En Las Garras De Mi Enemigo

Acron no ha dejado de pensar en la carta desde el momento en que la leyó. Las palabras de Sigrid le resuenan en la cabeza como un eco constante, retumbando en su mente, mientras su corazón late con fuerza en su pecho. Cory está aislado, y al borde de la locura. Ha pagado un precio, y Acron lo sabe. No puede dejar a Cory, su Omega, en la oscuridad.

En cuanto terminó de leer la carta, se levantó de su cama, se vistió rápidamente con el uniforme militar y se dirigió al despacho de su superior. Necesitaba respuestas, necesitaba un plan. No podía quedarse allí, esperando, entrenando en vano. Tenía que hacer algo, y tenía que hacerlo rápido.

Dentro del despacho, su superior, la comandante Niurka, estaba en medio de papeles y mapas de las misiones en curso. Levantó la mirada cuando Acron entró, su expresión grave.

—¿Qué te trae por aquí, Acron? —preguntó sin levantar demasiado la vista del montón de documentos.

Acron dio un paso adelante, no sin cierta incomodidad, pero con determinación. Sabía que estaba tocando un tema delicado, pero no tenía otra opción. La vida de Cory y Sigrid dependía de ello. Su vida también.

—Comandante, necesito ascender de rango lo más rápido posible. Quiero tener la capacidad de reclamar a mi Omega, a mi familia. No puedo esperar más —dijo con firmeza, el tono de su voz denotando su urgencia.

Niurka levantó finalmente la mirada, observando a Acron con un aire que era tanto de sorpresa como de evaluación. Era evidente que Acron no solo estaba pidiendo un ascenso por cuestiones de protocolo; había algo mucho más profundo, algo personal que estaba en juego. Sin embargo, la comandante no era una mujer de emociones fáciles, y su respuesta fue directa.

—Sabes que la ascensión en este sistema no es rápida. No basta con querer subir, Acron. Necesitas demostrar tu valía. Y para ello, necesitarás resultados. ¿Estás dispuesto a tomar un riesgo mayor?

Acron no dudó. Estaba dispuesto a todo.

—Haré lo que sea necesario. Mi Omega está en aislamiento, está esperando un bebé mío. Mi familia está en anciosa. No voy a esperar más. Quiero un plan, algo que me permita ascender de inmediato.

Niurka permaneció en silencio por un momento, como si evaluara si darle lo que pedía o no. Finalmente, asintió lentamente.

—Bien. Hay una misión que podría ser lo que necesitas. Necesitarás adentrarte en las ciudades abandonadas para recolectar provisiones. Sabes que esas ciudades están llenas de peligros. A veces, la oscuridad se traga todo, y lo peor es que puedes quedar atrapado allí cuando la noche llega. Pero es lo que tenemos. Si eres capaz de completar esa misión, tus medallas te serán otorgadas sin problema.

Acron frunció el ceño, comprendiendo los riesgos inmediatos de lo que le proponían. Las ciudades abandonadas estaban llenas de escombros, mutantes, y lo peor, los climas impredecibles que arrasaban con todo a su paso. La noche, sobre todo, era mortal, ya que la oscuridad ocultaba horrores que podían llevarse a un hombre en segundos. Pero no podía permitirse mostrar dudas. El tiempo para pensar en los riesgos había terminado. Si esto era lo que tenía que hacer, lo haría.

—Lo haré —respondió con determinación, sin vacilar ni un segundo.

Niurka asintió, su rostro inexpresivo.

—Muy bien. Prepárate para partir en cuanto sea posible. Tienes un equipo a tu disposición, pero el tiempo es esencial. Ve a la ciudad y regresa antes de que anochezca. De lo contrario, quedarás atrapado allí, y las probabilidades de sobrevivir durante la noche son mínimas. El sistema de alerta no funcionará correctamente después del anochecer. La oscuridad se apodera de todo, y nada puede garantizar tu seguridad en ese entorno. Tienes que apresurarte.

