Ella, una pobre chica burlada y abandonada con un hijo. Él, un amargado hacendado a quien nadie quiere y todos le temen y respetan. Sus mundos se cruzarán gracias a una treta del destino. ¿Qué pasará? Descúbrelo aquí.
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Pasado
27 años atrás.
Mónica Miller.
— Lo siento Gastón, pero esa es la verdad, yo no puedo corresponder a tus sentimientos, porque de verdad me enamoré de Edgar, es cierto que fue un matrimonio arreglado por nuestros padres, pero a medida que lo fui conociendo y tratando, logré sentir amor.
— Mientes, yo sé que eso lo dices solo para alejarme, pero no lo vas a lograr, voy a luchar por ti Mónica, por tu amor voy a llegar hasta las últimas consecuencias.
Gastón Mendiola, un joven de 23 años, perdidamente obsesionado con la hija única de los Miller, Mónica. Ambos habían tenido suerte de casarse con buenas familias, aunque ella tuvo mucha más suerte, porque su esposo, un Montalver, tenía una gran fortuna, la cual triplicaba la de los Mendiola.
Gastón quería tener a Mónica, pero lo suyo era más una cuestión de orgullo y rebeldía que amor, había intentado convencerla muchas de escapar con él, pero ella siempre se había negado, y ahora al saber que ella se había enamorado de su esposo, lo puso como loco.
— Mónica, tú vas a ser mía cueste lo que cueste, así tenga que matar al idiota ese.
Gastón maquinó por días lo que haría, y fue esa fatídica noche, cuando la procesadora de alimentos de los Montalver se incendió, que Edgar salió corriendo de su casa para ocuparse de la situación, dejando a su esposa sola y preocupada en casa. Oportunidad que Gastón aprovechó para abusar de Mónica.
Mónica quedó en un estado de shock del cual nunca se volvería a recuperar, y todo se agravó cuando descubrió que estaba embarazada. Según unos exámenes hechos a Edgardo anteriormente, decían que este era estéril, que no podía tener hijos, de manera que cuando el tema del embarazo se puso sobre la mesa, este le pidió explicaciones a Mónica su mujer, la cual tuvo que confesarle lo que le había hecho su propio primo.
Edgardo Montalver perdió la cordura, en ese momento atravesaba económica y legalmente momentos difíciles, pues en aquel incendio murieron cinco trabajadores, y aunque tenía mucho dinero para pagar, la justicia había congelado sus cuentas, él no podía hacer nada. Ahora a eso se le sumaba tal situación, de manera que el pobre hombre fue a enfrentar al maldito que había profanado a su esposa.
Pero se encontró con un Gastón cínico, que al parecer disfrutaba mucho de la situación, y quien volteó las cosas a su favor.
— ¿A qué has venido? ¿A matarme?
— Por supuesto que te voy a matar maldito cerdo ¿Cómo pudiste?.
— Bien, mátame entonces, pero eso sí, todo el mundo sabrá que tu mujer es infiel. Sabrán que el hijo que lleva no es tuyo si no mío, y que me mataste para ocultar la verdad.
— Eso no es cierto, tú abusaste de ella, eres más desgraciado de lo que pensé.
— Si, soy un desgraciado desde que tú te casaste con ella, y no voy a renunciar a Mónica, y más ahora que sé, que ese bebé que lleva es mío.
— ¿Quién te dijo que es tuyo?
— ¿No? ¿Entonces de quién? Hasta donde sé tú eres un estéril, mejor dicho, tus balas sin de salva, amigo.
— ¿Tú cómo sabes eso?
— Bueno, tengo contactos, yo querido Edgar, siempre consigo todo lo que me propongo.
Las amenazas del malvado dejaron un poco desubicado a Edgardo, quien ahora tenía mucho miedo. Miedo de que su esposa fuera criticada, juzgada y hasta marginada, él siempre fue un hombre sumiso, sus padres nunca le dejaron tomar ninguna decisión, aparte siempre resolvían todos sus problemas, por eso cuando tuvo que enfrentar tal problema, no supo que hacer ni cómo actuar.
— ¿Qué es lo que quieres para dejarnos en paz? Mónica es mi esposa, la amo y no quiero dejarla.
— ¿Ves como si se puede llegar a un acuerdo? Estoy dispuesto a dejar que ustedes estén juntos y sean felices, solo si le das algo que siempre me ha gustado de tu familia.
Edgardo en realidad era un hombre desprendido de las cosas materiales, sus padres le habían dejado mucho dinero y propiedades, así que si Gastón Mendiola quería algo, él se lo daría sin reproches.
— ¿Qué cosa es lo que quieres?
— El conglomerado Blue. Eso es lo que quiero que me des, creo que es un precio muy bajo a cambio de mi silencio y tu felicidad. Ah, espera, y quiero tener a mi hijo, en cuanto nazca, quiero que me lo des.
