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El Hijo Del Narco

El Hijo Del Narco

Status: Terminada
Genre:Maltrato Emocional / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Completas
Popularitas:2.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Joél Caceres

Adrían lo tenía todo lo que un muchacho de 19 años pudiera tener, belleza, protección y un futuro prometedor. Pero, sus hermanos lo traicionaron revelando que es gay a sus padres, sin contemplación lo expulsaron de la casa. No esperaban,sin embargo, que todo rastro de él desaparecería, como si nunca hubiera existido, sintiendo la culpa aplastarlos.

NovelToon tiene autorización de Joél Caceres para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Donde empieza de nuevo

La madre de Daniel se encontraba barriendo el patio cuando se le acercó María, visiblemente nerviosa. Aun así, necesitaba saber qué había querido decir su padre. En este tipo de situaciones, ella siempre prefería preguntar directamente, para que el mensaje no se distorsionara.

—Mamá, necesito preguntarte algo.

Por el tono de voz de María, la madre entendió que era algo importante, así que dejó de barrer y sostuvo la escoba en la mano.

—¿Qué quieres saber, hija?

—Papá dijo que la mujer de mi hermano no lo pudo curar. ¿A qué se refería?

La mujer se puso nerviosa y trató de desviar la pregunta. Era obvio que sabía a qué se refería, pero respondió:

—Podría referirse a cualquier cosa, María. ¿Qué voy a saber yo?

María conocía bien a su madre, así que insistió.

—Lo dijo cuando vio conversar a Dani con su amigo, un apuesto joven de ojos azules. Pude ver en el rostro de papá el disgusto.

La mujer se aferró con fuerza a la escoba. Sabía que cuando a su hija se le metía algo en la cabeza, no había forma de convencerla de lo contrario.

—Esto que te voy a contar es un secreto, hija mía. Cuando Daniel tenía siete años, tenía un mejor amigo, Darío. Iban a todas partes juntos, asistía a su cumpleaños… ya sabes, cosas de niños.

—¿Y eso qué?

Entonces la mujer dio unos pasos hacia la casa. María la siguió. Entraron en la habitación y, con una llave, abrió un cajón del viejo ropero que contenía un álbum de fotos.

Lo puso sobre la cama y lo abrió. María nunca había visto ese álbum en particular. En una de las fotos, se veía a Daniel con su mejor amigo tomados de la mano.

—Eran muy chicos, mamá —dijo María al ver las fotos—. No pensarás que le gustaba su amigo…

—Eso también pensé. Pero tu papá los encontró. María… se estaban besando. Los separó rápidamente y le dio cintarazos a tu hermano. La mamá de Darío, que era mi mejor amiga, tuvo tanta vergüenza que nunca más volvió.

Con una mueca de disgusto, María espetó:

—Por Dios, mamá. Eran niños. ¡Ni sabían lo que hacían!

—No se lo digas a nadie, por favor, hija mía. Tu hermano tiene una buena vida ahora. Tengo una nieta y él está feliz.

—¿Feliz? Lo descuidamos, mamá. Está solo allá. Ahora entiendo todo. Nunca he visto a papá cariñoso con él.

—Dijiste que tu hermano tenía un mejor amigo atractivo… ¿Crees que…?

—¡Eso es lo único que te importa! —gritó, enfadada. Se levantó de golpe, fue a su habitación y comenzó a cargar sus cosas en una mochila. Su madre también se levantó y la siguió.

—Hija, no le digas nada a tu hermano.

—¡Lo único que les importa es que él no sea “así”! ¿No?

Cerró su mochila y, con pasos firmes, abandonó la habitación. Salió con rapidez y cerró el portón con fuerza.

Tuvo suerte: justo pasaba el colectivo. Subió y se sentó en el medio de la fila de asientos. Se quedó pensando; muchas cosas comenzaron a tener sentido. Sintió pena por su hermano y culpa por no haberlo notado antes. Estaba tan sumida en sus pensamientos que llegó a su destino sin darse cuenta.

Se bajó del bus y caminó hasta donde estaba su hermano. Lo encontró pensativo, mirando al horizonte.

Mientras tanto, Ana estaba sentada en una silla de madera verde, moviendo rítmicamente los pies y comiendo unas mandarinas que se encontraban en un plato de aluminio con el dibujo de una flor y el borde deformado.

—¿Te pasa algo, Dani?

Ella ya sospechaba la causa, pero necesitaba confirmarlo. Él, avergonzado, no pudo emitir palabra.

Entonces decidió hacer otra pregunta, una más directa.

—Estás mal por algo que ocurrió con Chris, ¿verdad?

El moreno asintió con la cabeza. Ella se acercó a su hermano y él se levantó para abrazarla.