Acron asintió, sintiendo que la presión aumentaba. Pero no iba a retroceder. Cory, Sigrid, Ethan y Lisbeth, su futuro juntos, todo dependía de su capacidad para superar los obstáculos que ahora se le presentaban. No podía rendirse, no cuando la esperanza estaba tan cerca.

Acron se dirigió al área de preparación para la misión con un objetivo claro: recolectar las provisiones necesarias para ganar el favor de sus superiores y, con ello, obtener la ascensión que tanto deseaba. Su equipo consistiría en un par de soldados expertos en la recolección y en la protección durante misiones en zonas de alto riesgo. Sin embargo, Acron sabía que, por mucho que su equipo estuviera preparado, la ciudad abandonada no era un lugar amable.

Al llegar al lugar de abastecimiento, los miembros de su equipo ya estaban organizando el equipo necesario para la expedición. Los cascos, las armas, los respiradores, y las bolsas de raciones para el viaje. Acron se ajustó su propio equipo, verificando que todo estuviera en orden, su mente completamente enfocada en la misión. No podía permitirse distracciones.

Uno de los soldados, Garath, se acercó a él con una mirada preocupada.

—Acron, ¿estás seguro de que quieres hacer esto? Sabemos lo que hay allá afuera, y la noche... nunca es buena. Ya hemos perdido a muchos en misiones como estas.

Acron lo miró con firmeza, sin vacilar en su decisión.

—No tengo elección, Garath. Si quiero estar con Cory, si quiero vivir con él, necesito ascender rápido. Este es el único camino que tengo. Nos movemos rápido, y volvemos antes de que caiga la noche.

Garath asintió, aunque su rostro no mostraba mucho convencimiento. Nadie podía decir que las ciudades abandonadas fueran un lugar seguro, y todos sabían que las probabilidades de sobrevivir una noche allí eran mínimas.

El grupo salió al amanecer, aprovechando las primeras horas del día. La ciudad a la que se dirigían había sido un próspero centro de tecnología antes del impacto del meteorito, pero ahora era un lugar desolado. Entre las ruinas, las plantas mutantes crecían descontroladas, y los ecos de lo que alguna vez fue vida humana resonaban como susurros perdidos.

A medida que avanzaban, Acron sentía el peso de la misión sobre sus hombros. Su corazón no solo estaba enfocado en completar la tarea. Sabía que el tiempo se estaba agotando. El sol aún estaba alto, pero la presión del reloj interno que sentía era palpable. El día pasaba rápido, y el horizonte se estaba oscureciendo, una promesa de lo que vendría.

Por la tarde, el equipo llegó a una de las zonas más peligrosas de la ciudad, un complejo industrial parcialmente destruido. Allí, las provisiones eran escasas, pero había suficiente material para garantizarles una buena cantidad de recursos. Acron se movió con rapidez, supervisando el trabajo mientras su equipo recolectaba los suministros. Sin embargo, el viento comenzó a soplar más fuerte, y la atmósfera se tornó más opresiva, como si el clima hubiera cambiado abruptamente.

—Tenemos que irnos, ahora —dijo Acron, mirando el cielo que comenzaba a oscurecerse rápidamente. El viento se intensificó, levantando polvo y escombros, mientras el sol parecía desvanecerse detrás de una nube oscura que presagiaba la llegada de la noche.

El equipo comenzó a retroceder con prisa, pero sabían que el tiempo era el peor enemigo que tenían. La oscuridad, en ese mundo caído, no solo era la ausencia de luz. Era una amenaza. Una amenaza que los consumía.

Acron sentía una creciente urgencia en su pecho mientras sus ojos recorrían el cielo gris, sintiendo cómo la noche se acercaba rápidamente. Cory... Sigrid... todo dependía de que regresara. Y no podía fallar.

Pero, como siempre en ese mundo de ruinas, la noche llegó antes de lo que esperaban.