Obsesiones que matan, enredos irreparables, lascivia, seducción, lujuria sobre todo la pasión.
La vida la a golpeado de muchas maneras, principalmente con un matrimonio irremediablemente roto, ella, siendo una arquitecta de renombre y una diseñadora famosa, se adentra en el mundo de los negocios.
Creyendo que su vida no mejoraría más, su exesposo quien se desposo nuevamente con su amante, vuelve y pone su mundo de cabeza.
Y cuando todo no podía ser peor, un Coronel, un exnovio de años atrás quien se encuentra comprometido, se reencuentra con dicha mujer que le provoca de nuevo una obsesión que dañara a los que están a su alrededor.
Por eso, nadie sabía que los engaños fueran tan placenteros como lo que despertó en la fría Celine Blackwood y el indomable Coronel Alexander Morgan.
Después de todo, ¿Los amantes lograran tener su final feliz?
Enemy to lovers.
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Capítulo XVIII
No podía pensar.
Estaba ahí, sentado, recargado, mi pierna se movía por sí sola, mis codos estaban apoyadas en mi escritorio repleto de papeleo que no estaba dispuesto a hacer.
Mis manos las mantenía unidas delante de mi boca, mi mirada estaba perdida en el lugar donde la tuve a mi merced.
Mi mente vaga una y otra vez en la noche anterior, solo podía pensar en ese momento, en el momento en que la vi bailando en ese diminuto vestido morado en el centro de la pista, me surgieron unas ganas insufribles por asesinar a todas esas moscas que la miraban como si fuera un pedazo de carne, mi pedazo de carne.
Apreté tan fuerte él basó con whisky en mi mano que tuve que dejarlo y aventar a la mujer en mi regazo para bajar de la zona VIP y fue entonces que todo se fue a la mierda. La toque, me calenté, la deseé, me miró con odio y la misma ira que yo tenía en ese mismo momento al ver como los demás sujetos se marchaban al verme.
Pero demonios, eso no es lo único que recordaba, recambio la mordida en mi labio inferior y la recordé. Cerré mis ojos memorando el momento, recordando la suavidad de su piel, sus jadeos, sus manos que se sujetaban de mí para alejarme, la suavidad de sus labios carnosos.
Aj, cuanto la deseo, mis dilemas solo se tratan de esa mujer que se resiste a mí, y eso, solo me provocaba más de lo que yo creía.
—¿Qué hizo que?
—Ya te dije, me mordió mientras la besaba
Dije apartando las manos mostrando la evidencia del atentado contra mi boca, mi mejor amigo Patrik Halmiton se acercó sobre encima del escritorio y miró mi boca. Lo aparte rápidamente mientras volvía a relamer mi labio que aún se sentía hinchado y adolorido.
Aún no podía ni sacárselo de la mente, estaba tan concentrado en cómo ella le correspondía, como su lengua se enredó con la mia, en como tomó con sus dientes mi labio y después, el sabor a hierro de la sangre...
—De verdad, estás diciendo la verdad Alex, estás completamente seguro que Celi, mi Celi hizo eso...
—¿Y desde cuando es tu Celi?
—Ah, haber, estas diciendo que Celi te dio tremendo mordidon
—Que si animal, la maldita de Blackwood me dio una mordida, es que acaso eres ciego, no vez la marca de sus dientes...
Grite eufórico, desesperado porque la misma escena se repetía en mi cabeza y eso no me estaba ayudando para calmar la palpitante erección que golpeaba mi pantalón.
—Vaya, creo que estoy en una universo alterno
Y le daba la razón, estaba tan confundido, su comportamiento en esos últimos seis años que duramos sin saber nada del otro habían cambiado radicalmente las actitudes de Celine Blackwood, se veía más madura, su cuerpo obtuvo una forma más curvilínea, sus ojos ahora eran más expresivos a la hora de aborrecer las cosas.
De alguna manera u otra, me era más ardiente su actitud rebelde, de creer que puede dominar lo todo con esos ojos verdes, incluso conmigo lo hacía, sus ojos me miraban lo suficiente hasta que alguno rompiera el contacto visual, pero aun así, ella no lo rompía.
—Ni que lo digas
Me dejé caer sobre el respaldo de la silla mientras seguía pensando en lo que el imbécil de John Mayers le había hecho como para que Celine Blackwood cambiará de la noche a la mañana.
—Patrik, aún eres amigo de la abogada militar
—Amigo mío, me es una dicha decirte que empezamos una relación formal desde hace dos años...
Dijo alegre, si, Magenta Collins, una abogada militar que intermedia en la corte y fiscaliza cuando le era requerido, una mujer demasiado delgada para mi gusto, pero era la mujer que estuvo por años entre ceja y ceja, de mi amigo.
—Necesito que le pidas un favor...
—Dime, a quien vamos a desaparecer...
—Ah John Mayers...
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