Tras quedarse dormida en el baño de su casa Blair se despierta en un lugar completamente desconocido y peor aun se había dado cuenta que se encontraba en el cuerpo de una extra en uno de los libros que leyó.
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17: Eleanor
La noticia sobre el compromiso del emperador no duró en saberse en todo el reino, dado que el mismo Magnus había dejado claro que estaba comprometido y no quería que ninguno de los nobles intentara pedirle que tomara a una de sus hijas como esposa.
Muchos estuvieron sorprendidos por el compromiso del emperador, aún más sabiendo que este se trataba de la hija menor del general. Obviamente, no muchas personas estaban contentas con esa noticia.
Había pasado una semana desde el compromiso y hoy se haría oficial, ya que Magnus se había encargado de preparar un banquete para celebrar el compromiso y dejar claro tanto a los ministros como a los nobles quién sería su futura esposa, sin importar su desacuerdo.
— Te ves preciosa. — Dijo mirando Aelin de arriba abajo, quien venía vestida con un hermoso vestido largo rojo y negro, ambos combinados.
— Tú no te ves nada mal, mi emperador.
— ¿Así? — Magnus sonrió, tomándola de la cintura y besándola en la mejilla.
— Sí. — Susurró Aelin, devolviéndole el beso en la mejilla.
— Estoy seguro de que el general me está matando con esos ojos ahora mismo. — Susurró Magnus, mirando al general junto a su esposa y a Celia, quienes estaban llegando.
Aelin rió y se alejó de Magnus, tomando el brazo de este para entrar en el banquete.
— No puedo esperar para que seas mi esposa. — Murmuró, mirando a la chica, quien le devolvió la sonrisa, ambos entraron en el banquete con la familia de Aelin tras ellos.
La fiesta dio un buen inicio; todo el mundo parecía estar divirtiéndose, excepto algunos nobles y ministros que no estaban de acuerdo con la decisión de su emperador. Pero, como el hombre había dejado claro que no cambiaría de opinión sin importar lo que ellos dijeran, tuvieron que tragarse sus palabras y solo se encontraban expresando su descontento en un rincón de aquella sala.
El momento del baile para la pareja finalmente había llegado, con la pista de baile completamente vacía esperándolos.
Magnus se acercó a la chica y le extendió la mano, la cual ella tomó, y ambos se dirigieron hacia la pista para comenzar con su baile cuando la melodía empezó a resonar por todo el salón.
— ¿Sabes a qué me recuerda todo esto? — Aelin alzó la vista, viendo al emperador.
— ¿A qué? — Preguntó con una sonrisa.
— Al baile que tuvimos. — La chica sonrió ante las palabras de este.
— No pensé que Su Majestad todavía recordaría algo así.
— Cariño, recuerdo todo lo que tenga que ver contigo. — Murmuró, acercándose a los labios de la chica, quien aprovechó para robarle un corto beso. — Y eso. — Rió.
— Fue porque te lo merecías. — Ambos rieron, continuando con el baile y llamando toda la atención de los invitados.
***
Pronto el baile terminó y Aelin se encontraba conversando con Alethea, quien aún seguía sorprendida por el compromiso de su amiga con el emperador.
— ¿Estás segura de casarte con él? No te está obligando, ¿verdad? — Aelin estalló en una carcajada tras las palabras de Alethea.
— Hablo en serio. — Se quejó, pues, debido al poder de Magnus, estaba segura de que el hombre era capaz de muchas cosas.
— No te preocupes, no me está obligando ni nada; este matrimonio es porque así ambos lo quisimos. — Alethea pudo tranquilizarse por fin al ver la sonrisa de la chica.
— Disculpen. — Ambas miraron a Eleanor, quien se había puesto enfrente de ella, moviendo sus dedos con nerviosismo.
— ¿Se les ofrece algo? — Cuestionó Aelin, alzando una ceja mientras Alethea se cruzaba de brazos.
— ¿Puedo unirme a su conversación? — Preguntó en voz baja con timidez. Ambas chicas alzaron una ceja al ver aquella actuación.
— No, es una conversación privada. — Respondió Aelin sin pelos en la lengua. — Así que le agradecería que se apartara de nuestra vista.
A decir verdad, simplemente no le agradaba a la chica, pues sentía que esta tenía algo, algo que no sabía explicar y que para nada era aquella protagonista inocente como narraba la novela. Y ella, al haber sido detective en su vida pasada, podía identificar muy bien cuándo alguien está mintiendo y cuándo está actuando, y más aún cuando finge inocencia.
— Realmente quisiera unirme a su conversación. — Eleanor se acercó, tomando el brazo de Aelin. — A usted me agrada mucho y quisiera.
— Disculpa, pero no me gusta que personas desconocidas me toquen. — La chica se zafó del agarre de esta y Eleanor terminó tambaleándose hacia atrás, chocando con la mesa de bebidas, y todo terminó cayendo a su alrededor, llamando la atención de todos en el salón.
— Solo pedí ser su amiga, no era necesario ser tan agresiva, señorita Aelin, solo por ser la prometida del emperador. — Sollozó, lo suficientemente fuerte.
— Eleanor. — El príncipe no dudó un segundo antes de acercarse y ayudar a la chica a levantarse, quien comenzó a llorar en medio de todo.
— Lo siento, no quise ser grosera con usted. — Sollozó, intentando limpiar sus lágrimas. — Solo quería ser su amiga porque usted me agrada.
— ¿Quién te crees que eres? — Daylon se acercó y tomó a Aelin del brazo. — ¿Crees que por ser la prometida de mi tío, ya te consideras emperatriz? — Rió con burla. — Discúlpate con Lady Eleanor.
— ¿Qué estás haciendo? — Alethea intentó meterse; sin embargo, Aelin volteó a mirarla, negando con la cabeza. Sabía perfectamente cómo lidiar con idiotas sin cerebro como Daylon.
— Suéltame.
— ¿Qué?
— Te he dicho que me sueltes. — Se zafó del brazo de Daylon y dudó en cachetearlo. — ¿Quién te crees para tocarme y menos para pedir que me disculpe con esa chica? — Señaló a Eleanor. — Sabía que lo poco coeficiente intelectual que tienes era bajo, pero jamás pensé que llegaras a este punto.
— ¿Cómo te atreves? — Intentó abofetear a la chica; sin embargo, una mano lo detuvo desde atrás. Daylon se dio la vuelta para levantar la mirada, encontrándose con Magnus, que lo mataba con la mirada. — Tío. — Murmuró aterrado.
— ¿Quisiste golpearla? — Cuestionó molesto mientras Daylon se ponía nervioso ante la mirada asesina de su tío.
— Ella ofendió a la señorita Eleanor primero... — Sus palabras fueron interrumpidas por un puñetazo en la cara que terminó mandándolo al suelo.
— Escúchame muy bien, Daylon: la señorita Aelin muy pronto será mi esposa, la emperatriz de este reino, y ¡ni tú ni nadie le levantará la mano! Menos en mi presencia. ¡¿Has entendido?!
— Sí. — Murmuró el príncipe en voz baja, apretando su puño con fuerza.
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