Ekrem Latouff es un hombre que ha alcanzado todo lo que se ha propuesto en la vida, tiene control total en cada una de sus acciones, menos en sus sentimientos. Ama profundamente a la única mujer que moralmente, no debería amar.
Una marcada diferencia de edad y un parentesco no consanguíneo los separa.
¿Podrá Ekrem Latouff enfrentar los prejuicios y conquistar a Sophie Klein quien está ajena a esos sentimientos?
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Diecisiete
^^^“Que te quede bien claro. Donde acaba tu boca, ahí empieza la mía“.^^^
^^^Mario Benedetti^^^
El escándalo que envolvió a Samantha Soria ha sido tan grande que es probable que su pena supere los 20 años de prisión, tiempo que es el máximo de condena, según el código de procedimiento penal en Luxemburgo; esto debido a que dos de los delitos que se le imputan son graves.
Tres días han pasado desde el rescate de Sophie, los mismos días que se ha mantenido ausente, camina por inercia como si de un ser sin voluntad se tratara. Anne, Dina y su tía Margaret dejaron de hablarle, pues, tratando de hacerla expresarse, lo único que logran es que siga llorando, así que solo le hacen compañía. Únicamente Ekrem se mantiene hablándole y aunque la siente tensarse al abrazarla, haciendo un puño de su corazón está dispuesto a salvarla de ella misma. Por las noches vela sus sueños, él no se da por vencido, con Sophie la palabra rendirse no entra en su vocabulario.
La luz del teléfono de Anne parpadea y aparece el nombre de su padre en él.
—Dime papá — le responde de inmediato.
—Ya has tenido tiempo suficiente para estar con tu ahijada — dice sin siquiera saludar —necesito que organices la cena compromiso para Ekrem.
Robert Latouff, es un viejo obstinado que aún no conoce la verdadera naturaleza de la relación entre su hijo y Sophie, por lo que sigue con la idea de casarlo cuanto antes.
—Lo siento papá, pero no voy a ayudarte.— le contesta para inmediatamente colgar la llamada, no quiere ser ella quien le diga que Ekrem no tomará a ninguna mujer como esposa que no sea Sophie.
Al mismo tiempo, decidida a llevarse a su sobrina a Francia, Margaret llega hasta el salón donde se encuentra una apesadumbrada Anne, quien siente que los problemas no terminan, por un lado, la situación de su ahijada y, por otra parte, los planes de su padre, quien nunca descansa hasta lograr sus deseos y sabe que debe poner sobre aviso a su hermano.
—Anne, ¿podemos hablar?— inicia la conversación sentándose a su lado — siento que mi sobrina está estancada aquí y un nuevo aire la ayudará, por eso te informo que mañana la llevaré conmigo a Francia.
—No— es la única respuesta que da, se levanta y sale del salón, tras de ella va Margaret tratando de argumentar.
—Anne, entiende, ¡es mi sobrina y tengo derecho a decidir lo que es mejor para ella!— dice finalmente a gritos.
—No, he dicho, ¡de aquí Sophie solo sale si es su decisión!— responde apenas deteniéndose.
—Yo soy su única familia, ella no está en condiciones así que yo decido— dice de manera altanera, pero inmediatamente después de hablar Margaret se arrepiente.
—¿Su única familia? La única familia que ha tenido desde los 2 años somos nosotros— la apunta con el dedo índice agregando — ¿pensaste en que eras su única familia cuando me la dejaste para irte a trabajar a otro lugar?— asevera destilando ira por los ojos.
—Anne — es lo único que Margaret dice, sabe que ella tiene razón.
—¿Qué pasa aquí? — se escucha al fin la voz de Frank Weber, mientras aparece por el pasillo.
— Pasa, que estoy harta de que la gente se crea con derecho a decidir sobre la vida de los demás.— grita su esposa, para enseguida abandonar el lugar. Poco entendieron sus palabras, pues, la demanda de Margaret únicamente fue el detonante para que la mujer estallara ante la presión que siente.
Ajenos a los acontecimientos, Sophie y Ekrem se encuentran en el jardín, la tarde está muriendo y comienzan a asomarse en el cielo las estrellas. Con mucha ternura Ekrem la abraza por la espalda.
— Shhhh soy yo, tranquila amor — dice cuando nuevamente la siente tensarse — estás a salvo, estamos juntos.
La chica nuevamente rompe en llanto, siente que cuando él se entere que fue manoseada ya no la querrá más.
Él la gira para tenerla de frente, ella le esquiva la mirada entonces el hombre toma su rostro con ambas manos para obligarla a verlo, pero ella cierra sus ojos.
—Mírame Sophie — su voz salió suplicante y es cuando ella abre los ojos — no levantes un muro con tu silencio, grita, patalea, derrúmbate si quieres, pero no te encierres, no dejes que te ganen que yo siempre estaré contigo.
La chica niega con los ojos anegados de lágrimas.
—¿No que mi amor?— dice desesperado — por favor háblame.
En un hilo de voz, al fin articula —Estoy sucia— y se ahoga con el llanto.
El cuerpo del hombre se tensa <¿qué pudieron hacerle para llevarla a ese estado? En el informe médico no encontraron signos de violación>
—Yo te amo por sobre todas las cosas— dice con los ojos cristalizados —te estoy amando desde que eras casi una niña y yo no tenía siquiera una oportunidad. Nada ha sido tu culpa amor — la abraza nuevamente.
— Pe. pero él él me tocó — Tartamudea — siento asco…
Ekrem le avisa a su hermana que saldrán y la lleva hasta el auto, conduce directo a su mansión y en ningún momento del camino dejó de tomar su mano.
—Vamos— dice una vez que ha estacionado. Sin soltarla la lleva hasta su habitación.
Mirándola a los ojos puede leer su angustia, toma su rostro con ambas manos, le da un corto beso en los labios y con voz calma le dice —Te amo Sophie Klein y no estoy dispuesto a renunciar a ti —
Con sus pulgares acaricia sus mejillas húmedas, besa sus ojos y comienza el recorrido de besos por su rostro, llega al lóbulo de su oreja —Déjame sanarte con caricias — le susurra. La abraza fuerte contra su pecho y posa sus labios en su pelo.
—Estoy sucia— repite
—No lo estás amor— responde él apretándola más fuerte.
—Yo no quería.
—Lo sé— toma nuevamente su rostro con sus manos, la vuelve a besar y sobre sus labios dice — relájate, tú eres más que la experiencia que tuviste, no lo dejes ganar.
Esas palabras le dieron a Sophie la fuerza para decidirse a exorcizar esos demonios, que la han estado consumiendo.
Es entonces cuando corresponde los besos de Ekrem — Créame nuevos recuerdos en mi cuerpo — le dice a punto de entregarse en sus brazos.