-Esto no puede continuar así María Camila, eres la mayor, no puede ser que esta sea la quinta niñera que renuncia en menos de un año-
-No queremos una extraña en casa papá, yo puedo cuidar a mis hermanos-
-Eso no está en discusión, sabes que tengo que trabajar, habla con tus hermanos de inmediato-
-Desde que se murió mamá has cambiado mucho, sabes te necesitamos en casa, mamá ya no esta y nos duele comprende esto no te duele solo a ti-
-María Camila no te vayas así, hija, escúchame-
Laura no entiendo porque tenias dejarnos solos justo en el momento en que mas te necesitamos.
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Capítulo 21: El lugar que le corresponde
Emiliano
Me alegra que Luciana me haya contado su historia. Su vida no ha sido fácil, pero siempre ha sabido mantenerse firme, sin perder su dignidad. Eso me reafirma que es la mujer correcta para mí, para mis hijos, para esta casa.
Se queda dormida entre mis brazos, tan frágil y a la vez tan valiente, que me juro a mí mismo que jamás permitiré que nadie vuelva a lastimarla. De ahora en adelante, Luciana ocupará el lugar que merece: el de mi compañera, mi amor, la futura madre de mis hijos.
Un rato después, la despierto con suavidad.
—Amor, es hora de cenar —le digo rozando su nariz con la mía.
—¿Qué hora es? ¡Los niños, las tareas! —responde sobresaltada.
—Tranquila, mi vida. Camila y Emiliano se encargaron de todo. Ven, bajemos. Tu hermana debe estar preocupada.
Al llegar al comedor, todos nos esperan. Clara corre hacia su hermana y la abraza con fuerza.
—Lucí, me tenías muy preocupada. Tania me contó lo que pasó.
—Ya todo está bien, mi niña. Cuéntame, ¿cómo te fue en la escuela? —le pregunta Luciana con ternura.
—Amiga, debo irme, ya sabes, al trabajo —dice Tania algo incómoda.
—No —intervengo—. No volverás a ese lugar. Desde mañana tendrás otro empleo. Ven temprano y te diré tus nuevas funciones aquí.
—Gracias, señor —responde ella emocionada.
Luciana me mira con una sonrisa agradecida y me da un beso en la mejilla. La cena transcurre tranquila, entre risas y conversaciones sobre el colegio. Clara no deja de hablar de todo lo que aprendió, y aunque mis hijos parecen felices, noto que mi hijo mayor guarda un silencio extraño.
Al finalizar la cena, acompaño a los niños a dormir. Luciana también se retira, pese a que le insisto para que se quede conmigo.
—No es correcto —me dice con una sonrisa tímida antes de irse con su hermana.
Esa noche no puedo dormir. Hay una idea dando vueltas en mi cabeza, y sé que antes de dar el paso, debo hablar con Camila.
Toco su puerta con suavidad.
—¿Podemos hablar, hija?
—Claro, papá. ¿Sucede algo con Lucí?
—Ella está bien, hija. Pero… he tomado una decisión —digo respirando hondo—. Quiero que Luciana viva con nosotros, en la casa principal… y que comparta mi habitación.
Camila me mira unos segundos y luego sonríe.
—¿Te vas a casar con ella?
—Sí, hija. En unos meses, si ella acepta. Pero quería saber si estás de acuerdo.
—Papá, desde que Luciana llegó, esta casa volvió a tener vida. Nos devolvió la alegría, te devolvió a ti mismo. Ella se merece ese lugar.
Sus palabras me llenan el alma.
—Tu madre siempre tendrá un lugar en mi corazón —le digo.
—Lo sé, papá. Pero ella también querría verte feliz.
—Gracias, hija. Eres mi mayor orgullo.
Camila sonríe.
—¿Qué harás con las cosas de mamá?
—Lo que tú decidas.
—Yo me encargaré de donarlas —responde con madurez.
—¿Podrías ayudarme con otra cosa? —le pregunto, algo avergonzado—. Quiero comprarle algunas cosas a Luciana, pero no tengo idea de qué le gustaría.
Camila ríe.
—Déjamelo a mí, papá. Mañana tendrás varias sorpresas para Lucí.
Luciana
Aún me duele un poco la cabeza, pero me siento tranquila. Contarle la verdad a Emiliano fue lo mejor que pude hacer. Ya no hay secretos entre nosotros, y eso me da paz.
Despierto temprano, visto mi uniforme y despierto a Clara. Está preciosa con su uniforme del colegio, aunque noto que sigue pálida. Tal vez deba llevarla al médico.
En la casa grande, ayudo a los niños a alistarse. Emiliano aún no ha bajado, así que supongo que descansa. Pasan las horas y sigue sin aparecer. Cuando Elena entra apresurada en la sala, me llama la atención.
—Lucí, el señor te espera en su habitación —dice sonriendo.
Subo sin entender del todo. Al llegar, noto que están sacando muebles del dormitorio principal. Me detengo un instante, confundida, y toco la puerta.
—¿Puedo pasar?
—Claro, amor —responde su voz.
Al entrar, lo encuentro en toalla, recién salido del baño. Me sonrojo.
—Puedo regresar después… —murmuro.
Él se acerca, me toma de la cintura y me besa con ternura.
—Solo dame un minuto —dice mientras entra al vestidor.
Cuando regresa, me toma de la mano.
—Ven, quiero mostrarte algo.
Al entrar al vestidor, me quedo sin aliento. El espacio está lleno de vestidos, zapatos y trajes nuevos.
—Este lugar, Luciana, a partir de hoy será para los dos —dice con una sonrisa—. Quiero que ocupes el lugar que te corresponde: el de mi novia y futura esposa.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—¿Esposa? ¿Estás seguro, Emiliano?
—Nunca estuve tan seguro de algo. Clara y tú vivirán aquí. Tu hermana será como una hija para mí, y tú… la señora de esta casa.
—No quiero ocupar un lugar que no me pertenece —le digo, llorando.
—No llores, amor. Este lugar es tuyo porque te lo has ganado. En esta casa siempre recordaremos a Laura, ella fue mi pasado. Pero tú, Luciana, eres mi presente y mi futuro.
Sus palabras me desarman. Mi corazón late con fuerza, y por primera vez siento que pertenezco a algo… a alguien.
Gracias por su paciencia con la espera de los capítulos...
Estoy atenta a sus comentarios.
Quién será ese hombre misterioso ??? 🤔