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EL DRAGÓN OLVIDADO QUE VUELVE A NACER

EL DRAGÓN OLVIDADO QUE VUELVE A NACER

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Viaje En El Tiempo / ABO / Traiciones y engaños / Reencarnación / Fantasía LGBT
Popularitas:2.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Gabitha

El fallecimiento de su padre desencadena que la verdad detrás de su rechazo salga a la luz y con el poder del dragón dentro de él termina con una era, pero siendo traicionado obtiene una nueva oportunidad.
— Los omegas no pueden entrar— dijo el guardia que custodia la puerta.
—No soy cualquier omega, mi nombre es Drayce Nytherion, príncipe de este reino— fueron esas últimas palabras cuando ellos se arrodillaron ante el.

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VIAJE

Llevaban caminando entre las pequeñas aldeas aledañas al imperio. Según las palabras de Vhagar, al anochecer podrían encontrar un buen lugar para descansar.

Sin embargo, varios de los soldados comenzaban a quejarse de Drayce, quien los dirigía con paso firme. Murmuraban sobre el porqué un niño —y peor aún, un omega— era quien los lideraba. Las voces de descontento crecían cada vez que pasaban frente a un buen lugar para acampar, pero el príncipe seguía cabalgando sin detenerse, ignorando los susurros y las miradas de burla.

El cielo comenzaba a teñirse de rojo cuando el dragón habló en su mente.

—Es aquí.

Drayce detuvo su caballo y alzó la voz:

—¡Comiencen a preparar las tiendas, acamparemos aquí!

El general Tobías se acercó montado en su corcel. Era un hombre de porte severo, leal y experimentado en batalla.

—Príncipe, esta tierra parece desolada. La ciudad más cercana está a cuarenta minutos a caballo —advirtió con cautela.

Drayce asintió.

—Tranquilícese, general. Confíe en la guía del dragón… y en la bendición de la diosa.

El hombre guardó silencio. Era creyente, y aunque tenía dudas, no osaría desafiar las palabras del elegido del imperio.

Mientras algunos soldados levantaban las tiendas, otros murmuraban con desprecio.

—Maldito principito —susurró uno—. Si nos hubiéramos detenido antes, aún tendríamos luz.

—Tienes razón —agregó otro con tono burlón—. ¿Qué clase de emperador deja a su ejército en manos de un niño?

Román, un soldado omega de mirada firme, los escuchó.

—Si crees que las decisiones del emperador son erróneas, ve y díselo. Seguro te escuchará… —dijo con ironía.

Los soldados callaron un instante, pero uno insistió:

—Ya lo haremos, cuando alguno de nosotros sobreviva a esta “guerra santa”.

Román frunció el ceño y respondió con calma.

—Si tanto te molesta que un omega te lidere, entonces no sirves como soldado.

Se alejó, dejando a los demás con la vergüenza pegada en la lengua.

Existe una frase muy conocida: “Siempre debes mirar más allá de lo que tus ojos pueden ver.”

Eso era algo que muchos de los soldados olvidaban.

Desde el momento en que entraron a esas tierras, las sombras comenzaron a alimentarse de su negatividad. Lo que no sabían era que, si se dejaban consumir por completo, esas sombras podrían poseer sus cuerpos.

Mientras los demás terminaban de acomodar el campamento, Drayce se apartó en silencio.

—Vhagar, ¿puedo preguntarte algo? —dijo mentalmente.

—Por supuesto, pequeño príncipe.

—¿Qué hacemos aquí realmente?

—Era necesario parar aquí —respondió el dragón con voz grave.

—¿Por qué?

—Porque los de mente débil no podrán pelear en la verdadera batalla.

Drayce frunció el ceño.

—¿Entonces deben quedarse aquí?

—No necesariamente. Cuando un humano se consume en sus emociones negativas, se convierte en prisionero del mal. Para liberarlo, debe confiar. A veces, un rayo de esperanza puede ser la luz que los salve.

