Todo lo que hace una mamá por el bien de su hijo.
Anastasia una joven mamá que se verá obligada a tomar una drástica desicion para salvar la vida de su hijo.
Podrá Anastasia salvar asu hijo y también encontrar el amor verdadero.
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Rocio
En una pequeña habitación se encontraba un niño con capucha sentado frente a una mesita, pintando diferentes tipos de flores en completo silencio. Anastasia estaba con Juan, admirando la gran capacidad que tenía su hijo para pintar. El pequeño Lucas había empezado a pintar desde muy temprano las flores para que, cuando su mamá llegara, ya las tuviera listas para dárselas.
El niño se dio cuenta de que había sombras detrás de él y, al voltearse, se dio cuenta de que su mamá estaba allí.
_ Mami, viniste _ dijo el niño, tirándose en los brazos de su mamá.
_ Hola, mi bebé _ respondió Anastasia, llenando de besos a su pequeño, que sonreía feliz ante lo que hacía su mamá.
_ Mira lo que te pinté, mami _ dijo el niño, bajándose del brazo de su mamá para dirigirse a su mesita y luego entregarle el dibujo.
_ Es precioso, mi amor _ respondió Ana, sonriéndole a su hijo y acariciándole levemente la mejilla.
_ ¿De verdad te gusta, mami? _ preguntó el pequeño, parpadeando varias veces.
_ Claro que sí, todo lo que tú pintas a mami le encanta, corazón. Es más, iré a comprar un cuadro para colgarlo en la pared de mi habitación _ respondió Anastasia, volviendo a alzar a su hijo.
En eso, Juan, que se encontraba en la habitación también con madre e hijo, observándolos, recibió una llamada que informaba que se suspenderían las visitas por hoy porque vendrían personas superiores para revisión.
_ Lo siento mucho, Anastasia, pero por hoy no podrás llevarte a Lucas. Los de revisión vienen hoy, ya conoces las reglas _ dijo Juan, interrumpiendo así el momento tan lindo de madre e hijo.
_ ¿Te vas, mami? _ preguntó el niño al escuchar a Juan.
_ Sí, mi amor, tengo que irme. Vienen los de control y mañana no es día de visitas, por lo que nos veremos el lunes _ dijo la chica, agachándose para quedar a la altura de su hijo, que la miraba con cara triste.
_ Pero no te preocupes, campeón. Mañana te voy a prestar mi celular para que llames a tu mami _ dijo Juan, para consolar un poco al niño.
"Ya escuchaste a Juan, mi amor. Hablaremos mañana. Pórtate bien", dijo la chica antes de despedirse de su hijo y salir de la habitación junto con Juan.
Al salir de la habitación, Anastasia no pudo evitar romper en llanto al imaginar que no volvería a ver a su hijo. Eso era algo que ella no resistiría.
"Vamos a mi oficina. Hablaremos allí", dijo Juan dirigiendo a la chica hacia su oficina.
Al llegar a la oficina, ambos se sentaron en el sofá para poder hablar. Lo primero que hizo Juan fue preguntarle a la chica qué había pasado con el padre de su hijo. Anastasia le contó todo, lo que había pasado y cuál era la condición que le puso Óscar para que fuera el donante de Lucas.
"Yo, la verdad, no sé qué decirte, Ana. Esto es muy complicado, pero como siempre, tú eres la que tiene la última palabra. Y lo que sí puedo decirte es que, por el momento, en lo único en que debes pensar es en que esas pruebas salgan como esperamos", dijo Juan tratando de animar a la chica.
"Sí, es lo único que importa. Que mi hijo por fin pueda estar sanito y pueda disfrutar de su niñez a plenitud, aunque no sea conmigo", dijo Anastasia secando sus lágrimas.
"Ana, ¿te encuentras bien? ¿Cómo que te veo muy apagada y con muchas ojeras? ¿Estás bien de salud?", preguntó el doctor al no ver tan bien a la chica.
"Sí y no. O sea, me siento extraña hace unas semanas por ahí, y más con la comida. Como que me cae pesado todo lo que como. No sé, yo creo que es por los nervios y la preocupación que tengo últimamente", respondió Ana. Hace una semana que empezó a sentirse rara, según ella.
"Entiendo. Voy a dar una receta para que tomes un medicamento. Es vitamina, para que puedas estar un poco mejor y también fortalecerte", dijo Juan.
"Está bien, gracias Juan", dijo Anastasia antes de retirarse del lugar.
Al llegar a su casa, Anastasia notó que todo estaba en silencio. Hasta una de las chicas de la limpieza bajó las escaleras y, como siempre, le mostró una mirada matadora.
"Bien, hoy mismo solucionaré esto con esta chica", dijo Anastasia mentalmente para luego llamar a la chica.
"Rocío, por favor, deja lo que estás haciendo y acompáñame a la sala que quiero hablar contigo", habló Anastasia para luego dirigirse hacia la sala seguida por la empleada que puso los ojos en blanco y empezó a hacer gestos con su cara al ser llamada por Ana.
"¿Y qué será, que quieres ahora la señora?", preguntó la empleada en tono burlesco y sonriendo triunfante.
"Saber qué es lo que te pasa conmigo, ¿por qué siempre pones mala cara cuando me ves o cuando te hablo? ¿Acaso te hice algo?", respondió la chica mirando fijamente a la empleada.
"Eso es porque a mí las trepadoras y zorritas como tú no me engañan con su carita de niña buena", habló nuevamente la empleada escupiendo con asco cada una de sus palabras.
"Eso es lo que piensas de mí, qué lástima que seas la única", respondió Ana en tono burlesco también.
"No te creas mucho, que todavía no ganaste. Yo me voy a encargar de demostrarle a todos en esta casa la clase de persona que eres. Vamos a ver si después de contarle a Antonio que le has estado mintiendo todo este tiempo sigue casado contigo", dijo la chica con superioridad.
"Ya lo sabía, estás enamorada de mi esposo. Qué patética que eres. Y si la verdad que tienes es que tengo un hijo, puedes decírselo a quien quieras, no me importa. Y para que lo sepas, ESTOY MUY ORGULLOSA DE SER MADRE", la enfrentó Ana. Ya se venía imaginando que la empleada estaba enamorada de su esposo, pues Leticia le contó que Rocío y Antonio se conocían desde hace tiempo ya.
"Si estoy enamorada de tu marido, es más, lo amo, y ninguna niñata como tú va a venir a querer quitármelo. Y no creo que tu orgullo siga cuando Antonio sepa la verdad", amenazó la empleada a Ana, que sonreía con cada palabra que decía la empleada.
"Qué lástima que tu amor por él no sirva de nada. Yo soy su esposa y tú una que simplemente limpia su casa", respondió con orgullo y diversión Ana, y para finalizar le mostró el anillo de matrimonio que tenía en su dedo.
La empleada salió furiosa del lugar y, cuando pasó al lado de Ana, la empujó hacia uno de los sillones para luego salir corriendo hacia el despacho de Antonio para quejarse ante él.