Ahora ¿Quien Es Él Perro?

Los empleados de la mansión Marshall, parecían aliviados después de que Deilyne hablará con ellos, ella lucía bien, pero para Benjamín esto no era así.

Benjamín había crecido junto a Deilyne, ella era la hija del Marqués que era su maestro y él el hijo bastardo del Conde Marthell. Los hijos bastardos siempre fueron despreciados por sus familias y la gente en general, por eso terminaban siendo mercenarios que desmbulaban por diferentes lugares, "una vida miserable que él se merecía" eran las palabras que había escuchado de su propio padre el conde Vicent Marthell.

Él Marqués fué quien vió su talento con la espada y lo acogió en el Marquesado, pero el trato que recibió ahí nunca se lo había esperado, él Marqués nunca lo trato con diferencia por sus orígenes, es más lo trato como a su propio hijo, el era un poco mayor que Deilyne así que crecieron a la par compartiendo muchos momentos, él la veía cómo una hermana menor y por esto es que la conocía muy bien, Deilyne podría engañar a todos con su aparente tranquilidad pero a él no lo haría.

Benjamín no podría estar tranquilo a partir de ahora, si ella no estába bien él tampoco lo estaría, él sentía la necesidad de protegerla cómo un hermano mayor, en agradecimiento al Marqués, en agradecimiento a ella, porque ellos fueron la familia que nunca tuvo.

Después de la irrupción del Duke Gabriel en la mansión Marshall, las cosas parecían haberse tranquilizado, Deilyne estaba más ocupada de lo normal, tenía que reemplazar a los empleados que fueron despedidos hace poco tiempo. Para esto abrió una convocatoria que fue publicitada por toda la capital, buscando personal para los diversos rubros que habían quedado vacantes, en el anuncio publicado solo pedían que fueran mayores de edad, sin importar sus estatus y deberían precentar un informe con algunos datos y luego serían entrevistados por la misma Deilyne.

Está convocatoria se hizo muy popular en toda la ciudad, ya que la mayoría de las personas conocían los famosos lugares que ahora buscaban trabajadores, además tenían curiosidad por conocer a la dueña. La mayoría de las personas, tanto plebeyos cómo nobles recién se enteraban que todos esos lugares pertenecían a una misma persona, y también el nombre de Marquesa Marshall también le era desconocido. En la alta sociedad de la capital no se hablaba de otra cosa que de la Marquesa Marshall, la mayor impresión que todos tenían era de cuan adinerada debía ser si era dueña de todos esos comercios que ellos siempre frecuentaban. Pero eso no era de lo único que hablaban, cómo siempre la nobleza se especializa en crear rumores y contarlos cómo verdaderos y éstos rumores rara vez eran cosas buenas, al hablar de Deilyne no fue la excepción. Cómo ella nunca había debutado en sociedad nadie sabía cómo era él tema perfecto de conversación para las reuniones de las damas e incluso de los caballeros interesados en el peso de las arcas de la susodicha Marquesa, para la sociedad de la nobleza que era altamente hipócrita hablando de lo que hacían y decían y haciéndose llamar nobles después de tan odiosos actos cómo hablar prejuiciosamente de alguien que nunca habían visto Deilyne por esos días era la comidilla de la nobleza.

En la fiesta de té que se estaba llevando a cabo en la mansión de la conde Baravella, su hija la dama más destacada de la alta sociedad de la capital Loreley Baravella era el centro de atención cómo de costumbre.

Loreley Baravella era la única hija mujer del conde era conocida cómo la mujer más bella de la nobleza y todos a su alrededor, la veían cómo la futura esposa del principe. Enaltecida por todos ella también se lo creía, en efecto la dama de cabello plateado y ojos azules era muy bella.

Cómo en todas partes por esos días el tema de conversación en la fiesta de té era, quien era la Marquesa Marshall y porque nunca había debutado en la sociedad.

Una de las invitadas dijo.

- Una amiga me ha dicho que la ha visto, dice que la pobre no es nada agraciada, tal vez por eso temió entrar a los círculos sociales.

- Si además no se le conoce pretendiente algún, pobrecilla, puede ser muy rica pero el dinero no hace milagros .

Dijo otra de las invitadas y una cuántas risas se escucharon de fondo.

- Shhh Señorita creo que es muy descortés el hablar de alguien que no está precente.

Dijo Loreley, a lo que sus invitadas respondían exageradamente.

- oh Señorita Loreley usted es tan buena viendo por él honor de alguien desconocida.

Números elogios cómo esté fueron los que escuchó Loreley, lo cierto es que ella tan solo intervino cuando sus invitadas ya no sabían más que decir sobre Deilyne, el poder ver no significa que siempre lo hagas o que quieras hacerlo.

Loreley que disfrutaba su taza de té, mientras escuchaba los comentarios de sus invitadas pensaba en sus adentros que ya estaba harta de escuchar sobre la Marquesa por eso intervino porque era de ella de quién debían hablar y sus invitadas cómo siempre cumplieron con sus expectativas, llenandola de elogios y exaltandola.

- [así es cómo debe ser ] se dijo así misma Loreley.

En el palacio Imperial ya estaban listas las invitaciones para la fiesta que el Emperador había organizado para Deilyne, esto era algo que ningún noble esperaba, así los deseos de Loreley no se cumplirían ya que ésto haría que Deilyne estuviera aún más en los temas de conversación.

Al que no le gustó nada que la Marquesa estuviera siendo el centro de atención fué al principe Arturo, los rumores que corrían en la alta sociedad llegaron a sus oídos, cómo siempre los nobles no podían estar sin generar falsos rumores

- [ son una constante molestia]

Arturo tenía que reunirse esa tarde con su padre, él Emperador Aurelio y no dejaría pasar las consecuencias de sus actos

- Ahora está contento majestad?

- Hijo mío porque haces esa pregunta luciendo tan enojado?

- Todavía lo pregunta padre? Ustede la arrojo cómo carnada en medio de todas esas pirañas.

- oh ya veo. Hay cosa hijo que por más que uno no deseé debe hacerlas, ese él deber de un gobernante.

- a qué se refiere padre? que tiene que ver la Marquesa en eso.

- Y yo te nombre a tí principe heredero? Veo que eres bastante lento aún para entender las cosas. Pero está bien lo descubrirás con el tiempo.

- Y que es lo que vale tanto la pena como para orillar a una persona que no le ha hecho nada, a hacer algo que evitó de todas formas.

- Hijo, estoy seguro de que vale enteramente la pena, no solo para este imperio sino que para ella también.

Él principe no estuvo conforme con la conversación que tubo con su padre, él no conocía mucho a la Marquesa pero sabía que no era su deseo ser parte de la sociedad, pero el Emperador tenía otros planes, los cuáles él no comprendía.