Bajo la lluvia es una historia de romance y pasión que surge de un encuentro inesperado. Mariana, marcada por un pasado complicado, conoce a Samuel, un hombre enigmático que despierta en ella emociones olvidadas. Sin embargo, cuando su exnovio reaparece, el amor se ve amenazado por los fantasmas del pasado. Entre secretos, deseo y decisiones, ambos deberán enfrentar lo que realmente significa arriesgarse por amor.
NovelToon tiene autorización de Enay Dareck para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
cap:21
El sol ya había desaparecido por completo, y la oscuridad de la noche envolvía el mundo en un manto de tranquilidad. Samuel y Mariana se habían quedado allí, en la orilla del mar, sin apresurarse, como si el tiempo hubiera dejado de existir. El suave roce de las olas, la luna que se reflejaba sobre el agua y el sonido lejano de los vientos se convirtieron en su refugio, en un espacio donde podían respirar en paz después de tanto caos.
No hablaron mucho, pero las palabras no eran necesarias. Ambos sabían lo que sentían el uno por el otro. Lo que había comenzado como un amor lleno de incertidumbres y luchas, ahora se había transformado en algo sólido, algo que, aunque no perfecto, era real. No importaban los errores del pasado ni las sombras que aún los acechaban, lo único que importaba era lo que construían ahora, juntos.
Mariana caminaba junto a Samuel, su brazo rodeando el suyo, como si intentara aferrarse a la seguridad de su presencia. En su interior, había una calma que nunca antes había experimentado, como si todo el sufrimiento, la angustia y las dudas se hubieran desvanecido con el beso que habían compartido. Aún quedaba mucho por sanar, muchos miedos que enfrentar, pero por primera vez en mucho tiempo, se sentía esperanzada.
—Samuel, ¿crees que realmente podemos empezar de nuevo? —preguntó ella, rompiendo el silencio mientras lo miraba de reojo. Su voz era suave, cargada de una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
Samuel la miró, sus ojos llenos de una mezcla de ternura y certeza. Sabía que el camino que tenían por delante no sería fácil, pero también sabía que no había otra opción más que seguir adelante. Habían sobrevivido a tantas pruebas, a tantas traiciones, a tantas dudas… ¿por qué no podrían enfrentar lo que venía?
—Lo sé —respondió él, apretando suavemente su mano. —Sé que no será fácil. Pero ahora, con todo lo que hemos vivido, lo único que sé con certeza es que no quiero estar sin ti. Lo que venga, lo enfrentaremos juntos.
Mariana asintió, sintiendo que las palabras de Samuel se calaban profundamente en su corazón. A veces, el amor no se trataba de promesas grandiosas ni de gestos espectaculares. A veces, el amor era simplemente saber que, sin importar lo que sucediera, estarían ahí el uno para el otro, en las buenas y en las malas.
Caminaban sin rumbo fijo, simplemente dejando que sus pasos los guiaran. El aire era fresco, y la noche les daba una sensación de libertad que no habían experimentado en mucho tiempo. Era como si, de alguna manera, el mundo hubiera vuelto a empezar, ofreciendo una nueva oportunidad para vivir sin los fantasmas del pasado.
De repente, Mariana se detuvo y miró a Samuel, una ligera sonrisa curvando sus labios. Su expresión era más tranquila, más segura. Había algo en su mirada que mostraba una paz que no había estado allí antes. Quizás porque, al fin, se sentía completa, aceptada tal como era, con todas sus cicatrices y defectos.
—Te amo —dijo, sin necesidad de más palabras. Solo el hecho de estar juntos y compartir ese momento era suficiente. El amor había hablado por ellos, sin filtros ni reservas.
Samuel la miró fijamente, como si buscara en sus ojos la confirmación de que, por fin, todo había vuelto a encajar. Y en esos ojos, vio todo lo que necesitaba ver: la confianza, el amor, y la voluntad de comenzar de nuevo. Sin importar lo que hubiera sucedido antes, ahora solo quedaba el presente, y en ese presente, se elegían mutuamente, cada día, una vez más.
—Yo también te amo —respondió él, con una sonrisa que reflejaba la paz que sentía en su interior. —Y no hay nada que desee más que seguir adelante contigo.
La luna, ahora en su punto más alto, iluminaba la escena, creando una atmósfera casi mágica. Parecía que el mundo entero se había detenido para permitirles encontrar su camino, para darles una segunda oportunidad. En ese momento, no importaba lo que había pasado antes. No importaba el dolor, la confusión, o las decisiones erradas. Lo que importaba era que ahora estaban aquí, juntos, dispuestos a enfrentarse a todo lo que viniera, como un equipo.
Y así, sin decir más, Samuel y Mariana continuaron caminando, sus manos entrelazadas, caminando hacia un futuro incierto, pero lleno de posibilidades. Lo que fuera que el destino les deparara, sabían que lo enfrentarían juntos, sin miedo. Porque al final, el amor verdadero no era un destino fijo, sino un viaje que se construye día a día, con cada paso, con cada decisión.
El final no era un final en absoluto. Era solo un nuevo comienzo.