La historia de una chica italiana en Inglaterra. Con amigos especiales y un gran secreto que no quiere revelarles. Su hermano que regresa por ella y un gran amor que vuelve a su vida después de años. Qué pasará? Cuál será ese secreto? Acompañenme a descubrirlo.
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CAPÍTULO 16.
CAPÍTULO 16.
Camila tomó sus cosas, cerró la oficina con llave y salió corriendo. Los nervios y la desesperación por lo que estaba pasando en su casa la tenían demasiado preocupada. Si Giovanni estaba bien cuando llegue, lo mataría ella con sus propias manos. ¿Cómo podía ese hermano tuyo ser tan idiota?
-Victoria. Me ausentaré de urgencia. -Exclamo ella. -Mueve toda la agenda de mi hermano para mañana. -La chica asintió.
-¿Todo está bien? -pregunto Massimo quien venía de salida.
-Massimo. Giovanni necesita apoyo. Debo irme.
-Iré contigo.
*****
En el camino, Camila puso al tanto a Massimo acerca de su conversación con Giovanni. Al igual que ella, Massimo estaba furioso con su amigo. Giovanni era el más prudente de los dos, ¿cómo podía confiarse de esa manera?, sobre todo después de lo que ocurrió en Rusia hace poco tiempo.
Cerca de la casa, Massimo dejo su auto oculto para no ser visto por sus enemigos. Bajo rápidamente y Camila hizo lo mismo. El chico se colocó sus gafas para el sol y abrió el baúl del coche. Sacó de allí una ametralladora de color negro con su nombre grabado en letras doradas, era un obsequio de su padrino por su cumpleaños número dieciséis. Tomo una Glock como refuerzo y una vez se aseguró de que estaba cargada, la coloco en su cintura
Mientras tanto, Camila cargó la 45 que guardaba en su bolso, y acercándose a la cajuela del coche de Massimo, tomó de allí un rifle M16.
-Es hora de divertirse. -exclamo ella, viendo a su compañero.
-Me encanta cuando te pones ruda. -exclamo el chico, mientras cerraba el coche.
Camila revoleó los ojos.
-Andando.
*****
Finalmente, llegaron a la entrada de la mansión.
-Mierda. Son demasiados hombres. -exclamó Massimo. -Le escribiré a John, necesitamos refuerzos.
-No hay tiempo. Las bodegas están demasiado lejos. No llegarán pronto. Debemos crear una distracción. -Dijo ella sacando una granada de su bolso.
Le quitó el seguro y la arrojo con dirección al patio de la mansión.
-Diablos. ¿Cuántas cosas tienes ahí?
-Muchas. -exclamo.
-Mi madrina no estará nada feliz después de ver su jardín destruido.
Camila suspiro.
-Entremos.
Al acercarse una cantidad de los hombres de Catanzaro salieron al ataque.
-Bien… A la cuenta de 3. - dijo Massimo.- 1…2…
Y sin esperar al 3, chocando sus espaldas, ambos comenzaron a disparar hacia los enemigos, derribándolos uno por uno. Cuando acabaron con el último hombre, siguieron avanzando cuidadosamente.
Llegaron a la parte trasera de la casa. Allí vieron como Catanzaro tenía a Giovanni apuntado con un arma mientras habia cinco hombres rodeándolo. Él los estaba esperando, era obvio.
-Juro que si no lo sueltas en este instante te romperé cada puto centímetro de tu cuerpo. - Dijo Massimo apuntando con su arma.
-Vaya. -Exclamo. -Pero sí es el bastardo de Costello.
-Suelta el arma. -exclamo Massimo entre dientes.
-¿O si no qué? -pregunto el viejo. -Te diré lo que haremos. -exclamo haciendo una pausa. -Mataré al idiota de tu amigo, pero no sin antes asesinar a toda la familia, incluyéndote a ti. Dejaré para último a la pequeña puta que tienes a tu lado para destruirlo. Y cuando lo haya destruido, íntegramente, él vendrá rogando perdón por asesinar a mi hijo. Y tal vez en ese entonces, cuando no le quede nada, lo deje vivir.
