Tatiana lleva enamorada de su amigo una década pero el se casará y ella debe ser madrina de su boda junto a su enemigo
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Capítulo 20
Tatiana
-Entonces no lo digas
-Tenemos un problema
-¿Cuál?- pregunté bostezando
-Que solo hay dos cuartos
-¿Y?
-Que uno es de Ramiro y Oriana y el otro éste
-Había tres puertas Emanuel. Ellos están en un cuarto, yo en este y se supone que hay una tercera puerta que seguro es otra habitación
-Ese es el punto, no es otra habitación. Solo es un armario
-¿Es una broma?
-Me temo que no
El sueño me abandonó en tiempo récord, así fue. Debía comprobar lo que Emanuel decía y dónde fuera mentira seguro lo golpearía. Efectivamente tenía razón y debíamos volver a la habitación.
Él no demostraba emoción alguna pero ¿Yo? O me quedaba calva o sin uñas, cualquiera podría ser una buena opción en este momento porque estiraba mí cabello, mordía mis uñas, volvía a estirar mí cabello y así sucesivamente...
Emanuel se paró frente a mí y me sacudió levemente de mis hombros, no tuve tiempo ni de alejarme y él habló
-Tranquila ¿Qué pasa?- preguntó mirándome fijamente
-Nada, esto es muy incómodo- respondí
-Pero no nos queda más opción, a menos que desees regresar, por mí no habría problema- por más que quisiera correr con mí maleta hasta llegar al auto no podíamos hacerlo porque no nos dejarían en paz
-Me encantaría pero debemos descartar esa opción- dije resignada
-Tendremos que dormir ¿Qué lado preferís?
-Me da igual- respondí
Cuando creí que nada podría empeorar, adivinen que pasó, todo empeoró muchísimo más para mí.
Déjenme les explico, ¿Qué hacen al llegar de viaje o antes de dormir? Exacto buscar algo en la maleta para dormir, productos de aseo personal, cepillo de dientes, etcétera.
Así que hice lo que cualquier persona, tomé mí maleta, la coloqué encima de la cama que compartiríamos mientras Emanuel hacía lo mismo. Busqué mís pijamas pero no los encontré y en lugar de eso vi que las cosas no estaban como yo las coloqué, sino que además faltaban prendas y en su lugar había otras que yo no había puesto.
Comencé a recordar mientras buscaba ya un poco más desesperada que usaría y anoche cuando dormí escuché algunos ruidos y de seguro era Danilo buscando algo. Si, ese algo era deshaciendo mí maleta y poniendo cosas que no usaría para dormir con Emanuel ni con nadie.
Veamos, mí pijama que consistía en algo muy conservador y con dibujos no estaba, el otro que era una remera de tirantes y short tampoco. En su lugar habían prendas de dormir sexys que no eran mías.
Estaban todas con sus respectivas etiquetas. Gracias Danilo por el detalle, nota mental vas a lamentar esto. En qué momento fue de compras no lo sé pero lo hizo y lo que eligió no era conservador, era todo demasiado sensual. Comencé a maldecir en voz baja buscando frenéticamente hasta en los bolsillos externos e internos de la maleta algo que pudiera usar pero nada había.
Llorar no era lo mío pero algunas lágrimas rebeldes salían de mis ojos mientras ocultaba mí rostro con mis manos. De pronto siento unos brazos a mí alrededor, Emanuel. Me estaba abrazando, esto era increíble pero aunque fuera incómodo me transmitía paz, seguridad, algo muy extraño viniendo de el. Correspondí su abrazo hasta que caí en cuentas de todo lo que estaba sucediendo y que quien me consolaba era él y me separé rápidamente pidiendo disculpas que ni yo sabía por qué razón.
-¿Qué pasa?- cuestionó mirando la maleta
-Danilo y sus bromas- no quería explicar más, ya era demasiado incómodo todo
-¿Danilo? ¿Que bromas? No entiendo- en su rostro pude ver la confusión
-¡Esto no puede estar pasando!- exclamé desesperada- anoche preparé mí maleta y la dejé al lado de la puerta para no demorar hoy al salir. Danilo quiso ayudarme a empacar pero me negué porque su estilo es un poco... extravagante
-¿Y eso que tiene que ver ahora?- interrumpió
-Todo porque cuando yo dormía abrió mí maleta y cambió varias cosas como por ejemplo mis pijamas y puso cosas que no cubren demasiado
-¿Cosas como esto?- preguntó tomando un pequeño pijama
-No siquiera son mías éstas prendas, no se cuándo fue a comprarlas- sentía mis mejillas calientes, debía estar más roja que un maldito tomate
-Ya lo veo pero de todos modos no le veo el problema a usar esto, tenés un cuerpo hermoso
-Gracias. ¿Puedo pedirte un favor?
-Si, lo que quieras
-¿Podrias salir de la habitación así me cambio y me acuesto? y luego ya te aviso para entrar
-Claro
Y así mientras maldecía a Danilo me puse un pijama que poco me cubría.
Emanuel había cambiado, vaya que si. De niños si le pedía un favor se exactamente que no habría reaccionado así pero ahora era distinto. Los años le hicieron mucho bien. Ahora ya no me siento tan incómoda a su lado, sino que más bien me siento protegida, segura.
Emanuel esperó a que le avisara y entró a cambiarse también. Buscó en su maleta dos simples prendas y fue al baño, minutos después el agua corría. Cuando acabó su ducha y salió del baño casi olvido como respirar. Sabía que tenía buen cuerpo pero no creí que tanto. Su fragancia era exquisita, así querría abrazarlo.
Emanuel vestía una remera sin mangas blanca y su ropa interior que eran unos bóxers azul marino de Calvin Klein que eran ajustados y dejaban ver qué todo en el era grande.
Si que tenía músculos, sus brazos muy definidos. Sus piernas delataban cuánto entrenaba y por lo ajustado de su remera podía imaginar que tenía unos abdominales increíbles. Él me miraba divertido cuando vio mí manera poco disimulada de mirar y al encontrarme y mirarme a los ojos me sonroje y me tapé con las sábanas más aún. Él apago las luces y se acostó.
Buenas noches nos dijimos y me dejé vencer por el sueño mientras sentía su perfume.
Estoy acostumbrada a dormir de costado pero no con una mano apoyada en mí. Emanuel tenía su mano en mí cadera y nuestros pies se rozaban, aún así estábamos lejos. Estábamos de frente, el se veía tan relajado, tan tranquilo y no con ese ceño fruncido que acostumbra hacer por todo. Su remera estaba un poco levantada y se veían unos sexys y bien definidos abdominales.
Me debatía mentalmente entre levantarme y quedarme observándolo dormir o tocar esos abdominales pero tenía el problema de que si me levantaba y me veía con ese pijama moriría de vergüenza. No es que sea vergonzosa porque delante de Dani puedo estar en ropa interior pero es mí amigo y gay, Emanuel no lo es y me dijo cosas horribles cuando aún lo consideraba mí amigo y no me siento cómoda tan expuesta.