Campamento De Verano - Cuidado Con La Hija Del Lobo

Cap.18

Yanara

Estaba aturdida por la forma en que mi papá me habló ¿Qué lo habrá molestado tanto? El nunca se enoja porque entro a la cocina, es normal, siempre lo hago. Me reuní con todos en el comedor, devoré mi desayuno y cuando

todos estuvimos listos salimos rumbo al amplio campo donde se estaban juntando todos los demás de la sección.

Guillermo se estaba presentando ante todos, era una persona super agradable

—    Esperen ~chille para que mis amigos escucharan~

Estábamos en la zona abierta, es como una especie de cancha, la cual, en vez de estar rodeada por gradas, en su reemplazo se encontraba el bosque.

—    Porque nos detienes Mérida ~cuestiono mi primo Felipe~

—    Estoy viendo algo que no me gusta para nada ~me crucé de brazos~

Mis amigos miraron en la misma dirección que yo. Me encanta Alonso es un buen tío y siempre se ha preocupado por mi y los demás, pero ahora pienso que será una piedra en el zapato para mi plan. Almendra se encontraba

abrazada a el y cuando se separaron se miraron de forma muy cariñosa para mi gusto

—    No debería enojarte tanto mi querida Mérida ~objetó Maxi muy cerca de mi~

—    Parece que vamos a tener que actuar rápido, yo ya estoy shipeando a tu papa y Almendra, se verían muy bien juntos ~sonrió Olivia~

—    Exacto Mérida, vas a tener que ser más rápida, empecemos a avanzar en tu plan ~agregó Nahuel~

—    Si, creo que eso tengo que hacer, empezamos mañana mismo, quiero a Alonso lejos de Almendra

—    Lo que usted ordene mi princesa ~Maxi hizo una reverencia exagerada casi llegando con su cabeza a la punta de sus zapatos, lo que me hizo reír a carcajadas~

Almendra

Estoy muy molesta, ¿Por qué tenia que ser tan desagradable? y mas encima hablarle así a mi Luz, no era la forma de tratarla, pobre mi niña, estaba tan asombrada que no tenia ni idea de cómo actuar ante el frío tono de

su voz.

—    ¡Almendra! ~exclamó Alonso~

Me detuve al escuchar su gruesa voz, que ha decir verdad no había escuchado antes porque venia metida en mis pensamientos.

—    Caminas muy rápido, te vengo siguiendo desde la cocina

—    No me di cuenta, estaba distraída, disculpa por hacerte correr ~sonreí~

—    No te preocupes estoy en buena forma

Sacó pecho mostrando lo firme que estaba todo su cuerpo, se notaba que pasaba horas haciendo deporte o ejercicios.

—    ¡uy! Así veo ~le guiñe un ojo~

—    ¿te puedo decir algo?... cuando estás enojada te ves adorable, se te hace una arruga entre las cejas y tu nariz se arruga aquí ~apuntó con su dedo el puente de mi nariz de forma divertida~

—    ¿Adorable?... debería verme intimidante ~puse mis manos en mis caderas~

—    Jajaja, estás muy lejos de intimidar a alguien con tu ternura.

Me acerqué lentamente, estiré mis manos hasta sus mejillas y lo hice mirarme

—    Entonces vas a tener que enseñarme, para intimidar al jefe, cada vez de su linda boquita salga alguna estupidez ¿bueno?

—    ¿otra vez te hizo enojar? ~sonrió ladino~

—    Si, parece que es su segundo trabajo…  ~suspiré~

—    ¿Necesitas que haga algo por ti? ~cuestionó~

—    Si… ¿puedes abrazarme? Mi Guille está ocupado y Dani igual, necesito bajar las revoluciones ~hice un puchero~

—    Obvio que sí, cada vez que lo necesites

El macizo hombre me envolvió en entre sus gruesos brazos, apretándome suavemente, puso barbilla sobre mi cabeza, pero antes dejó un casto beso sobre mi frente.

—    ¿Te sientes mejor?

—    Mucho mejor, gracias, Alonso ~le sonreí~

Era demasiado agradable estar así, Alonso me hacia sentir en calma, no había nada sexual, era más bien como un sentimiento de hermandad, un vinculo extraño como el que tengo con mis gemelos.

—    Gracias por el abrazo, ya me tengo que ir a preparar el almuerzo ¿podemos vernos cuando termine mi   jornada?

—    Claro que sí, nos vemos más tarde, ahora vuelve a lo tuyo, no quiero que te reclamen otra vez

Alonso besó mi frente y me dio el ultimo abrazo antes de emprender el camino de vuelta a mi área de trabajo. Cuando entré Maite y Angelica tenían todo ordenado sobre la mesa.

