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ENTRE PLUMAS Y DESEOS

ENTRE PLUMAS Y DESEOS

Status: En proceso
Genre:Comedia / Amor prohibido / Amor a primera vista / Oficina / Aventura Urbana / Jefe en problemas
Popularitas:980
Nilai: 5
nombre de autor: Cam D. Wilder

¿Qué pasa cuando tu oficina se convierte en un campo de batalla entre risas, deseo y emociones que no puedes ignorar?

Sofía Vidal nunca pensó que un simple trabajo en una revista cambiaría su vida. Pero entre reuniones caóticas, sabotajes inesperados y un jefe que parece sacado de sus fantasías más atrevidas, sus días pronto estarán llenos de sorpresas.

Martín Alcázar es un hombre de reglas. Siempre profesional, siempre en control... hasta que Sofía entra en su mundo con su torpeza encantadora y su mirada desafiante. ¿Qué sucede cuando una chispa se convierte en un incendio que nadie puede apagar?

"Entre Plumas y Deseos" es una comedia romántica llena de tensión sexual, momentos hilarantes y personajes inolvidables. Una historia donde las plumas vuelan, los corazones se tambalean y las pasiones estallan en los momentos menos esperados.

Atrévete a entrar a un mundo donde el humor y el erotismo se mezclan con los giros inesperados del amor.

NovelToon tiene autorización de Cam D. Wilder para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Momentos de Insomnio

La lluvia golpeaba con furia los ventanales de Palermo mientras Sergio Montenegro se revolcaba en su cama king size, atrapado en un laberinto de pensamientos inquietantes. A su lado, Elena dormía plácidamente, sus suaves ronquidos contrastando con la tormenta que azotaba Buenos Aires y la que se gestaba dentro de su mente.

Como director general de Estilo Porteño, Sergio había desarrollado un sexto sentido para detectar las corrientes subterráneas que fluían en su revista. Y últimamente, algo lo perturbaba. Esa electricidad casi palpable entre Sofía Vidal y Martín Alcázar no era normal, no era el típico roce entre editor y escritora. No. Había algo más profundo, más peligroso.

Se incorporó en la cama, observando cómo los relámpagos proyectaban sombras fantasmales en las paredes. Conocía a Martín desde hacía años: estructurado, obsesivo del control, un hombre que había construido murallas impenetrables alrededor de su vida personal. Verlo ahora, desestabilizado por la presencia de Sofía, era como presenciar grietas formándose en un edificio que siempre había parecido indestructible.

Y Sofía... esa chica que había llegado como un torbellino de creatividad y torpeza encantadora, removiendo las aguas estancadas de la revista. Su intuición le decía que ella no era consciente del poder que ejercía sobre Martín, de cómo su simple presencia alteraba la gravedad a su alrededor.

Un trueno particularmente fuerte sacudió los vidrios, y Sergio se encontró pensando en Vanessa Torres. La había observado estos días, moviéndose por la oficina como una pantera acechante, sus ojos siguiendo cada interacción entre Sofía y Martín. Vanessa era como esos personajes de las telenovelas que su esposa miraba: siempre tramando algo, siempre un paso adelante en el juego de las apariencias.

Se pasó una mano por el rostro, sintiendo el peso de la responsabilidad. Como director, debería intervenir, mantener el orden, preservar la paz. Pero había algo más, una curiosidad casi perversa por ver cómo se desenvolvería todo este drama. ¿No era acaso la naturaleza humana el material más fascinante para alguien que dirigía una revista sobre estilos de vida?

La lluvia comenzó a amainar, pero la inquietud en su pecho persistía. Mañana observaría con más atención. Después de todo, pensó con una sonrisa que se perdió en la oscuridad, a veces el caos era necesario para que surgiera algo extraordinario. Y si había algo que Sergio Montenegro sabía hacer bien, era reconocer una buena historia cuando la veía desarrollarse frente a sus ojos.

Elena se dio vuelta en sueños, murmurando algo ininteligible. Sergio se recostó nuevamente, consciente de que el insomnio no lo abandonaría pronto. En algún lugar de la ciudad, se preguntó si Martín y Sofía también estarían despiertos, lidiando con sus propios demonios en esta noche de tormenta.

Y Sergio Montenegro no se equivocó. 

La noche porteña se deshacía en lluvia, y como una premonición del destino, tres almas vagaban despiertas en diferentes rincones de la ciudad, cada una atrapada en su particular tormenta interior.

En su departamento de Puerto Madero, Martín Alcázar se encontraba de pie frente al ventanal, observando cómo la lluvia desdibujaba las luces del puerto. El reflejo en el cristal le devolvía la imagen de un hombre que ya no reconocía del todo: la corbata aflojada, el pelo revuelto, los ojos inquietos. Entre sus manos, un vaso de whisky añejo servía más como ancla que como consuelo. "Sofía", murmuró casi sin querer, y el nombre pareció materializarse en el vidrio empañado. La había observado todo el día en la oficina, la manera en que se mordía el labio mientras escribía, cómo gesticulaba al defender sus ideas en las reuniones. ¿Cuándo había permitido que esa mujer desordenara su vida tan meticulosamente estructurada?

En un luminoso pero caótico monoambiente de San Telmo, Sofía Vidal yacía en su cama, rodeada de libros y papeles desperdigados. La luz tenue de su lámpara de noche creaba sombras danzantes sobre los manuscritos a medio terminar. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de un post-it donde había garabateado "reunión con M.A. - 9:00 AM". El corazón le dio un vuelco al pensar en la manera en que Martín la había mirado esa tarde, cuando sus dedos se rozaron accidentalmente al intercambiar documentos. "Es tu jefe", se reprendió por enésima vez, pero la advertencia sonaba cada vez más hueca.

Mientras tanto, en la sofisticada soledad de su ático en Recoleta, Vanessa Torres permanecía sentada en el borde de su cama perfectamente tendida, su silueta recortada contra los relámpagos ocasionales. La pantalla de su tablet iluminaba su rostro con un resplandor azulado mientras repasaba obsesivamente las últimas interacciones en la oficina. Sus ojos se entrecerraron al recordar las miradas cómplices entre Martín y Sofía, la forma en que él se inclinaba más de lo necesario sobre el escritorio de ella. "Esto podría ser interesante", susurró con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, mientras sus dedos tecleaban rápidamente notas en su iPad.

Los relámpagos continuaban iluminando la ciudad como flashes fotográficos, capturando estos tres momentos de insomnio: en Puerto Madero, Martín finalmente se alejó de la ventana, aceptando que algo fundamental había cambiado en su vida; en San Telmo, Sofía comenzó a escribir febrilmente en su diario, vertiendo en palabras emociones que no se atrevía a nombrar; y en Recoleta, Vanessa cerró suavemente su tablet, mientras planes y estrategias tomaban forma en su mente.

La lluvia seguía cayendo sobre Buenos Aires como un telón de fondo perfecto para este drama nocturno de deseos no confesados, esperanzas secretas y ambiciones veladas. Y en su cama en Palermo, Sergio Montenegro finalmente se rendía al sueño, inconsciente de cuán certeras eran sus intuiciones sobre esta noche de desvelos compartidos.

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Ana Karen Gascon
Hola cómo están
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