-Tu hijo se merecía que lo haya llenado de agujeros. -Hablo Giovanni. -Maldito hijo de perra.
Camila se acercó lentamente y también apunto a Catanzaro. No le importaba en absoluto que haya cinco hombres más apuntándole a ella.
-Deja a mi hermano en paz porque juro que cuando termine contigo no tendré ni un poquito de piedad.
Catanzaro lanzó una sonrisa desafiante. Massimo estaba furioso. Observaba cada detalle. Miraba al viejo y miraba a Giovanni. Tenía que ser cuidadoso, ya que, un solo error, le costaría la vida a su mejor amigo.
Massimo sonrió con suficiencia y le disparo a uno de los hombres del mafioso. Como respuesta, el viejo sonrió.
-¿Crees que me importa? -pregunto el viejo.
-Bueno, si no te importa acabaremos con esto de una vez. -Dijo Max, disparándole a los cuatro hombres restantes. El viejo solo reía burlón.
Massimo le devolvió la sonrisa, desafiante. Lo veía fijamente a los ojos. Como si conociera cada uno de sus secretos.
-¿Qué haces, idiota? -pregunto el viejo.
-Te veré en el infierno, maldito hijo de perra. -Dijo Massimo.
A su arma le quedaba una última bala. La cual fue a parar directo al centro de la cabeza del bastardo que tenía atrapado a su amigo.
Giovanni logró soltarse, mientras que el viejo se caía al suelo, esparciendo su sangre por el jardín.
-¿Acaso estás loco? -Dijo Camila. -Pudiste haber matado a Giovanni.
-¿Acaso crees que empecé ayer con esto, niñita? -Exclamo él.
-Gracias hermano. -Dijo Giovanni, abrazándolo.
-Debería matarte por haber sido tan imprudente. -Dijo. -¿DÓNDE MIERDA ESTÁN TODOS LOS HOMBRES? -Grito.
-Con papa. -Dijo Giovanni. -Fueron a proteger a tu familia-
-¿Y te dejaron aquí solo?
-Yo les di la orden. -Respondió. -Ellos me obedecían a mí.
-Vayamos con nuestros padres. -exclamo ella. -Debemos asegurarnos de que estén bien.
La puerta trasera de la casa se abrió de golpe y, de inmediato, Massimo y Camila se pusieron alertas, levantando sus armas.
-¿Camila? ¿Qué es esto? -La voz de Mía les hace bajar la guardia y suspirar, tranquilos.
-Oh, Mía. Nico… -Dijo Camila incómoda. Con su mano libre, bajo el cañón del arma de Max, que aún permanecía alerta.
-No trates de esconderte. Vi todo. ¿Quién demonios eres Camila? -pregunto Mía asustada. -¿Quiénes son esos tipos? -Pregunto viendo los cadáveres, que aún permanecían tirados allí.
-Mía. Siento que te enterarás así, te lo explicaré todo. -Dijo ella acercándose.
-No te acerques a mí. ¿QUIÉN ERES REALMENTE? ¿QUE CLASE DE PERSONA ERES?
-Mía. Escucha…
-¡NO! YA VI DEMASIADO. ME MARCHO DE AQUÍ. NO QUIERO VOLVER A VERTE. ¡A NINGUNO DE USTEDES!
Giovanni se acercó a ellos, amenazadoramente.
-Demás está decir que si abren la boca, serán comida para peces. -Dijo él.
-Tranquilo, tranquilo. -Dijo Nicolás, intentando apaciguar al mayor de los Bonano.
-¿Te irás? -pregunto Camila en dirección a su amigo.
-Hablaremos luego Cami. -Dijo él. -Pero… Creo que deberían ir a la mansión Costello.
-¿Qué ocurrió? -pregunto Massimo.
-Vi a varios hombres correr en esa dirección. -exclamo el chico. -Creo que algo malo paso.
Sin decir nada más, dejamos a los chicos allí y corrimos en dirección a la casa de Massimo. Él estaba preocupado. El terror se le notaba claramente en el rostro.
Al llegar a la casa, nos encontramos con lo peor.