Quiero a mi novio, pero últimamente discutimos mucho y ya no sé que hacer. Ha metido a su ex novia a su casa pero él asegura que no pasa nada entre ellos. Mi sexto sentido me dice que algo va mal, aunque no tengo pruebas. Hace poco conocí a un niño y no paramos de tener infortunios. ¡Ahora soy su tutora! ¿Por qué no puedo sacarlo de mi mente?
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Dolor estomacal (parte I)
—Hey—llamó Lilly la atención de Daniel cuando por fin lo alcanzó.
—¿Qué haces aquí?—preguntó él sorprendido de que ella estuviera ahí.
—Pues, lo mismo que tu, ¿no? Se supone que en esta dirección se llega a los baños.
—Sí, perdona por la pregunta tan estúpida.
—No solo la pregunta es estúpida aquí—él no reaccionó como Lilly esperó que lo hiciera. Se detuvo a verlo un instante y notó que algo no estaba bien—¿Te pasa algo?
—¿Hm? No, no me pasa nada. ¿Por qué?
—Porque estas actuando raro. Si no, no te lo estuviera preguntando. Maldición que dolor de estómago—murmuró para sí misma—Escúpelo de una vez.
—No es nada, China. Relájate. Al menos se que te preocupas por mí—añadió con un tono pícaro y bromista mientras movía sus cejas de arriba a abajo varias veces.
—Eh. No te desvíes. No se trata de eso. Pero te conozco y verte tan sereno no es normal en ti. Aunque creo que me he equivocado. Parece que ya estás como siempre—él hizo un breve silencio.
—Me imagino que ahora estás feliz. Lo digo porque Iván ha conseguido ese cupón para ti.
—Uh. La verdad me molesta no haberlo conseguido por mi cuenta. Pero algo es algo. Me queda agradecer—Daniel percibió una extraña sonrisa en ella que causó en él una incómoda punzada en el pecho.
—¿Y?
—¿Qué?
—¿Qué piensas de él? ¿Aceptarás su oferta de ser su novia?
—Bueno, quizás eso sea un poco precipitado. Pero debo reconocer que no está tan mal. Es demasiado intenso para mi gusto, eso si. Sin embargo, se nota que es un tipo centrado y con visión de futuro. Por no decir que su seriedad es uno de sus puntos fuertes. Ahora que lo pienso, el niño se parece bastante a él—respondió ella tratando de reprimir su creciente incomodidad estomacal.
—¿Y de mí?
—¿Lo que pienso de ti? Que eres un cabeza hueca. Que más. Ni siquiera recuerdo la primera vez que hayamos tenido una conversación seria. Quizás sea esta, lo no sé.
—Eso quiere decir que para ti soy un bufón
—Más que eso. Él payaso de mi circo personal—dijo antes de perderse en el baño de mujeres.
Con frustración, Daniel entró al sanitario sin dejar de pensar en aquellas palabras. Él siempre había tenido una personalidad bastante explosiva y se podría decir que era lo que más agradaba a las personas. Pero conocer la percepción de Lilly sobre él le hizo pensar si alguna vez alguien le tomó en serio o si simplemente era tomado en cuenta únicamente para pasar el rato.
Miles de veces ha intentado demostrarle su amor a Lilly y ella, con la expresión más fría posible, siempre lo ha rechazado. ¿Es porque no ha sabido transmitirlo correctamente? ¿O quizás Lilly tiene un concepto totalmente desagradable de él que hace que lo vea como un "meme andante"?
Intentar adoptar los gustos de Lilly no era una opción. Aparentar algo que no es solo alejaría aun más a mi amiga. Pero ser justo como él era tampoco estaba dando resultados. Y hablar con ella directamente y exponer sus sentimientos era algo que le aterrada. Y quién no entraría en pánico después de presenciar como humillaba a cientos que intentaron ligar con ella.
No era momento de deprimirse. Ya encontraría la manera de ganar puntos con ella para evitar que Iván ganara. Daniel salió del baño y se quedó esperando a la chica sentado en un banco cercano. Los minutos pasaban y ella no salía. Trató de no impacientarse y consideró que solo estaba tardando como lo hacían todas las demás chicas.
Lilly de pronto apareció, con pasos lentos y el rostro palidecido. Reflejaba dolor. Daniel al ver ésto no dudó en correr hacia ella.
—China, ¿Qué tienes?—preguntó preocupado al sentir que estaba sudando frío.
—Siento un fuego quemándome por dentro. Me duele demasiado—confesó en medio de quejidos y retortijones.
—Dame esto—exigió arrebatándole la bolsa con los dulces qué había comprado para su abuela—Ven, vamos a aquel banco para que te sientes. Buscaré un poco de agua para ti.
Daniel tenía el corazón acelerado y los nervios a flor de piel. Corrió de vuelta a donde estaba Lilly para entregarle una pequeña botella de agua mineral que había comprado en un kiosco de los alrededores.
Antes de que pudiera beber un sorbo, unas ganas inmensas se vomitar se apoderaron de ella. Y como pudo, acercó su rostro al bote de basura que se encontraba a su lado para expulsar todo aquello que le hizo mal. Daniel le ayudó a recoger su cabello para que no de ensuciara.
—Lo mejor será que te lleve a casa. Le avisaré a Helen para que no espere por nosotros—informó sacando su móvil para enviar un mensaje—quería llevarla a casa, pero no será posible. Me disculparme con ella cuando pueda—añadió.
Lilly había dejado de vomitar, mas el dolor no cesaba. Daniel se aseguró de que se hidratara. Tomando todo el tiempo que ella necesitara, llegaron al estacionamiento en donde estaba su auto. Él la sentó con cuidado y le puso el cinturón de seguridad para evitar futuros accidentes, pues tenía la intención de incluso ganarse una buena multa por exceso de velocidad.
Se pusieron en marcha y no tardaron mucho en aproximarse a una farmacia que abría las veinticuatro horas.
—Espérame unos minutos, regresaré pronto. Si necesitas algo, llámame. Pondré los seguros por si alguien intenta robar—salió del auto y entró al local, se acercó a una de las encargadas.
—Buenas noches, ¿cómo puedo ayudarte?—Se puso a la orden la mujer que desde lejos se notaba que era novata.
—Este, hola. Un fuego quemando desde adentro...¿qué me recomiendas?—la muchacha lo observaba sin entender—comió muchos dulces, vomitó y le duele el estómago, supongo—Continuó tratando de explicar.
—¿Me estas hablando de indigestión?
—¿Cómo voy a saberlo? No es para mi el medicamento. Usted es la que debe saber—expresó con poca paciencia. La mujer se perdió entre los estantes repletos de medicamentos y regresó con una cajita.
—Este le servirá. En caso de que los síntomas persistan durante varios días, consulta a un médico.
—Bien. Gracias. ¿Me puedes dar una de estas cosas que son para la regla?—definitivamente era un asco para hacer compras.
—Hay muchas cosas que son para la menstruación. Desde las toallas sanitarias hasta productos para aliviar cólicos.
—¡Maldición! ¡No sé! Una bolsista que es caliente y se pone ahí. Eso quiero.
—¿Una compresa?
—¡Tú sabrás! Solo ponme una de esas.