La llegada de la joven institutriz Elaiza al imponente castillo del Marqués del Robledo irrumpe en la severa atmósfera que lo envuelve. Viudo y respetado por su autoridad, el Marqués encuentra en la vitalidad y dulzura de Elaiza un inesperado contraste con su mundo. Será a través de sus tres hijos que Elaiza descubrirá una faceta más tierna del Marqués, mientras un sentimiento inesperado comienza a crecer en ellos. Sin embargo, la creciente atracción del marqués por su institutriz se verá ensombrecida por las barreras del estatus y las convenciones sociales. Para el Marqués, este amor se convierte en una lucha interna entre el deseo y el deber. ¿Podrá el Márquez derribar las murallas que protegen su corazón y atreverse a desafiar las normas que prohíben este amor naciente?
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la bitácora del Marques
25 de Diciembre
Frontera sur, 28 km. Hubo regua navideña hoy. El enemigo está estable desde la última revisión. Sin novedad importantes,
los heridos fueron atendidos y los graves, van camino a la ciudad. Bajas menores de lo esperado, al menos eso es bueno. La campaña ha sido mas larga de lo esperado. Tropas en buen estado físico, mejor de lo que creía. Jorge está haciendo un buen trabajo con ellos, recordar felicitarlo. La moral está alta, pero tres meses aquí pesan.
Un árbol pobre hecho por el cabo Juárez ha sido hoy el aliciente para continuar, cada uno colgó algo. Hoy se echa de menos la casa.
Espero que llegaran los regalos, debido a las nevadas se ha limitado la comunicación, mucho riesgo para tanto peso. Solo informes cifrados.
Más tarde
El árbol de mierda se cayó. Alguien se rió cuando el Comandante quiso poner una piña arriba. ¿Pusieron la estrella al final en casa? Echo de menos sus ojos, sus abrazos, sus preguntas de críos. ¿Se portarán bien? ¿Harán sus tareas? espero que la chiquilla los tenga a raya.
7 de Enero.
Noche.
Mi guardia. El silencio habitual de estas horas se rompió hace poco más de una hora. Movimientos en el flanco oeste. La patrulla de reconocimiento enemiga, al parecer.
Demasiado numerosa para ser casualidad.
Ordené mantener la posición y esperar. No queríamos alertar a todos si no era necesario. La tensión tensaba el aire como una cuerda de arco. Podía sentir la respiración contenida de los hombres a mi alrededor, sus ojos fijos en la oscuridad.
Cuando atacaron, fue rápido y brutal. Gritos, el choque del acero, el olor acre de la pólvora. Me moví entre ellos, la espada en mi mano, la adrenalina helando mis venas. Mi gente respondió bien, entrenados y curtidos. Pero atacaron por sorpresa, pocos pero certeros.
Hubo un momento... un fogonazo iluminó el rostro de uno de los atacantes, era joven, apenas un niño para mi. Por una fracción de segundo, vi el miedo en sus ojos antes de que cayera, esa imagen... se graba en la memoria de cualquiera.
Logramos repeler el ataque, aunque con bajas y heridos. Nada crítico, pero cada hombre perdido... es un golpe. Ahora el silencio ha vuelto, pesado y cargado. Estamos en alerta máxima. No creo que vaya a ser su único intento.
Aquí, en la oscuridad, con el eco de los gritos aún resonando, la distancia del hogar se siente como un abismo insondable. ¿Estarán durmiendo? ¿Estarán a salvo? Ojalá pudiera ver sus rostros ahora, asegurarme de que todo está bien, espero la chiquilla los este cuidando como es debido. Mañana... mañana veremos qué nos trae el amanecer. Y rezaremos por que sea mejor que esta noche.
10 de Enero
Avance de las tropas. Cinco kilómetros ganados en las últimas veinticuatro horas. El enemigo se retira, aunque con resistencia esporádica. Estamos cerca de Villarrobledo, la ciudad que tomaron hace meses. La moral de la tropa se ha elevado con este avance, sienten que el final podría estar cerca.
Hemos trazado el plan de ataque para Villarrobledo. Dividiremos las fuerzas en tres flancos: Don Carlos liderará el asalto principal por el oeste, yo tomaré el norte con la caballería, y el capitán Mendoza cerrará por el este. El objetivo: tomar la plaza central mañana mismo. Será un enfrentamiento duro, lo sé, pero la oportunidad de liberar esa ciudad es demasiado importante. La gente ya ha sufrido mucho bajo su yugo.
Hay una tensión palpable, una mezcla de excitación y nerviosismo. Esta noche no dormiremos. Mañana lucharemos por devolver la esperanza a esta tierra.
