Mi Apasionado Frederick (Dinastía Belf IV)

Susan dejo caer el cuadernillo de diseños sobre el escritorio y resoplo con fastidio.

Llevaba gran parte del día sumida en esa oficina.

Levanto la vista y se enfocó en el sofá de su oficina. Se mordió el labio recordando el glorioso encuentro con su chico tímido sobre aquel mueble.

Los golpes qué se escucharon en su puerta la sacaron de su trance.

—Susan—Adelante.

—Frederick—Ho... Hola.

Fue lo único que salió de su boca, cuando vio a Susan detrás del escritorio con una chaqueta verde y una blusa blanca de botones, ajustada a sus pechos.

—Susan—Hola.

Respondió alegre y caminó hasta él para estampar su boca, en sus dulces labios.

—Frederick—Leopoldo creó una nueva receta de galletas y... Me pidió que te trajera algunas.

Susan se sorprendió un poco, pero de igual manera tomo la caja de galletas y la mano de Frederick, para guiarlo hasta el sofá.

Frederick se puso tieso.

A lo que ella con una sonrisa, dijo.

—Susan—Solo me acompañarás a probar estas galletas. A menos que quieras repetir lo que paso la última vez...

—Frederick—A... Yo...

Susan soltó una pequeña risa.

—Susan—Ven, solo acompáñame.

En el sofá, cuando Susan se recostó en el pecho de Frederick, el chico soltó un quejido.

—Susan—¿Estás bien?.

Preguntó preocupada.

—Frederick—Si, solo es un pequeño dolor muscular.

Dudando de su repuesta, ella levantó la camisa de Frederick. Frunció el ceño molesta cuando vio el pequeño hematoma en su pecho y otro en su estómago.

—Susan—¿Quién te hizo esto?.

Indagó molesta.

—Frederick—J. J.

Respondió de inmediato ante su molestia.

—Susan—¿J. J.?.

—Frederick—E... Es mi, entrenador... De boxeo.

—Susan—No tenía idea de que te gustara ese deporte.

—Frederick—Bueno... Fue idea de Leopoldo.

—Susan—Oh, ya veo.

—Frederick—¿E... Estás molesta?.

Ella lo negó rápidamente y toco su mejilla con ternura.

—Susan—No, solo me preocupa que puedas salir lastimado.

El corazón de Frederick dio un brinco de felicidad.

—Frederick—Te... Tendré cuidado.

Susan asintió con una sonrisa.

—Susan—Esta bien. Bueno, continuemos con esta charla más tarde.

Se levantó del sofá y tiro de la mano de Frederick.

En la mansión Pussett, algunos empleados subían a la habitación matrimonial, las maletas de Susan, con su ropa y algunos objetos personales.

Cuando las empleadas salieron de la habitación, Susan abrió la primer maleta.

—Susan—La abuela mando algo para ti. Dijo que lo habías dejado olvidado en la boutique.

Frederick la miró extrañado.

Susan caminó hasta él con el libro en la mano.

—Susan—Ka-ma-su-tra. Interesante libro señor Pussett.

Dijo ella con una sonrisa divertida.

Frederick se encendió de todos los colores.

—Frederick—He...Este no...no es...

Susan no dejaba de sonreír, sabía de antemano qué ese libro le había pertenecido a su abuela Amanda y no a su tímido chico. Pero ella gustaba de verlo ruborizado.

Avergonzado, Frederick tomo el libro.

—Susan—Mientras lees un poco, yo tomaré una ducha.

Se desvistió frente a él. Frederick soltó todo el aire de sus pulmones cuando la vio caminar desnuda hasta el baño.

Frustrado, se dejó caer en la cama y se golpeó la frente con el libro. Las provocaciones y claras insinuaciones de Susan, lo llevaban al borde de la locura.

Más tarde, ambos estaban recostados sobre la cama, debajo de las sábanas. Susan se movía de vez en cuando, restregando su cuerpo semidesnudo sobre el de Frederick.

El chico solo cerraba los ojos y rogaba porque amaneciera pronto. Se giró hacia la mesa de noche y encendió la luz de la lámpara. Extendió su mano con la intención de tomar sus anteojos y se topó con cierto libro.

La curiosidad lo llevo a hojear cada página. Las ilustraciones eran obviamente explícitas y ni hablar de la descripción de cada pose.

Por la mañana, Susan se acercó a Frederick para tomar los anteojos y el libro que se había quedado abierto en su mano. Frederick se removió un poco.

—Susan—Sigue durmiendo mon chéri.

Dejo un dulce beso en su frente, camino hasta la puerta y la cerro con cautela para no despertarlo.

—Archi—Tan pronto duermes con él.

Susan pasó de largo, no tenía intenciones de perder el tiempo.

—Archi—Te exijo qué me respondas.

Archi la había tomado del brazo para detenerla.

—Susan—No estás en posición de exigirme nada.

—Archi—Por supuesto que sí. Soy yo quien se iba a casar contigo, no ese...

—Susan—No tengo tiempo para escuchar estupideces.

Susan jaló su brazo para soltarse, pero él la sujeto con más fuerza.

—Archi—¿Por que Susan?. ¿Por que me haces esto?.

Expresó con dolor.

—Archi—No tienes idea de cuanto me duele verte con él y saber que serás su esposa y no mía.

—Susan—Es difícil creerlo de alguien que disfruta provocar dolor, en alguien indefenso.

Archi se bufó.

—Archi—No es mi culpa que haya crecido como un ser patético.

Pronunció con los dientes apretados, conteniendo el odio, hacia Frederick.

—Susan—No logro entender por qué es tan grande tu odio hacia él.

—Archi—Él me ha quitado todo lo que me pertenece y eso te incluye a ti. Él te está alejando de mí.

—Susan—De antemano te aclaro que yo no te pertenezco y tampoco es Frederick quien me está alejando de ti. Fui yo quien tomó la decisión de terminar con una relación que no tenía futuro, tenía en mi mente falsas ideas de lo que era el amor cuando acepte ese compromiso, pero al paso de los días entendí que en realidad yo no te amaba y no deseaba amarrarme a un matrimonio donde los dos íbamos a sufrir.

Archi soltó el brazo de Susan y se llevó las manos a su cabello con desesperación.

—Archi—Pero mi amor por ti es muy grande, eso era suficiente para los dos.

Grito exaltado.

Los empleados qué pasaban junto al pasillo, los observaban, esperando obtener un chisme nuevo.

Archi camino ansioso hasta ella de nuevo. Ella giró su rostro.

—Kate—Lo mejor es que vuelvas a tu habitación, Archi.

Dijo detrás de ellos.

Kate había salido al pasillo cuando escucho el grito de Archi.

—Archi—No, hasta que ella acepte volver conmigo.

Dijo este sin quitar la vista de Susan.

—Kate—¡Es una orden!.

Archi empuño las manos con fuerza y se retiro del pasillo.

Susan se dio media vuelta para continuar con su camino.

—Kate—¿Lo disfrutas Susan?.

Susan detuvo sus pasos.

—Susan—No.

Respondió ya cansada de esa situación.

—Kate—Pareciera que sí.

Soltó enardecida.

—Kate—Te advierto que esta humillación qué hoy mi hijo padece por tu culpa, sabre cobrarla con sangre, si es necesario.