Segundas Oportunidades

Antes de desayunar fueron a darse un baño, o algo parecido, y cuando terminaron fue cuando comieron lo que él había traído.

- Luz estaba abajo.- le dijo a la chica mientras comían. - Me vio en boxer- ella se atragantó y cuando tragó comenzó a reírse como loca.

- No te creo Jajajajajaja.

- Ríete,  ella está loca, casi me acosó.- el hombre estaba rojo otra vez.

- Jajajajajaja,  me lo imagino, Jajajajajaja.

- Ciara,  no te rías, para mi fue vergonzoso.

- No te enfades, ella lo hizo para bromear contigo, ellas son así.  Te contaré una historia,  yo no conocí a mi padre hasta que tuve cuatro años.

- ¿En serio?- el joven no podía creer que aquel hombre que vivía pendiente de su hija aunque estuviera lejos no la hubiera conocido hasta esa edad.

- Sí,  pero esa es otra historia,  lo que te quiero contar es que cuando mi padre se apareció aquí,  mi nana Eva,  que era la madre de Luz y además de mi nana,  cocinaba casi siempre, le creó la duda a mi padre y a mi tío Angelo de que ella podría envenenarlos para vengar el sufrimiento que él le había ocasionado a mi madre,  solamente para reírse de ellos cada vez que pudiera.  Así que no te preocupes de lo que te haya dicho Luz,  es solo una broma.

- Esas señoras se divierten de manera muy extraña.

- Pero puedes estar seguro que tienen el corazón más grande que el pecho.- le dijo seria.

- Lo sé,  ella lo pasó muy mal aquellos días que tú también estabas mal.- a Ciara le cambió el semblante al recordar ese momento- shhh, no quiero verte triste- el joven le acarició el rostro- perdona por mencionarlo, mírame, yo estoy aquí y si no me echas no pienso irme.¿ Puedes sonreír?- ella le mostró una sonrisa- Mejor, te quiero.- ella volvió a escucharlo decir aquello y el corazón se le desbocó dentro del pecho otra vez.

A partir de aquel día estuvieron juntos siempre, solo se separaban cuando aparecía Enzo y por suerte las visitas del padre no eran más de un día. Y ahora las visitas se estaban espaciando un poco más,  su hermano Nico había recordado, pero antes había cometido el mayor error de su vida y eso le había costado su mujer y su hijo y sus padres estaban ayudándole a encontrarlos.

Ciara tenía siete meses de embarazo y David le había pedido en varias ocasiones formalizar su relación,  ya ellos llevaban varios meses viviendo juntos y todavía ni los padres de ella, ni la madre de él sabían de la existencia del otro, el hombre no podía entender la reticencia de ella a que lo conocieran.

Esa mañana David se había levantado bien temprano,  la noche antes ellos habían hablado sobre armar la cuna del bebé y terminar los últimos retoques de la habitación y quería hacerlo todo pronto para después salir a dar un paseo. Como lo tenía planeado salió,  armar la cuna no era muy complicado, pero como hacía algo de calor, se había quitado la camiseta. Estaba agachado en la habitación que sería del bebé,  recogiendo las cosas que había usado en el trabajo, cuando sintió una voz a su espalda.

- ¿ Puede decirme quién es usted?-  preguntó Enzo cuando encontró un hombre en la casa de su hija y con el torso desnudo.

- Yo...- solo pudo decir el chico cuando escuchó la voz de Ciara.

- Papá ¿ Cuando llegaste?

- Acabo de llegar y estoy preguntando quién es este hombre.

- Él es el vecino, que vino a ayudarme a hacer algunas cosas- le respondió ella y al mirar a los ojos a David solo vio decepción en ellos.

- Sí,  yo soy solo el vecino, y ahora que ya terminé aquí, si me disculpan me voy a mi casa. - el joven habló sin quitar la vista de la chica y salió de la habitación con el corazón destrozado.

Llegó a su casa y solo se puso una camiseta, y sin llevar más nada, se subió a su auto y se fue a Dublín sin pensarlo mucho.

Enzo estuvo dos días con su hija, quería dejarle todo terminado, así nadie tendría que andar por su casa sin camisa y la chica no tenía un minuto de paz pensando en David.

El padre se fue, pero esta vez el chico no regresó, ella lo estuvo esperando, pero nada indicaba que volvería, lo había llamado varias veces por teléfono,  pero no le contestaba y lo que en su momento fue impaciencia por verlo llegar, ahora se había convertido en desasosiego.

Ya había pasado una semana desde que David se había marchado y ella ya no podía seguir sin verlo, así que pidió un taxi y se fue a Dublín, a donde se encontraba su empresa. Llegó al lugar, no era un edificio de los más grandes de la ciudad, pero no tenía nada que envidiar a otros, bajó del taxi y se dirigió a la recepción,  y para su suerte ni siquiera tuvo que preguntar,  pues él iba saliendo en ese momento.

- David- lo llamó y él la miró,  habló un momento con la persona que tenía al lado y fue a donde estaba ella.

- ¿ Qué haces aquí Ciara?- le preguntó,  pero por su tono se veía enfadado.

- Vine a buscarte.

- ¿ Para qué?¿ No hay más vecinos por allí que te hagan las cosas que necesitas?- le preguntó con sarcasmo.

- David,  por favor,  perdóname,  vamos a hablar.

- ¿ A hablar de qué Ciara,  de cómo me niegas cada vez que tienes una oportunidad? ¿ De cómo tengo que esconderme para estar con mi mujer cada vez que aparece alguien de tu familia?¿ Tú sabes lo que yo siento cada vez que eso sucede?

- Lo sé,  créeme que lo sé. - le dijo ella con tristeza.

- Y si lo sabes, ¿ por qué lo haces?

- Por que tengo miedo.

- David- escucharon una voz de mujer y él se giró a mirar a la dueña de aquella voz- ¿Vendrás ya?

- Perdón,  creo que no debí venir- Ciara se disculpó y salió corriendo de allí.

- No Ciara espera- le dijo él,  pero ella no se detuvo- Vayan sin mí- le gritó a la otra mujer y salió a pasos rápidos a encontrar a la chica de los ojos verdes que lo traía loco,  él no podía dejar que ella se fuera pensando algo que no era.- Ciara,  no vayas tan rápido,  puede hacerle daño al bebé- le dijo en un intento de que ella se detuviera y lo consiguió- Espera un momento, no corras, ella es la esposa de Jason, mi socio.- a la chica le volvió el alma al cuerpo.

- Lo siento,  de verdad lo siento.- le dijo con los ojos húmedos.

- Oh Ciara,  mi amor, ¿ cuando saldrán de ti todos esos fantasmas?- él la  abrazó contra su pecho todo lo que le permitiera la gran barriga que ya cargaba la chica.- Te quiero, y no sabes el calvario que pasé estos días sin ti.

- Eso también lo sé, por que  yo también te quiero mucho y cuando tu no estás me parece que voy a volverme loca. - él no podía creer lo que escuchaba, al fin había logrado oírla decir algo más allá de un me gustas, ese te quiero había compensado la semana de sufrimiento que había tenido por no estar junto a ella.

- Ciara,  eres tú quién va a volverme loco a mí. Vamos a casa, necesito hacerte el amor y necesito que ese niño me patee cuando te abrazo después de terminar. - él la besó como hacía días que no la besaba, después la tomó de la mano y salieron caminando hacia su auto para regresar a su casa.