11 de Enero.
Noche.
Victoria. Villarrobledo es nuestra de nuevo. La batalla fue feroz, tal como esperábamos, pero logramos romper sus defensas antes del medio día. La alegría de la gente al vernos entrar... eso compensa cada gota de sudor y cada vida perdida. Salieron a las calles, llorando, abrazándonos, ofreciéndonos lo poco que tenían. Es una sensación... indescriptible.
En medio de la celebración, vi a una joven pareja. Ella sostenía un bebé en sus brazos, y ambos me miraban con una gratitud tan pura... Me recordó a Sofía, hace tantos años, cuando Rosalba era apenas una recién nacida, senti un vuelco en el pecho, una punzada de una ausencia que el tiempo no logra mitigar por completo. La extraño, extraño su sonrisa, su fuerza, la forma en que tomaba mi mano. Momentos como este... me hace tanta falta, llevo conmigo aún su relicario como siempre.
La ciudad está liberada. Hemos cumplido nuestro objetivo aquí. Ahora... ahora solo falta la frontera, algunos hombres desean ser enlistados me he opuesto, están demasiado cansados para luchar, casi tanto como nosotros, no quiero que haya más perdidas innecesarias.
La imagen de la joven familia... me ha dejado pensando. En lo que perdí. En lo que aún tengo por lo que luchar.
18 de Enero
guardia matutina
En siete días, el Batallón Negro estará completo. Mis mejores hombres, curtidos en mil batallas, leales hasta la médula. Los entrené, conozco su valía. En quince días tomaremos la frontera. El plan es simple: un ataque directo y contundente, aprovechando su reciente desorganización tras la caída de Villarrobledo y la energía de los negros. Arriesgado, sí, pero confío que es la mejor forma para terminar de una vez con todo. El enemigo es astuto y deshonesto. Pero no pienso ceder ni un palmo más de esta tierra.
Tengo miedo. No lo niego. No por mí, sino por ellos. Por si mi liderazgo falla, por si la suerte nos abandona. Pero el miedo no paraliza. El miedo es un recordatorio de lo que está en juego.
anexo mis deseos en caso que no regrese.
sra Agnes Jenkins,
Si lee esto, significa que no regrese. Cuide de mis hijos. Tomás necesitará una mano firme pero justa. Emanuel... protéjalo con su corazón como lo hizo con migo. Y Rosalba... guíela con sabiduría y amor. Confío en usted más de lo que las palabras pueden expresar.
Rafael.
había otra nota al pie de la última página de la bitácora, tachada y apenas legible y el papel arrugado probablemente lo había tirado a la basura y después se habría arrepentido
Elaiza
yo he pensado... siento... estos años de soledad... no... Sofía la extraño ... fuerza... corazón... siempre... decirte
perdóname... quizás... vida...
Fecha: 8 de Febrero
no se la hora exacta pero es de día
El tiempo se ha vuelto un río turbio en mi mente. Aquel día temprano nos preparamos antes del amanecer, después entramos en la frontera como un rio desbordado. Recuerdo el fragor de la batalla, el grito de los hombres, el choque brutal del acero contra el acero, el hedor acre de la pólvora quemada mezclándose con el sudor y la sangre. Estábamos en la vanguardia, el Batallón Negro avanzando como una ola imparable, eso es lo que son para eso tantos años de entrenamiento. Pero el enemigo, ellos... lucharon con una desesperación inesperada.
Recuerdo un dolor agudo en el costado, como si un hierro candente me atravesara por completo, luego... un vacío. Un silencio repentino que contrastaba con el caos ensordecedor de hace un instante, me faltaba el aire.
Mis hombres... recuerdo verlos luchar con una furia admirable, protegiéndome incluso cuando yo caí. Gómez me cubrio, escuché sus voces lejanas, llenas de angustia. Creían que me habían perdido. Y quizás... quizás por un momento paso.
Desperté hace dos días. La luz era tenue, el aire denso con el olor a hierbas medicinales. El dolor... un compañero constante. Me dijeron que la herida... una esquirla de metralla, profunda, cerca del pulmón apenas rozo cerca. Dijo el médico Don Raúl, que fue un milagro que no hubiera alcanzado un órgano vital. De haber sido unos centímetros más a la izquierda no estaría aquí eso dijo el médico, además de no haber estado el aquí no creo que alguien podría haberme curado, le debo la vida a ese matasanos, nos solo la mía la de todos mis hombres, debo darle una botella de mi mejor vino al regresar.
