Descubrimos con Miguel, a través de diferentes episodios que le ocurrieron en su infancia y adolescencia, por qué le teme a estar solo en la oscuridad
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La doble
Miguel había ido de vacaciones donde sus abuelos. Hacía mucho que no iba porque los trabajos de la universidad, tanto los suyos como los que hacía para sus compañeros y por los cuales ganaba unas buenas sumas de dinero, tenían copado su tiempo. Encontró todo como siempre: las mismas caras, los mismos problemas y también los mismos chismes. Nada extraño y tampoco nada paranormal. La última vez había sido una bola de candela que todo el barrio había visto sobre el cerro cercano (incluso en la prensa logro aparecer un artículo hablando de eso), pero que ninguno había visto como desapareció ni tampoco de donde había venido. Ese día su tío también había llegado de visita con dos primos que no conocía. Junto con sus primos, llegaron dos jóvenes, primas de ellos por parte de la mamá, que querían conocer la ciudad y habían aprovechado para venir con ellos. Ambas eran dos diosas de ébano, morenas y muy hermosas: Cristal y Valeria. Cristal era un poco mayor que su hermana, pero tampoco es que se notara mucho la brecha de años entre ellas. Ambas pusieron sus ojos sobre Miguel, aunque Cristal era la que a él más le gustaba. Le encantó el contraste entre su piel y su cabello negro, el cual le hacía desprender una apariencia audaz y, a la misma vez, elegante. Tenía un largo cabello negro que llevaba con afro al natural, lo cual le daba una belleza única. Lo único malo es que Miguel no encontraba como acercarse a ella y sus primos, al parecer, tenían intenciones con ambas. Estaban todos compartiendo en el patio de la casa, tomándose unas cervezas y charlando, cuando se fue la luz. Dado que el patio era muy oscuro, decidieron irse a la terraza de la casa donde había mucha más claridad y también donde se sentía un poco más la brisa. Todos estaban muy animados y cuando la ronda acabó, Miguel fue con uno de sus primos a una tienda cercana a buscar más bebidas. Durante el trayecto aprovechó para hacerle preguntas a su primo y ver cómo acercarse a él, para luego acercarse más fácil a Cristal a través de su primo. Este no era que hablara mucho así que, al parecer, había escogido al primo equivocado para hablar. Sin embargo, este si le dijo que, si quería acercarse a Cristal, lo más fácil para hacerlo era sacarla a bailar. Una vez les dieron las bebidas, volvieron a la casa. Miguel sirvió las primeras cervezas y se fue a la cocina a guardar las restantes. Como la casa estaba sumamente oscura y ya era de noche, se ayudó con la lámpara de su celular. No era una luz muy potente, pero le permitía ver con claridad, así que lograba su cometido. Miguel abrió la nevera y comenzó a acomodar las cervezas en el congelador. Unos segundos después, sintió como si alguien estuviese mirándolo por lo cual volteó hacia atrás suyo, mas no vio a nadie. Un poco extrañado por la sensación, siguió con su tarea. Unos segundos después, volvió la sensación de ser observado y nuevamente constató que no había nadie detrás de él. Ya un poco más inquieto, acomodó rápidamente el resto de las cervezas que quedaban en la canasta y salió de la cocina a la terraza. Allí disfrutó unos minutos donde incluso logró bailar un rato con Cristal y charlar con ella. La chica estaba entusiasmada con él y él entusiasmado con ella. Charlaron por un largo rato, mismo rato que Miguel aprovechó para admirar su tono de piel morena que tanto le deslumbraba. Admiraba también los rasgos faciales tan llamativos que tenía y que contrastaban tan bien con su tono de piel y su cabello oscuro, resaltando su gran belleza. Miguel estaba tan absorto con ella que no escuchó a su tío llamándolo para que fuera a buscar más bebidas. Cuando se dio cuenta, se levantó a prisa y le pidió a uno de sus primos que lo acompañara. Una vez regresaron, Miguel se dirigió a la cocina para guardar el resto de las cervezas en la nevera. Debía haber acomodado unas 6 cervezas cuando sintió un ligero ruido detrás de él. Cuando se volteó, vio a Cristal acomodada en la puerta, con medio cuerpo dentro de la cocina y el otro medio cuerpo fuera. Miguel esperaba que se acercara, pero la chica solo se limitaba a mirarlo, como esperando una señal de parte de él para poder acercarse. A Miguel le extrañó que no se acercara y más aún, que no dijera una sola palabra. El esbozó una sonrisa y ella sonrió de vuelta, aunque con una sonrisa que a Miguel le parecía fingida. Cuando Miguel se decidió a invitarla a pasar ya ella no estaba en la puerta así que siguió acomodando las botellas. Cuando ya iba terminando volvió la sensación de no estar solo así que volteó hacia la puerta y allí encontró a Cristal nuevamente. Seguía colocada allí, sobre la puerta, con parte de su cuerpo fuera y el otro dentro (esta vez solo se asomaba su cabeza). Ya que le quedaban pocas botellas, Miguel la iba a invitar a pasar cuando ella le dedicó una sonrisa y lo invitó a que la siguiera con sus dedos. Miguel se levantó inmediatamente para seguir a la chica que se había encaminado hacia la parte trasera de la casa cuando sintió que lo llamaron de la terraza. Allí, en la puerta, encontró a Cristal, llamándolo para bailar el disco que estaba sonando. Miguel miró en dirección contraria, hacia el final del pasillo, y allí vio a Cristal haciéndole señas para que se acerca. Miguel no daba crédito a lo que veía ya que la chica que lo llamaba desde la puerta era la misma chica que estaba en el patio y le hacia señas con el dedo para que se acercara…