Drayce miró el horizonte.

—Entiendo… dentro de los soldados hay quienes son prisioneros de sí mismos.

—Así es. Si quieren continuar el camino a la salvación, deben liberarse. No sólo confiando en ti o en mí, sino también en los dioses.

El joven asintió.

—La próxima vez, avísame de estas cosas, Vhagar.

—Como desees, pequeño príncipe.

La voz del dragón se desvaneció, y Drayce regresó al campamento justo cuando Román se acercó.

—Príncipe, la cena está lista.

—Perfecto. En cuanto terminen, que todos coman.

Al llegar, los soldados ya estaban formados con sus platos en mano. Drayce los observó y sonrió con calma.

—Se nota que morían de hambre —murmuró para sí.

—¿No piensa comer antes, su alteza? —preguntó Román.

—No. Dejen que los demás coman primero. Que todos reciban su porción.

Los soldados se miraron sorprendidos. Esperaban que el “niño del trono” fuera altivo y arrogante, pero su humildad los desconcertó.

Uno de los soldados le ofreció su plato.

—Por favor, príncipe, acepte. Todos debemos comer por igual.

Drayce lo miró con gentileza.

—Gracias. Eso demuestra el verdadero espíritu de un soldado del imperio.

El joven tomó asiento junto a ellos.

—Sé que algunos dudan de mi capacidad como líder —dijo levantando su vaso de agua—, pero les prometo que volveremos con vida… con la victoria, aunque eso dependa de mi propia vida.

Los soldados levantaron sus copas de vino y brindaron entre risas y gritos. Por primera vez, el campamento se llenó de esperanza.

Más tarde, mientras algunos se bañaban en la cascada cercana y otros limpiaban los platos, Drayce se quedó observando la luna.

—Vhagar, ¿hay alguna forma de saber cómo están ellos? —susurró con anhelo.

—Sí. Espera a que todos duerman. Si tienes un espejo, podremos intentarlo cuando la luna esté en su punto más alto.

La noche cayó y el campamento se sumió en silencio. El joven príncipe encendió una pequeña vela y colocó frente a sí un espejo de mano, uno que Christian había usado alguna vez.

—Bien, ¿qué hago ahora? —preguntó.

—Repite después de mí —ordenó Vhagar con solemnidad—. Este es un cántico antiguo, un lazo entre espejos bajo la luz de la luna.

Drayce respiró hondo y repitió las palabras:

> “Por la luna que une y el sol que separa,

por la sangre que enlaza y el alma que ampara.

Que este reflejo cruce el velo del tiempo,

y encuentre el rostro que mi corazón llama.”

El espejo brilló tenuemente, y una suave neblina comenzó a cubrir la superficie.

—Papá… —susurró Drayce, con los ojos llenos de emoción—. ¿Puedes oírme?

Por un momento, creyó ver el reflejo de Vladimir, luego el cabello pelirrojo de Christian, y una voz le respondió desde el otro lado del cristal:

—Drayce... hijo, te escucho.

El corazón del joven se estremeció. A través de ese brillo plateado, el vínculo con su familia volvía a unirlos, aunque el destino los hubiera puesto en caminos distintos.

Agradecía en lo profundo de su corazón a esta maravillosa idea de Vhagar.

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Priscy Agudelo
me encanta tu novela, cada capítulo me llena de intriga y no puedo parar de leer. 👏👏👏felicitaciones.
Gaby Rodriguez: Gracias por tus palabras y me alegra que te esté gustando 🤭☺️
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Limaesfra🍾🥂🌟
🐲🐉
Gaby Rodriguez: Me alegra que te esté gustando🥰
total 1 replies
Adeilis
Más capítulo por favor
Adeilis
La historia es muy interesante, me gusta mucho
Gaby Rodriguez: Me alegra que te guste y gracias por darle una oportunidad 🤗😘
total 1 replies
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