Belén trabaja en una guardería, ya que ama a los niños. Todo parece ir bien en su vida hasta que es llamada por su padre, un hombre que nunca se hizo cargo de ella y no la ama. Este se casó con su amante y abandonó a su madre cuando ella era muy pequeña. Sin embargo, el magnate ahora le pide un favor.
¿Cómo un casamiento por obligación puede terminar uniéndote con tu alma gemela?
—Nacería mil veces más por ella, si solo una vez pudiera mirarme cómo yo la veo—
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Capítulo veintiuno - Un milagro
—Gracias por aceptar venir al departamento conmigo —dijo David, quien se había colocado los lentes de sol.
—Solo vine a buscar mis cosas, me iré a un hotel —indicó Belén enojada. Por lo menos ahora le hablaba.
—Dame un momento y te contaré la verdad. Después tú decides que hacer —pidió David casi desesperado mientras seguía a Belén al cuarto. Ella empezó a juntar su ropa por lo que supo que no podían hablar tranquilos—. Tu padre trató de asesinarte hace dos años.
Belén se dio vuelta y miró a David cómo sino fuera capaz de creer lo que le estaba diciendo. No podía entender por qué insistía en querer excusarse. Seguro trabajaba para él y solo estaba tratando de hacer que ella se enredara en sus pensamientos. No era justo para Belén tener que pasar por toda esa situación, siendo que David había sido tan importante para ella estos días.
—Cuando quedaste embarazada, tu madre habló con él y le pidió que abandonara la presidencia de la empresa. Sabiendo que ella estaba enferma, supongo que era la manera en la que trataba de protegerte a ti y a su futuro nieto —dijo David y aunque Belén seguía juntando sus cosas, continuó—. El verdadero apellido de tu madre es otro. Ella eligió entre su familia y tú cuando eras pequeña porque tu padre era una mala persona. Lo dejó a cargo de la empresa que pertenecía a la familia de tu madre y se fue contigo. Él se casó con su amante, a mi manera de ver, solo porque ella también tenía dinero y haría más grande la empresa.
—¿Cómo sabes tanto de mi familia? —preguntó Belén enojada.
Eso no podía ser cierto, su madre era una mujer común y corriente que se dedicaba a trabajar todo el día para poder llegar a fin de mes con las cuentas. ¿Qué clase de locura trataba de inventarle este hombre? Era despreciable.
—Tu padre es quien hizo que el mío muriera cuando yo apenas era un niño —dijo David sabiendo que esta reencarnación era la que más los alejaba hasta ahora.
—¿Te casaste conmigo para vengarte de mi padre? Incluso sabiendo que yo no tengo nada que ver con él —Belén se sentó, ya no lo odiaba, ahora le dolía demasiado.
—No, ¿cómo sería capaz de hacer algo así? Me casé contigo para protegerte. Quien debía contraer matrimonio contigo era mi primo, pero es un ser despreciable. Estoy casi seguro de que él es quien quería que yo muriera hace dos semanas y provocó mi accidente —indicó David tratando de acercarse a ella.
—¿Por qué mentiste sobre tus ojos y porque no me dejas verlos? —preguntó Belén haciéndole las cosas un poco más difíciles a David.
—Hay dos motivos para eso, pero ahora solo puedo decirte uno. Me di cuenta de que mi primo no quería casarse contigo sino con tu media hermana, por lo que aprovechando el accidente, mentí y les dije que mi vista se había arruinado. Eso les dio la idea a mis familiares de poder hacer el trato con tu padre sin afectarse. Después de todo para ellos tú no eras una verdadera heredera porque equivocadamente creían que eras una hija ilegítima de Isaurralde por cómo vivías —Belén no quería mirar a David pese a que le estaba siendo sincero. Le molestaba que usara esos lentes—. Hice pensar a todos que lo mejor era que te casaras conmigo, ya que mi vista estaba arruinada. Y así, tenerte cerca para protegerte de las garras de tu padre.
—¿Me estás diciendo que eres mi salvador? —preguntó Belén con ironía.
—No, tú eres mi salvadora. No puedo vivir sin tí —dijo él tomando su mano—. ¿Aún no me recuerdas? David esperaba que todo fuera más fácil al recordarlo, sin embargo, no podía hablar de otras vidas ahora o la perdería.
—¿Recordar qué? —preguntó ella y fueron interrumpidos por el timbre.
—No te vayas aún —dijo David y fue a ver quién era.
El problema fue que al abrir la puerta dos hombres entraron y empezaron a golpearlo. David se defendió sabiendo que eran enviados por su primo o su suegro. Aun así, dos más entraron y comenzaron a revisar el departamento rompiendo todo a su paso. Belén, que aún seguía en el dormitorio, los escuchó. Por lo que al ver lo que le hacían a David rápidamente regresó a la habitación, tomó su móvil y llamó a Emiliano por teléfono. Este, que se encontraba en el departamento de al lado, no tardó en venir y juntos, David y Emiliano golpearon a los hombres hasta dejarlos inconscientes.
—David —dijo Belén al ver que uno de los maleantes que ya estaba en el suelo sacó un arma. Ella se acercó y trató de detenerlo, pero el diaparo salió igual. Emiliano terminó en el suelo, mucha sangre comenzó a salir de su cuello. La bala había rozado una arteria.
—Maldición —dijo David y se acercó a su amigo.
—Debemos llamar a un médico —Belén, estaba preocupada por Emiliano.
—Todo está bien —Emiliano no parecía darle importancia y cerró los ojos.
—David, has algo. Se va a morir —dijo Belén asustada y con lágrimas en los ojos.
—Espera un momento —dijo David y el cuerpo de Emiliano comenzó a brillar—. Esta es la otra razón por la que no te muestro mis ojos.
Belén no entendía a qué se refería David, ella ya había visto sus ojos en algún momento ¿Qué estupidez estaba diciendo ahora? Lo importante era tomar a su amigo y llevarlo al hospital. Sin embargo, al ver cómo el muchacho brillaba se asustó. ¿Qué era lo que estaba ocurriéndole?
—Emiliano es una persona con capacidades de curación asombrosas —David no esperaba que Belén presenciara eso y no tenía cómo explicárselo aún.
—Ya estoy bien —dijo Emiliano tocándose el cuello. Sin embargo, al ver a Belén frente a él se avergonzó un poco—. ¿Por qué no la llevaste lejos?
—¿Estás bien? Lamento haber hecho esa tontería. El tipo ese te disparó por mi culpa —dijo Belén sin importarle el brillo que salió de Emiliano y yendo a sus brazos para ver como se encontraba.
—No me parece que ella aceptara irse y dejarte así —dijo David feliz de ver que su amigo aún podía recuperarse.
—Estoy bien, gracias por preocuparte por mí —Emiliano sonrió y ayudó a Belén a secarse las lágrimas.
Autora: Osaku
Creo que quedo pendiente otra parte esta hermosa novela.
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