¿Mala Suerte O Destino?

...XXII....

Catalina se detuvo y parqueo frente al edificio en donde vivía Alejandro; Alexandra se quedó en el auto y ella se dirigió al departamento de su novio.

Al llegar abrió la puerta y se adentró sin hacer ruido, pero como ya se lo esperaba, Alejandro estaba ocupado, muy ocupado.

Desde la entrada se podían escuchar los gritos de Renata, quien parecía estar pasándolo muy mal.

Al escucharla, Catalina pensó:

—«Esta mujer es o se hace, como es posible que prefiera al desgraciado esté en lugar de a Sebastián»

Mientras se acercaba a la habitación saco su celular y se encontró con que la puerta estaba abierta, así que aprovecho para sacar fotografías, respiro hondo y se decidió a entrar.

—«Es hora de actuar» — ¡Alejandro!— Grito enojada.

Él se asustó tanto que se levantó de golpe— Catalina ¿Qué haces aquí te dije que estaba ocupado?

—«Serás descarado» Sí, eso veo, ¿Por qué Alejo, por qué me haces esto?

—No seas dramática, además todo esto es tu culpa.

—indignada— ¿Mi culpa?

—Sí, tu culpa por no saber complacer a un hombre, no me permites tocarte y cuando logro convencerte es un total fracaso, ya que ni siquiera te sabes mover.

—Así que esa es la razón, pues déjame decirte que el tamaño no es que de para moverse con libertad «Ay, pero que digo, el cretino tiene razón»

Alejandro se quedó inmóvil ante la respuesta de Cata y Renata trataba de contener la risa.

—Ja, ¿En serio eso crees? —la toma del brazo y la arrastra hacia otra habitación, ya allí la lanzó en la cama.

—«Que bajo fue a caer»— ¡Eres una basura— Le pega en la entrepierna, lo toma del cuello y golpea su cabeza contra la pared dejándolo inconsciente.

Después de hacerlo miro como Renata envuelta en una sábana, entro en la habitación con un florero, al parecer pensaba golpearlo con el para ayudarla.

—¿Se encuentra bien? —murmuró la joven asustada.

—Eh… —«Eso sí que no me lo esperaba»— Si estoy bien ¿Y tú?

—Sí… es… estoy bien.

***

Días antes después de su última conversación, Renata salía de la oficina de Sebastián enojada por lo indiferente que había sido.

—«No puedo creer que no me haya dicho nada, de verdad no le importa que me vaya sin arreglar nuestra relación» —mira su mano— Ah, olvidé entregarle los informes.

Se devuelve y ve que Inés no estaba en su lugar, así que siguió adelante, cuando iba a tocar la puerta escucho su nombre, así que se quedó escuchando.

—Hablas de Renata, claro que no hermano, además lo nuestro se terminó.

—Tan rápido, pensé que esta vez era en serio. ¿Entonces que le digo a mamá?

—La verdad Andrés, que ella y yo ya no salimos.

—Está bien— se levanta de la silla, lo que causa sonido.

Renata dejó los documentos sobre el escritorio de Inés y salió corriendo hacia el baño antes de que notarán que había escuchado la conversación.

En un cubículo ella lloraba amargamente por lo ingenua que había sido.

—«Qué tonta fui al creer que me quería, pero que ni crea que se librará de mí tan fácilmente».

Más tarde después del trabajo se fue a su casa para preparar todo para su viaje.

Al día siguiente y ya en su destino, se dirigió a la salida del aeropuerto, pero mientras iba buscando con la mirada a su hermana se chocó con alguien.

El desconocido la ayudo a ponerse de pie y le pregunto si se encontraba bien.

—«Es el hombre que me ayudo de caer en la fiesta»— Si estoy bien, lo siento mucho.

—No se preocupe, pero debería tener más cuidado, se podría lastimar y eso sería una pena señorita …

Renata, —sonríe— ¿y usted es?

—Alejandro Mendoza, un placer bella Renata.

—El placer es mío— Respondió mientras estrechan sus manos.

—Sabe fue bueno encontrarnos ¿Qué le parece si me da su número?

Renata accedió, después se despidieron con la promesa de reunirse pronto y así fue eran las seis de la tarde cuando recibió la llamada de Alejandro, él dijo no haber soportado las ganas de llamar para hacerle una invitación a cenar. Ya en el restaurante él se comportó como un caballero, pero como ambos no perdían el tiempo al salir del restaurante Alejandro la llevo al hotel donde se estaba hospedado.

Pasaron una noche loca, pero a la mañana siguiente él fue extremadamente grosero y cuando Renata trato de besarlo este se alteró aún más. En la noche anterior ambos habían bebido mucho, por lo que no pudieron controlar su lengua y se contaron todos sus planes.

Al ver la actitud de Alejandro, Renata se asustó y quiso salir del lugar, pero él la tomo del brazo con mucha fuerza.

—¿A dónde crees que vas?

—A mi casa ya no quiero estar aquí.

—¿En serio piensas que te dejaré ir después de lo que te conté?

—Yo no le diré nada a la señorita, pero por favor déjame ir.

—ríe— ¿De verdad piensas que voy a confiar en tu palabra? Pero sabes —la mira de pies a cabeza— tú estás muy linda y como te conté anoche, la estúpida de Catalina nunca quiere estar conmigo, así que de ahora en adelante y hasta que se me dé la gana tú serás su reemplazo en ese aspecto.

—Me niego.

—Segura, no creo que a tus jefes les agrade mucho lo que has estado haciendo.

Me pregunto que hará contigo Sebastián, si se entera de que le quitaste algunos cabellos para que pudieran meterle un hijo que no es suyo.

—«No puedo creer que le haya contado eso, ¿Y ahora que hago?»

—Ya que no hablas, tomaré eso como un : acepto ser el reemplazo de tu novia en la cama.

Renata se pudo ir a casa de su hermana después de ser obligada a tener nuevamente relaciones sexuales. Al volver se encontró con que su madre había solucionado sus problemas y ella sería quien se encargara de su hermana, así que su presencia ya no era requerida.

Regreso a ciudad A con Alejandro, quien quería tener relaciones en todo momento y en comparación con la primera vez ahora era bruto y violento.

Él la llevo a su casa para “aprovechar” el tiempo que tenían antes de volver a sus trabajos, sin más opción ella accedió.

No terminaban de entrar y Alejandro ya estaba encima de ella sacando su camisa, fueron a la habitación para continuar allí, en eso estaban cuando se escuchó la voz de Catalina llamando al hombre.

—«Gracias a Dios, nunca pensé que me alegraría tanto al verla»

La pareja comenzó a discutir mientras Renata no podía creer lo cínico que podía llegar a ser Alejandro y lo bien que se defendía Catalina era sorprendente como mantenía la calma ante las provocaciones del hombre.

Incluso sus palabras le causaron gracia, pero lo divertido se terminó cuando él se la llevo arrastrada a la otra habitación. Renata se asustó, pero al escuchar gritar a Catalina reaccionó, tomo un florero del pasillo y entro en el lugar dispuesta a enfrentarse a él para ayudarla.

Pero lo que no se esperaba era que quien necesitaba ayuda era Alejandro, que se encontraba inconsciente en el suelo con la ceja partida.