—    Estamos listas para empezar, el menú del almuerzo es lo siguiente:

-Arroz primavera

-carne al jugo

-ensalada de hojas verdes

-Jugo

-manzana de postre

Aquí vamos de nuevo, con todo lo que se mueven esos niños creo que son hasta capaces de comerse los animales del vecino.

A la hora de almuerzo de nuevo el mismo modus operandi, cada niño pasaba por la vitrina y nosotras servíamos sus bandejas para que luego se sentaran a comer.

—    No veo malas caras ~comentó Angelica~

—    Eso es bueno, los años anteriores las cocineras no tenían muy buena mano, por lo que a las dos semanas había que cambiarlas.

—    Me alegro tanto de que a los niños les haya gustado mi comida ~comenté~

—    Tienes buena mano, esta carnecita esta exquisita y el arroz quedó en su punto ~exclamó mi nueva amiga con la boca llena~

Por lo general, a los niños en el hogar se comían toda la comida los días que me tocaba cocinar a mí, y digamos

que no preparaba comida gourmet, la comida casera siempre les gustaba a mis pollitos.

Nos encontrábamos sentadas en una de las mesas del comedor tomando agüitas de hierba con Angelica, tomándonos un segundo descanso, no muy largo teníamos 20 minutos antes de volver a la cocina

a lavar y preparar las colaciones, que, gracias al jefe, eran colaciones empaquetas por lo que no debíamos que preparar nada más hasta la cena

—    Mi mamá me dijo que eres de Niebla ~habló Angelica~

—    Si, nací en ahí ~sonreí~

—    ¿Qué cosas entretenidas hacías en la casa?

—    De todo un poco, aprendí muchas cosas entres ella a cocinar. Lo pasé muy bien ahí y después a los 15 conocí a los gemelos, son como mis hermanos.

—    Yo vengo aquí desde que tengo 16 años, aprendí muchas cosas, pero todavía no logro cambiar ~suspiró~

—    Que bueno no ser la única ~acaricié su mano~ ¿también tienes esa vocecita molesta todo el tiempo en la cabeza?

—    Jajaja, si, siempre dice que no piensa aparecer hasta que llegue mi mate, yo le digo que si no lo hace no lo vamos a encontrar

—    Por lo menos tú sabes de dónde vienes ~suspiré~ los gemelos me están ayudando a encontrar información, y ha sido realmente lento

—    No te preocupes, dentro de unos días llega Juana, ella te puede ayudar

Angelica, era una jovencita de 19 años con mucha energía, su figura era una bomba, tenia unas grandes caderas una cintura que armonizaba todo su cuerpo, su pelo negro y largo hasta media

espalda y su flequillo le daban un aspecto sensual del que no creo que sea consciente,

tiene unos bellos ojos celestes, unos lindos labios rellenos. Quien sea su Mate

tendrá mucha suerte.

Javier

—    ¿puedo entrar?

La cabellera rojiza de mi hija apareció por la puerta de mi dormitorio, donde me vine a esconder para no cometer una estupidez más con Almendra.

—    Hija ¿por qué no estás con los demás?

—    Quería estar contigo un ratito ~sus ojitos estaban vidriosos~

Me senté en el suelo e hice que ella se sentara junto a mí, se sacó las zapatillas que estaban llenas de barro y caminó por la alfombra descalza hasta llegar a mi lado.

—    no me gusta cuando me hablas por mi nombre ~suspiró~

—    perdón lucecita mía, no quería ser un ogro contigo, pero…

—    tampoco me gusta que le hables así a Almendra ~se cruzó de brazos~

—    ¿Por qué te gusta tanto la cocinera?

—    Es simple… ella me quiere y yo la quiero a ella, me gustaría que tu la quisieras a ella y que ella te quisiera a ti, así podríamos ser una familia y ella podría ser mi mamá

Cerré mis ojos pensando las palabras adecuadas, no quiero que mi hija se haga ilusiones, pero me callo la teja con su declaración

—    ¿por eso tanta insistencia que ella trabajara aquí?

Cubrió sus labios con sus manos y vi como sus mejillas se ruborizaron, me causo mucha gracia, se expuso sola en su plan. La acerqué a mi y la rodeé entre mis brazos.

—    No creo que yo le guste, pienso que le gusta Alonso, se llevan bastante bien y a pesar de que se conocen a poco ya andan bien abrazados en sus tiempos libres

—    Papá ¿estas celoso? ~sus ojitos brillaron~

—    Jajaja… ¡uf! ~resoplé~ si

Se puso de pie de un salto, se puso sus zapatillas y salió corriendo con rumbo desconocido sin decir nada más que un te amo papito