Nova Reik

La elfa se había vuelto más fuerte, más salvaje y más resistente. Sus garras ya no eran de plasma; eran más peligrosas y ágiles. Esquivé la mayoría de sus ataques, pero entre más esquivaba, más rápida se volvía.

Ella estaba aprendiendo con cada movimiento, hasta alcanzar a hacerme un corte en una de las mejillas y a rasgar mi ropa.

—¡¿Qué sucede?! ¡¿No piensas contraatacar?!

La elfa arremetió contra mí con una patada. Pude cubrirme con mis brazos, aunque la fuerza de la elfa fue tal que me hizo estrellarme contra una pared y caer en el patio con algunos rasguños.

—Jajaja, ya veo: tienes tanto miedo que no eres capaz —se burló—.

—No —dije; al ver que todos habían evacuado el palacio, dibujó una sonrisa en mi rostro, me arranqué la camisa de prisionera, dejando ver mi top blanco—. Solo estaba ganando tiempo para que ellos pudieran escapar

—Hmph. Así que ahora irás en serio

Con un salto me lancé hacia ella para darle un golpe, que no solo hizo temblar su cuerpo, sino que también hizo temblar el palacio. Debido a la fuerza de mi puñetazo, la elfa salió disparada del palacio, cayendo en las calles de la ciudadela.

—Es mejor que se vayan, por favor, porque no dejaré que les quiten la libertad a mis amigos de nuevo —supliqué mientras estaba levitando frente a ella—

—¡Agh, deja de hablar!

Con ayuda del líquido negro que chorreaba de su cuerpo, convirtió su brazo derecho en una afilada espada. Entre más crecía su odio hacia mí, más monstruosa se volvía su apariencia; cada vez estaba perdiendo su apariencia de elfo.

—¡Tú no sabes nada!, ¡No sabes lo que es que te quiten la libertad! —rugió mientras se lanzaba hacia mí para atacarme—

—Aquella vez, tú… tú lo hiciste por ellos, ¿no es así? Querías cuidar a tu gente de Roxy, ¿verdad? —respondí esquivando su espada de sangre—

—¡Tú y tu grupito van a pagar por proteger a esa asesina! ¡Por humillarme!

—Sé lo que es querer cuidar de las personas, de sentirte impotente ante una derrota, ante el dolor, pero estas no son las formas: matar, y traer más sufrimiento nunca es la solución

—¡Deja de decir palabrerías! Él me prometió la libertad de mi pueblo a cambio de tu cabeza —su espada de sangre volvió a ser un brazo de sangre, sus brazos se hicieron más grandes, su boca se agrandó, destruyendo lo que parecía el último rastro de luz— Y si tengo que convertirme en un monstruo para lograrlo —se puso en cuatro patas— ¡¡lo haré!! —rugió la elfa con una voz que parecía más de un animal que al de una persona—

La elfa se lanzó nuevamente hacia mí para atacarme, ya no solo con sus garras sino que también con sus afilados colmillos. Me derribó con sus inmensas manos de sangre y me estrelló contra una nave mientras intentaba arrancarme la cabeza con sus dientes.

De pronto le salieron unas amenazantes alas de sangre. Me sujetó del rostro para despegar y volar por las calles de la ciudadela, estrellándonos contra edificios, naves y todo lo que se le ponía enfrente.

—No… ¡Deja…! ¡¡Deja de destruir cosas!!

Antes de que causara más daño en la ciudad, la aparté de mí con una brutal patada con ambas piernas en el rostro, cargada con todas mis fuerzas. Me impulsé con el aire para darle un puñetazo en el rostro que la mandó a la luna de la ciudadela.

La elfa se estrelló contra un cementerio de naves que había en la parte más oscura de la luna. Su cuerpo había quedado destrozado gracias a esa patada; parecía que al fin iba a ceder.

No obstante, la oscuridad en su corazón no la dejó descansar. Aquella voz en su cabeza volvió a insistirle que continuara, alimentando su ira.

—No te rindas… No dejes de pelear… Tu gente merece más la libertad que ellos… ¡que esa asesina!, dime Layla: ¿vas a dejar que las personas como Roxy se salgan con la suya? Y que las personas como tus amigos se queden sin libertad, debes ponerte de pie… —a pesar de sus heridas, ella se puso de pie, para pelear por la libertad de su gente y por su sed de venganza—. Buena chica —añadió la voz en su cabeza—.

Con un rugido que agrietó e hizo temblar la superficie de la luna, volvió a levantarse para seguir peleando. Determinada a detenerla, volé a toda velocidad hacia ella para continuar con la pelea.

Aproveché que ella atacaba como si fuera un animal para darle golpes precisos y fuertes que, poco a poco, la debilitaron. De la misma manera yo también comencé a debilitarme por el cansancio y por las heridas que ella me hacía.

—¡¡No!! ¡¡Tú no puedes venderme!!

Layla me embistió, haciéndonos caer encima de una nave que aún seguía funcionando. Debido al golpe la nave se encendió, con ello las turbinas y el motor de la nave rugieron.

Ella cegada por la ira comenzó a golpearme en el rostro sin control. La aparté con una patada, solo que no contuve lo suficiente mi fuerza. Ese error mío hizo que casi fuera cortada por una de las turbinas, por suerte logré sujetar su brazo.

Su cabello, movido por la corriente, comenzó a arrastrarnos hacia la turbina. Me sujeté de una fisura de la nave, pero, debido al cansancio y a mis heridas, no iba a soportar mucho tiempo.

—¡Rápido! ¡Sube! —jadeé mientras sentía cómo mi cuerpo empezaba a perder fuerza—

Layla pasó de mirarme con odio a mirarme con confusión y miedo. No podía dejarla caer: por más enemistad que tuviera con ella, debía salvar a todas las personas que pudiera; sin importar dónde estuviera, esa era mi responsabilidad.

Mis dedos comenzaron a entumecerse, y poco a poco comencé a soltarme, algo que Layla notó enseguida.

—Arriesgar tu vida por alguien que apenas conoces —dijo, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro—. Así que así es un humano —agarró mi mano—. Hmph.

—¿Qué? Espera, ¿qué vas a…?

—Flor, por favor, salva a mi gente de ese hombre; te lo encargo

Antes de que pudiera protestar, Layla quitó mi mano de su brazo a la fuerza, para después dejarse caer en la turbina.

—¡¡Nooo!! —grité—

Intenté volar hacia ella para salvarla, pero no tenía la fuerza para hacerlo. Mi cuerpo estaba hecho trizas, ya no podía salvarla.

Cuando Layla cayó en la turbina de la nave, ésta se dañó y dejó de funcionar. Me quedé ahí colgada en la parte exterior de la nave, asimilando lo que había pasado. Si no fuera por mi error, si me hubiera contenido más, tal vez ella…

No. Ya no podía hacer nada. Lo único que podía hacer era cumplir con sus últimas palabras: salvar a su gente… aunque eso significara cargar con su muerte.