SIEMPRE FUISTE TÚ

CAPÍTULO 19.

Minutos más tarde, Joseph y Alina caminaban descalzos por la playa. Las olas chocaban contra la orilla, el frío comenzaba a sentirse un poco más intenso en esta época del año, pero el día era hermoso y especial para ese tipo de plan.

El atardecer comenzaba a caer y pronto observaron como los adolescentes comenzaban a llegar en grupo y con conservadoras llenas de bebidas para lo que será una larga noche de sábado.

Alina sonrió al ver un grupo de chicos que se parecían a ellos durante su adolescencia. Comenzó a sentirse nostálgica, recordaba las noches que solía pasar en esa misma playa con sus amigos. Recordaba a Samantha buscando caracolas en la orilla para hacer pulseras de amistad; las cuales, cada uno de ellos individualmente, dejo sobre su tumba en señal de que siempre estarían unidos, al menos al recuerdo de Sami, porque aquella amistad tan bella, se había hecho trizas.

—¿En qué piensas? —pregunto Joseph, tomando asiento junto a una roca que estaba alejada del movimiento de gente.

—Recordaba cuando veníamos aquí a hacer fiestas. —Exclamo ella, tomando asiento a su lado.

—Qué años. —Sonrió Joseph.

—¿Recuerdas cuando le hicieron la broma a Bill y lo dejaron durmiendo aquí? —pregunto ella sonriendo.

—Como olvidarlo. —Dijo él riendo. —Orino las ruedas de mi coche durante una semana después de aquello.

Ali comenzó a reír a carcajadas.

—¿Iras a la fiesta de compromiso de Miranda y Christian? —pregunto.

—No lo sé. —exclamo ella. —Después de la discusión que tuve hoy con Christian, no sé si sea buena idea.

—Tal vez sea bueno que vayas para demostrarle que no mentías al decirle que ya no sientes nada por él. —exclamo. —Tal vez puedas venir conmigo y Nirvana.

—Me lo pensaré. —Exclamo ella.

Joseph y Alina se quedaron unos minutos más viendo las olas chocar contra la orilla. A pesar del frío, la noche era maravillosa.

—¿Vamos? —pregunto él. —Me encargaré de la cena.

Alina asintió y los dos se pusieron de pie. Comenzaron a caminar por la playa mientras ambos, en sus propios pensamientos, intentaban eliminar aquellos sentimientos que los invadía desde hace algún tiempo.

Minutos más tarde, y luego de pasar por la casa de Ali para buscar un cambio de ropa, ya que lo que traía puesto estaba cubierto de arena, ambos llegaban a la casa de Joseph.

Mientras Ali ingresaba al baño para darse una ducha, Joseph se ponía manos a la obra para preparar la cena. Como la comida favorita de ambos es la pasta, decidió preparar “tonnarelli”, una comida italiana, por supuesto.

Ali ingresó al baño que estaba junto a la habitación de Joseph y después de tomar una ducha relajante, Ali se envolvió en una toalla y se dirigió a la habitación de Joey para vestirse.

Alina se quitó la toalla y se puso su ropa interior, estaba a punto de ponerse unos jeans cuando su imagen, reflejada en el espejo, le llamo la atención y se detuvo a ver las cicatrices que invaden su cuerpo.

Paso su mano por la cicatriz de su abdomen, la obtuvo en una pelea en la cárcel, una interna intento apuñalarla con un objeto filoso de dudosa procedencia; después observo más abajo, en su pierna izquierda. Allí tenía una cicatriz en forma de círculo, la cual también se ganó gracias a que una interna logro apuñalarla con un fierro que quito de alguna parte de las camas.

—¿Qué son esas? —pregunto Joseph, interrumpiendo.

Alina se asustó y se giró para mirarlo. Él estaba apoyado en contra de la puerta de la habitación.

—¿Cuánto llevas ahí? —pregunto Ali.

—Lo suficiente. —exclamo él. —No respondiste a mi pregunta.

—Solo… cicatrices… de la cárcel, tú sabes.

—No puedo imaginarme todo lo que has pasado. —exclamo él acercándose y acariciando su rostro. —Pero te prometo que no dejaré que nadie vuelva a maltratarte.

Alina sonrió.

—Creo que tal vez debería vestirme. —exclamo ella.

—La cena está lista. —exclamo él, sin alejarse.

Alina lo observo fijamente a los ojos. Esos ojos verdes en los cuales solía perderse durante este último tiempo. Los ojos de su mejor amigo y del hombre que ahora, despertaba cada uno de sus instintos. Hasta los más ocultos.

Finalmente paso lo inevitable.

Los labios de Joseph se pegaron a los de Alina, en un beso suave y tierno, temeroso, tal vez. Pero pronto se profundizó, Joseph la beso con pasión, quería decirle en ese beso que ella era la única mujer que había amado en su vida.

El beso se profundizó y las manos de Joseph se deslizaron por los brazos de Ali hasta llegar a su cintura. Poso sus manos allí y la acerco un poco más a él. El aire comenzaba a faltarle, pero no quería soltarla, no quería regresar a la realidad. Sin embargo, debió separarse de ella, pero no demasiado. Quería volver a besarla cuanto antes.

—Joseph, espera. —exclamo ella. —Para.

—¿Qué ocurre? —pregunto. —No haremos nada que no quieras, yo solo…

—No es eso. —exclamo ella. —Eres mi mejor amigo, no quiero arruinarlo.

Joseph se alejó un poco de ella.

—Lo siento, creí que…

—Será mejor que me vaya. —Exclamo Ali.

—Ali…

—Lo siento Joseph. —exclamo ella.

Alina tomó su ropa y termino de vestirse, luego salió de la casa de Joseph. Se sentía mal por hacerlo. Pero estaba tan confundida.

Mientras que, Joseph, se quedó aún de pie en la habitación pensando en lo que había ocurrido. ¿Cómo la vería a partir de ahora después de haberle dado a entender sus sentimientos en un simple beso?

Creyó que quizás ella  podría llegar a amarlo, pero se había equivocado. Ni siquiera sabia si la relación de ambos volvería a ser la misma a partir de ahora.

Joseph miró la hora en el celular, eran las 9:00 p.m. Decidió guardar la cena en el refrigerador y luego, tomo las llaves de su coche y se dirigió al restaurante. Lo mejor era asistir al trabajo, después de todo, la noche estaba arruinada.

Al llegar, Mark y Carol lo observaron confundidos. Joseph nunca llegaba tarde y anteriormente había avisado que no podría asistir al trabajo. Por ello, al verlo llegar y además, con esa cara de velorio, les pareció extraño.

—Creí que no vendrías. —exclamo Mark.

—Cambie de opinión. —exclamo en seco y se puso manos a la obra para ayudar con los pedidos.

Alina, por su parte, llego a su apartamento sintiéndose demasiado estúpida. Había arruinado todo con Joseph, y lo peor de todo es que ni siquiera sabia si hizo lo correcto.