La batalla la ganamos. La frontera es nuestra. Pero el precio... lo siento en cada respiración, en cada punzada de dolor, pero ha valido la pena. Mis hombres celebraron esa misma noche, los cabrones se acabaron el poco licor, me contaron, no me dejaron nada.
Pero en sus ojos vi el alivio de verme con vida, un alivio teñido de la preocupación por mi estado. Aún estoy débil, pero recuperándome, la fiebre no ha bajado, pero al menos estoy consciente. Don Raúl dice que volveré al frente dentro de poco. Debo hacerlo .
Aquella noche el marqués tuvo sueños tal vez provocados por la fiebre, tal vez por la angustia de perderlo todo o tal ves por la nostalgia y el anhelo de tiempos mejores.
La fiebre volvio a ascender, un calor sofocante que lo arrastro a las sombras de su inconciencia. Entre la vigilia y el delirio, un rostro apareció Sofía. Tan clara como el día en que la conocio bajo el viejo roble de la finca del Rey. Su sonrisa... esa luz que iluminaba su mundo. Su mano acaricio su mejilla con una ternura que creía olvidada.
"Rafael," susurro su voz, tan real que casi pudo sentir su aliento, "has sido un buen esposo, un padre maravilloso. Pero mi tiempo terminó hace mucho. Debes dejarme ir."
Las imágenes se arremolinaron, su primer baile, torpe y lleno de risas, el día de su boda, bajo el sol radiante del verano, el nacimiento de Rosalba, su pequeño puño aferrando su dedo con todas sus fuerzas. Los paseos por el jardín al atardecer, su brazo entrelazado con el suyo . Cada recuerdo es un puñal de dulce dolor.
"No puedo," le dijo, su voz apenas un gemido. "Te extraño tanto..." sintió las lágrimas correr en su rostro
Sus ojos, llenos de una tristeza compasiva, lo miraron fijamente. "Nuestros hijos te necesitan, Rafael. Necesitan tu fuerza, tu guía. Y merecen volver a ver la felicidad en familia. Abre tu corazón de nuevo. Permite que la vida siga su curso. Yo siempre estaré contigo, aquí," dijo Sofía señalando su corazón con una delicadeza infinita.
Desperto bañado en sudor, el corazón latiendo con fuerza. La claridad de su rostro, la urgencia de sus palabras... ¿fue un sueño? ¿Un recuerdo especialmente vívido? Sea lo que sea, la sensación persistía. Una tristeza profunda, sí, pero también... una extraña liberación. La idea, antes impensable, de considerar la felicidad de nuevo... comienzo a germinar, pequeña y frágil, en el árido terreno de su dolor. "Por mis hijos... quizás deba intentarlo" se decía en silencio.
8 de Febrero
más tarde en la noche
La imagen de Sofía aún persiste, su voz resonando en mi cabeza en el silencio de esta habitación improvisada. La idea... la idea de volver a casarme... por el bien de los niños. Es una necesidad, lo sé. Ellos merecen una madre, alguien que los guíe cuando yo no esté... si es que no vuelvo algún día.
He pensado... las damas de palacio. Varias han mostrado interés en un matrimonio aunque sea arreglado. La Duquesa de Alba por ejemplo, es elegante y de buena cuna, sin embargo demasiado superflua. La Condesa de Benavente, con su ingenio y su fortuna. Nombres, títulos... sería muy conveniente para ambos, sin embargo, no pasa mucho tiempo en la capital, eso será un problema.
necesito a alguien que sea amable, que quiera a mis hijos y se preocupe por ellos, que los vea con el mismo amor que lo hizo Sofía , alguien que los eduque como ... cómo esa chiquilla. Elaiza. ¿Por qué no? ... su fuerza. Su independencia. La forma en que se preocupa por los niños. Incluso la manera en que me confronta a veces... nadie más lo ha hecho. además es hermosa y tiene buen porte, recuerdo como se veía con aquel vestido del palacio. El suave aroma a lavanda que siempre la rodeaba. La calidez de su piel... Su forma de ser, siento una profunda admiración y respeto por ella... no es algo más una punzada extraña, un sentimiento inexplorado que la fiebre parece desenterrar.
No Debe ser la fiebre la que me juega estas malas pasadas. Imposible, no tiene un apellido, un estatus, además la sociedad... el qué dirán... el futuro de mis hijos. No puedo permitir que su reputación se vea comprometida.
Cuando esté recuperado, pensaré con claridad. Elegiré una esposa adecuada, una mujer que pueda darles la estabilidad y el estatus que merecen. Elaiza... es una fantasía nacida de la debilidad.
Es la fiebre. Sin duda, debo pensar con claridad, cuando esta maldita fiebre me abandone. Mis hijos primero, Siempre.