¿CUÑADA O ENEMIGA?

Betsabé intenta escuchar de qué se trata la conversación, pero solo logra ver como el padre de Gil intenta darle una bofetada.

... Del otro lado de la puerta Gil y su padre tienen discusión sobre la boda, el hombre no está de acuerdo con lo que el hizo.

— ¿Estás conciente de lo que tus acciones van a provocar?

— Si.

— ¿Y lo dices así de tranquilo? ¿Qué tienes en la cabeza?

— Amor.

— ¿Amor? — Su padre se ríe sarcásticamente. — ¿Por qué no te enamoraste de alguien qué tiene tu posición?

— Por qué eso no se decide. Además, no me arrepiento de amar a quien amo. Y te advierto, no me voy a divorciar.

— ¡Claro qué te vas a divorciar! Esa tipa no vale nada. Es la hija de una prostituta.

— Me casé con ella, no con su mamá.

— Es lo mismo, la familia de la novia es importante, entiende que no puedes elegir a cualquier mujer. Si tanto la quieres pudiste hacerla tu amante. Pero no tu esposa.

— Qué sea mi esposa es la mayor muestra de mi amor. Y la voy a defender de todos los que quieren hacerle daño. Incluida mi familia.

— ¿Es una amenaza?

— Puedes tomarlo cómo quieras.

— ¿Qué clase de hijo he criado?

— Un hijo que proteje lo que ama. Estoy al tanto de lo que quisiste hacerle a mi esposa, y si lo intentas de nuevo, nunca vas a recuperar tu empresa.

— ¿De que estás hablando?

— En tu ausencia, me hice dueño de todo tu imperio.

— ¿Cómo es que...?

— Leí el testamento de mi abuelo. — El padre de Gil se muestra nervioso. — Por fin entendí que no me mantuvieron en Inglaterra sólo para estar lejos de Vianey, lo que querían era quitarme todo lo que él me dejó.

— Eres mi único hijo, todo pasaría a tu nombre algún día.

— Y mientras ese día llegaba tú podías manejarme a tu antojo. ¿Verdad?

— Tu abuelo no tenía por qué dejarte nada. Yo soy su hijo, no tu.

— Mi abuelo siempre supo que no eres bueno en los negocios, la situación en la que estaba la empresa me lo demuestra, si no fuera por mi, ya no tendríamos nada. Yo soy el que ha logrado levantarla de nuevo.

— No te pongas por encima de mi. Soy tu padre. Recuérdalo.

— Eres mi padre y si no quieres que pierda el poco respeto que todavía me queda, vete, quédate en casa y no te metas en mi vida, yo desde hoy empiezo a vivir con mi esposa.

— Ese matrimonio no va durar. Ella es una...

— No te atrevas a ofenderla.

— Hijo, ella no es la buena niña que tú conociste, ella...

— No me digas nada. Ya te lo dije, vete a casa. Y pon tranquila a mi madre. No sé metan en mi relación, de lo contrario tomaré medidas drásticas.

— Soy tu padre. No olvides eso.

— Si lo hubiera olvidado, ya te habría hechado de mi casa. Te dejo conservarla únicamente por lastima. Vete ahora.

... El hombre sale furioso, en casa le cuenta a su esposa lo que su hijo descubrió, la mujer también se muestra molesta.

— No voy a permitir que mi hijo esté casado com la hija de una prostituta. ¿Te imaginas si la gente se entera? El escándalo será imparable.

— Los únicos que sabemos eso somos nosotros.

— Salomé también lo sabe. Ella podría revelarlo.

— Habla con ella. Pídele que no diga nada.

— La conozco, esa niña es una caprichosa, no aceptará.

— Si la convences de arruinar el matrimonio sin necesidad del escándalo si lo hará. Ella confía en ti.

— Haré lo que pueda. Pero con quién debemos hablar es Gil, el tiene que saber lo que su amada esposa hizo. Tenemos que decirle.

— Lo intente y no pude. El no escucha a nadie.

— Tendrá que escucharme.

— No se lo digas todavía.

— ¿Por qué?

— Hagámoslo creer que no nos meteremos en su relación. Vamos a dejar que nuestro hijo se divierta con su esposa, cuándo se de cuenta de que lo que realmente siente es calentura, le contamos la verdad. Será más fácil que la deje.

— Tienes razón. Qué se divierta. Sólo espero que no tenga consecuencias.

— Por eso no te preocupes. Yo me encargo.

— ¿Cómo?

— Muy fácil. No tienes nada que temer. Esa mujer no va ser la madre de nuestros nietos.

La mujer sonríe maliciosa.