Mi Papá, Jefe De La Mafia

Capítulo 17

Elisabetta bajó a comer en familia, no había tenido oportunidad de conocer al instructor de su sobrina Paola. Quedó maravillada con lo guapo que era.

—Elisabetta él es Javier Martínez, el maestro de equitación de tu sobrina.—decía Enzo

—Bienvenido Javier, espero que tu estadía sea de tu agrado.—

—Si lo es, es un gusto conocerla.—

Elisabetta no dejaba de observarlo, se sentó frente a él para seguirse deleitando. En ese momento llegó Paolo y Fabrizio para también compartir sus alimentos.

—¿Dónde está mi hija?—

—Se fue con su amigo, andaban los dos en bicicleta.—respondió Sofía

—¿A quien le pidió permiso?¿Quien de los muchachos se fue con ella?—

—Nadie hijo, son niños y todos aquí en Sicilia la conocen no debe haber problema.—respondía Sofía

—Mamá mi hija no puede andar sola por la calle, existe el riesgo de que Aníbal la secuestre.—

—Tranquilo hijo, enviaré inmediatamente por ella. Estoy seguro que está en casa de Bruno.—decía Enzo para calmarlo.

—Estás exagerando hermano, aunque esa sea la intención de Aníbal. No podría salir vivo de Sicilia.—agregó Elisabetta, sin embargo Javier se sorprendió con ese comentario.

—No estoy tranquilo, iré por mi niña.—

—Paolo basta, deja de asfixiarla. Más tarde yo envío por ella a casa de Bruno. Por favor, siéntate y come tranquilo, esa obsesión tuya por Aníbal Soria solo alimenta que ellos se acerquen aún más, además lo hacen frente a nuestras narices.—

—Esta bien papá, espero que no te equivoques. Porque si ese perro me quita a mi hija, no habrá lugar en el mundo para que se esconda. Si no he acabado con el, es por el gran afecto que le tiene ella.—

Paolo estaba aterrado de que a Aníbal se le ocurriera robarse a su hija, entonces ahí sí no tendría misericordia de él. Javier dedujo que su empleador era un hombre peligroso, pero le pagaba bastante bien, además de darle hospedaje, alimentos y hasta un chofer para que lo trasladara en sus días libres, así que estaba de su lado.

Pero Paola estaba feliz en casa de su mejor amigo, Selene era un excelente persona y a ella le agradaba. El interés que mostraba por Paola era genuino.

—Bien niños, es hora de comer.—

—Nunca había cocinado algo, ahora ya no me siento tan ignorante.—agregaba Paola

—Yo siempre le ayudo a mamá a cocinar.—decía Bruno

—Yo le ayudaba a mamá a construir las maquetas de sus diseños arquitectónicos, ella disfrutaba mucho diseñar. Perdón la extraño mucho.—al ver su tristeza Selene sujetó su mano.

—Te entiendo perfectamente, mi madre murió cuando yo era muy pequeña. Mi abuela se hizo cargo de mi, pero siempre me hizo falta ella. Solo aprenderás a vivir de diferente manera, las personas mueren cuando nos olvidamos de ellas, piensa que tu mamá está en otra realidad y que ve todo lo que haces. Que su energía siempre cuidará de ti.—

Paola se sintió muy bien después de escuchar las palabras de Selene, conectaba con ella porque ambas sabían lo que era perder a una madre.

—No se pongan tristes mejor comamos.—interrumpía Bruno.

A Paola le gustaba estar con ellos, había mucha afinidad, además Selene era muy cariñosa. Después de la comida mientras Bruno les leía, Selene cepillaba el cabello de Paola para trenzarlo.

—¿Qué tienen en esa alcancía?—preguntó Paola al ver el nombre de Bruno escrito.

—Estamos ahorrando dinero para la cirugía que necesita Bruno.—

—No me habías dicho que estabas enfermo, ¿qué tienes?—preguntó Paola preocupada por su mejor amigo.

—Tiene una cardiopatía congénita, necesita una cirugía pero aún no tenemos todo el dinero. Pero lograremos recaudarlo.—

—Yo puedo darles ese dinero, mi abuelo es uno de los hombres más ricos del mundo.—

—Eres una personita muy linda, pero no es necesario. Además dudo que tu abuelo acepte darte todo ese dinero, no te preocupes nosotros lo resolveremos. Ustedes solo deben preocuparse por disfrutar cada día.—

Paola ya no insistió, pero le llamaría a su abuelo para que le enviara un cheque con la cantidad necesaria para ayudar a su mejor amigo. Minutos más tarde llamaron a la puerta de la casa de los Sultenfuss.

—¿Si diga?—abrió la puerta Selene

—Soy Fabrizio, estoy aquí por la niña Paola.—

—La llamaré de inmediato, espere un momento.—Selene le llamó, pero también le empacó una galletas que había horneado para que se las llevara para la cena.

—Gracias por su hospitalidad, nos vemos en clase.—dijo Paola y salió, tomó su bicicleta para que Fabrizio la subiera a la camioneta, despues se despedía de ambos.

—Es una excelente niña, es notorio que viene de otra clase social, es muy educada.—opinaba Selene.

—Si, yo la quiero mucho. Somos casi hermanos.—

Ambos cerraron la puerta para seguir en sus actividades, Paola no dejaba de pensar en el dinero para la cirugía de Bruno, tenía que llamar a su abuelo, sabía que no le daría una negativa para enviarle dinero. Al entrar a casa en el recibidor estaba Katrina esperando por Paolo, así que trataba de evitar un encuentro, mientras tras que ella decidió acercarse a Paola.

—Hola Paola, no nos hemos presentado…—

—¿Qué haces aquí?—la interrumpió

—Estoy esperando a tu padre, saldremos a cenar.—Paola la miraba con mucho recelo.—como te decía…—

—No quiero ser grosera, pero seré directa. No me agradas, si mi papá quiere perder su tiempo contigo es asunto de él. Por cierto no te esfuerces, jamás serás la esposa de mi papá. Las hipócritas como tú, tarde o temprano caen, como las llamaría mi abuelo, eres solo diversión.—

Katrina estaba enfurecida pero también muy sorprendida, al parecer subestimaba a la hija de su amado Paolo.

—Vaya, pero si eres una pequeña adulta. ¿Tu padre sabe lo que piensas y la forma en que te expresas?—

—No, es que al igual que a ti, mi padre no nos conoce. Si decide estar contigo, yo podré volver a mi casa, porque yo nunca voy a aceptarte. Eres tú o yo, lo que él decida lo voy a respetar. Ya no voy a perder el tiempo contigo.—

Paola tenía una personalidad muy definida, Aníbal siempre la había tratado como una adulta. Es como si la hubiera preparado para enfrentar sola, al mundo entero.

—¿Qué pasa?—Paolo la sacó de sus pensamientos.

—Tuve una conversación con tu hija, descubrí que no es una niña común. ¿Lo sabías?—

—Tiene un fuerte temperamento, es muy inteligente. A veces hace cosas que no van acorde a su corta edad. ¿Nos vamos?—

Katrina se mantuvo pensativa toda la cena. Paolo no pudo evitar notarlo, se preguntaba de que se había tratado la conversación con su hija.