—La cagué. La cagué, y no sé cómo arreglar las cosas con él.

—Dani, debes insistir en hablar con él. No sé qué pasó entre ustedes, pero estoy segura de que lo resolverán.

—Gracias, has sido de gran ayuda para mí.

Ana terminó de comer la mandarina y llevó el plato a su tía.

—Dale el plato a la tía —espetó la niña.

María se inclinó para estar a su altura.

—Gracias, Ana.

Ella salió corriendo a jugar con una rama seca de mango.

—Dani, mamá me contó acerca de Darío.

—¿Quién es Darío? —preguntó con genuina curiosidad el moreno.

María sospechó que, por el trauma de ese momento, tal vez lo había olvidado. Después de todo, eran muy pequeños.

Entonces sacó una foto y se la mostró.

Señaló la figura en la foto, y ahí, como un destello en la memoria, Daniel recordó fragmentos. El más poderoso fue el sonido del cinto golpeando su cuerpo, una y otra vez.

Frunció el ceño y quedó pensativo. Una tristeza profunda lo invadió.

—Ahora todo tiene sentido. Me sentía confundido con Chris… ahora ya no —dijo Daniel—. Pero, ¿cómo lo conseguiste?

—Mientras mamá miraba a otro lado, escondí una de las fotos.

—María, ¿podrías quedarte con Ana? Necesito hablar con Chris.

—Claro, Dani —lo miró con compasión y decidió no preguntar más.

Daniel se fue caminando lentamente. No sabía exactamente qué decir, pero algo se le ocurriría.

Mientras tanto, Chris estaba con los ojos llorosos, mirando hacia la nada. Florencia se le acercó y le aconsejó:

—Debes hablar con Dani. No cometas los mismos errores que yo. Después de años, mi hija y yo volvimos a tener contacto. Siento que varios años fueron desperdiciados, y me arrepiento. Uno se arrepiente más de lo que pudo ser; eso duele más que decir “salió mal”.

—No entiendes… quiero lo mejor para él. Me asusté. No pensaba que él…

—Hablando de… ahí está él. Habla con él, mi rey —le dio unos suaves golpecitos en la mejilla.

—Pasa, Dani —dijo la anciana.

Daniel, con pasos apurados, fue junto a Chris.

—Chris, necesitamos hablar. Sé que sientes lo mismo que yo. Sentí cuando me tocaste la cara, creyendo que dormía.

Adrián bajó la cabeza. Su rostro se volvió rojo de la vergüenza.

—Dani, no quiero una aventura casual. Los hetero-curiosos solo quieren experimentar con nosotros y después nos tiran como si fuéramos un trapo desechable.

—¿Eso crees de mí? —espetó Daniel, alzando la voz.

—No, realmente no. Pero no quiero despertar un día en tu pecho y escuchar “quiero darle una hermana a Ana”, o tener que enfrentar las habladurías del pueblo. Hay demasiadas cosas, Dani…

Entonces, Dani recitó el diálogo de la película que tanto le gustaba a Chris:

        “Espero que sientas cosas que nunca hayas sentido;

        espero que conozcas a personas con otro punto de vista;

        espero que vivas una vida de la que te sientas orgullosa;

        y si ves que no es así,

        espero que tengas la fortaleza para empezar de nuevo.”

—¿De qué vale llorar con esa película, si ahora nos toca a nosotros hacerlo posible? Déjanos sentir esas cosas que no hemos sentido. Y si no es así, empezamos de nuevo.

—¡Lo recordaste! Pensé que no estabas prestando atención a la película —dijo avergonzado.

—Supones demasiado, Chris —y dio unos pasos hacia él, hasta quedar a centímetros.

Extendió las manos hacia su rostro y lo acarició suavemente.

Chris cerró los ojos, y una respiración temblorosa escapó de sus labios. Sus hombros se relajaron, como si todo el peso que cargaba se hubiera desvanecido por un instante.

Entonces, un zumbido suave, casi imperceptible, comenzó a crecer a lo lejos, deslizándose por el aire. El sonido de neumáticos caros sobre tierra húmeda, acompasado, preciso. No había bocina, ni prisa. Solo ese ronroneo pulido que delataba algo más que un simple auto: una intención.

Y con él, el aire pareció tensarse.

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📚 ¡Gracias por leer!

1
Sofia Muriel villegas
/Cry/se me metió algo al ojo
Ana Castellon
me gusta mucho tu historia la amoooo
Ferchx: Gracias
total 1 replies
nahomi sofia rodriguez castañeda
ahora con la cabeza fria si pienza
nahomi sofia rodriguez castañeda
incomodo
Turul
se ve muy interesante
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