía mucho sin verla y ya la extrañaba.
— Hola amiga, donde estás? — Le envié un mensaje.
— Uy! Si apareció la señora casada. — Respondió Miranda.
— Así es ya estoy de vuelta, entonces me dirás dónde estás?
— En la cafetería, de la universidad.
— Ok espérame entonces, ya te llegó.
Iba caminando a la cafetería, guardando mi teléfono en la cartera, cuando tropecé con alguien, una voz chillona inundó mis oídos.
— Estúpida fíjate por dónde andas. — Levanté la vista para encontrarme con la nueva novia de Adolfo.
— Sí, deberías fijarte por dónde andas. — Le contesté y seguí mi camino, la muy media neurona se quedó pensando en lo que le había dicho.
Entre a la cafetería y busque a Miranda con la mirada, la vi en una de las mesas sentada de espalda a la puerta, me acerque a ella y le tape los ojos con mis manos.
— Adivina quién soy?
— Se escuchó un grito ensordecedor. — Mía eres tú?
Ante la mirada curiosa de los presentes, Miranda se levantó sé su silla y me dio un fuerte abrazo.
— Si, amiga soy yo, no sabes cuánto te extrañe. — Le dije sinceramente.
— Si claro, me ibas a extrañar estando de luna de miel en una isla privada y con semejante hombre, eso no tú te lo crees. — Dijo Miranda volteando los ojos.
— Pues si te extrañe, pero bueno allá tú si no me crees y cuéntame cómo están las cosas por aquí, en que andas? — Le pregunté mientras nos sentamos una frente a la otra.
— Bueno aquí estudiando, empezaron los exámenes y ando como loca, además mis padres andan intensos, llegaron de viaje hace una semana y no han parado de molestarme con sus ideas de querer casarme, o sea amiga la única loca eres tú, pero en tu caso se perdona, porque el profe está como quiere.
— Si Noah es muy guapo y me tiene loca por él, es tan atento, tan amable y cuando estamos juntos es tan apasionado.
— Mejor cállate, que te lo quito.
Ja, ja, ja nos esperamos a reír, cuando sentí que alguien me agarraba del cabello.
— A quien llamaste estúpida. — Al escuchar aquella voz tan chillona supe de quién se trataba, como pude me solté de su agarre, la empuje y le di una cachetada.
— En tu miserable vida te atrevas a volver a tocarme. — Le grite molesta.
— Como se te ocurre pegarme, está me la pagarás. — Dijo la bruta está.
— Se lanzó encima de mí, pero antes de que pudiera alcanzarme se escuchó la voz imbécil de Adolfo.
— Qué está pasando aquí?, Mía cómo te atreves a golpear a mi novia? Sé que aún estás dolida, pero entiende que yo ya no te quiero ahora amo a esta hermosa dama.— Dijo este estúpido tomando por la cintura a la descerebrada está.
— Lo mire con cara de burla y no pude detener mi risa. — Jajaja qué idiota eres, primero recoge a tu gata, segundo por mi te puedes ir por una cañería y ni por enterada me daría y tercero no me interesa tu amor y por si no lo sabes ahora estoy con un hombre de verdad, no con un pelele como tú. Miranda mejor vamonos de aquí, se siente un mal olor.
Miranda los miro con asco y salimos de la cafetería con la frente en alto, caminamos hasta la oficina del rector, llegamos a su oficina y toque la puerta, este me pidió pasar, Miranda se quedó afuera, mientras yo entré a hablar con el rector.
— Buenos días, señor. — Dije al entrar a la
oficina.
— Buenos días, señora de Fuentes, por favor siéntese. — Lo miré extrañada, como sabía él quien era yo.
— Su esposo ya me puso al tanto de la situación, así que no hay problema que se reintegre a clases, ya que Noah me dio su palabra que saldrá bien en los exámenes de la próxima semana, así que estudie y le deseo mucho éxito. — Dijo el rector algo serio.
— Gracias, señor, que tenga un buen día. — Salí de la oficina y encontré a Miranda aún esperándome.
— Eso fue rápido. — Dijo ella.
— Si al parecer Noah ya había solucionado todo.
— Te sacaste la lotería con ese hombre.
— No todo es perfecto, amiga, pero después te cuento ahora ve a clases que yo ya me voy, mañana nos vemos.
Al salir del edificio universitario, vi el carro en el que llegue esta mañana, sabía que el chófer me estaba esperando, me acerque y lo saludé.
— Gracias por esperarme. — Le dije amablemente.
— Es un gusto, señora. — El chófer abrió la puerta trasera del auto y yo me subí, le dije que me llevará a casa de mis padres, unos treinta minutos después ya me encontraba frente a la casa.
Baje del auto y entre a la casa, la señora del servicio se acercó a mí.
— Señorita Mía, bienvenida. — Saludo cortes la señora.
— Gracias Maria, mis papás están en casa? —
— Si señorita, los señores están en el estudio.
— Gracias Maria, iré con ello.
Fui al estudio y sin querer escuché una conversación de ellos dos, en esta decían que las empresas de nuestra familia habían pasado a manos de Noah y que esto era mejor a que los Albarrán se adueñasen de ellas.
— Nathalia sabes que Adolfo estaba con nuestra hija por nuestra fortuna, una vez se enteró de que estábamos en quiebra busco a otra para poder aliarse a su familia. — Dijo mi papá.
— Lo se y lo que más quería era que nuestra hija se olvidará de ese muchacho, gracias al cielo conoció a Noah y se casó con él, ese muchacho vale oro. — Dijo mi mamá.
No quise seguir escuchando su conversación así que interrumpí la misma entrando al estudio.
— Mamá, papá cómo están? — Los saludé caminando hacia ellos para abrazarlos.
— Hija, al fin regresas, te hemos extrañado mucho. — Dijo mi papá abrazándome y dándome un beso en la frente.
— Yo también los extraño mucho. — Les dije con melancolía.
Me quedé con ellos el resto del día, hablamos, nos reímos, estábamos felices de estar juntos de nuevo, mis papás como los amo.