— ¿Qué? ¿Pero qué es lo que pasa contigo?
— ¿A que te resistes? ¿Para qué quieres criar tú a mi hijo?.
Edgardo entró en un profundo dilema, por supuesto qué no quería criar al hijo de ese miserable, que no solo había avisado de su esposa, sino que ahora lo chantajeaba y robaba descaradamente.
— Cuenta con eso, lo tendrás.
— No, lo quiero por escrito, tanto la cesión del conglomerado, cómo él hecho de que me entregaras a mi hijo tan pronto nazca.
— Pues tendrás que conformarte con mi palabra, de lo contrario haz lo que quieras.
Era demasiado para Edgardo, se sentía impotente y demasiado oprimido, así que regreso a su casa, pensaba en el camino que decirle a Mónica, pero estaba decidido a hacer una cosa.
— Quiero que abortes.
Sus palabras fueron frías y contundentes. Mónica se quedó en shock.
— ¿Qué? Pero ¿Por qué?.
— ¿Quieres tener el hijo de ese hombre?
— Pero ¿Quién puede asegurar que es de él? También puede ser tuyo.
— ¡No es mío!. Mónica, yo no puedo tener hijos, ¡soy estéril!.
La declaración de Edgar dejó a Mónica sorprendida, ella ignoraba esa información y ahora se sentía ofendida.
— ¿Cómo está eso de que eres estéril? ¿De dónde sacaste tal cosa?
— Hace tiempo me hice unos exámenes, y allí me lo dijeron, no te lo conté porque esperaba convencerte de que adoptáramos, no era fácil para mí decírtelo.
— ¿Me engañaste? ¿Cómo pudiste?.
— Escúchame Mónica, no era fácil para mí aceptarlo, he estado procesando eso todo este tiempo, tenía miedo de perderte, de que no lo entendieras, pero es que ahora...
— ¡No! No voy a abortar a mi hijo, me lo voy a quedar aunque eso implique divorciarme de ti, ahora entiendo por qué nuestro matrimonio fue arreglado, todo está claro ahora.
Mónica estaba afectada, ambos tenían en frente un gran dilema.
— Voy a denunciar a Gastón, sé que de alguna manera debe estar chantajeándote, me aseguraré de que jamás pueda ni siquiera acercarse a mi hijo, pero lo voy a tener, es mi hijo y es mi cuerpo, esto nada tiene que ver con ese maldito. Me siento responsable de esto, ya que en el momento no tome la actitud que debía, tuve que haber ido al doctor y haber evitado este embarazo, debí denunciarlo en el momento, pero fui una tonta y cobarde que no supo que hacer, pero no más.
Edgardo escucho a Mónica y se sintió ansioso, él conocía a Gastón, sabía lo qué haría a continuación, así que solo podía evitar que ella hiciera lo que se proponía. Edgardo Montalver, se encargó de convencer a su esposa, y está por lo mucho que lo amaba termino cediendo. Así es como Gastón obtuvo el conglomerado y también el bebé, porque si, ellos le dieron el bebé y poco tiempo después, adoptaron otro bebé, fue la manera de Mónica consolarse.
Tiempo actual.
Felipe.
Sentado frente al anciano que encontré, uno que había trabajado años para los Montalver y que de repente había desaparecido, mi cabeza procesaba toda la información que acababa de recibir. Resulta que desde ese tiempo mi papá ya era un desgraciado manipulador. Mi pregunta era, ¿Dónde estaba ese niño? ¿Que hizo mi padre con ese bebé?. No podía ser yo, pues dudo mucho que mi madre... Una idea pasó por mi corazón y me sentí bastante desubicado.
Pero todo esto estaba en mis manos, tendría que averiguar la verdad. Aún con miedo y dudas, sabía que debía actuar con valentía y determinación. No podía permitir que mi padre siguiera destruyendo todo a mi alrededor.
Así que me preparé para lo que venía, sabiendo que mi vida cambiaría para siempre, pero también sabiendo que era necesario para poder vivir en paz y en justicia. Me armé de valor y decisión, listo para enfrentar mi destino y marcar un cambio en la historia de mi vida.
Al final del día, lo único que importaba era saber la verdad y proteger a los que amaba. Tenía que hacer lo correcto, sin importar las consecuencias. Y con ese pensamiento en mente, me dispuse a desentrañar los secretos de mi pasado y enfrentar un futuro incierto, pero lleno de oportunidades para el bienestar de todos.
— Aurelio, necesito tu ayuda.
— Felipe Mendiola, ¿Qué haces aquí?
— Vine a verte como médico, necesito que me hagas un gran favor.
— No soy el único médico en este lugar, pudiste ir con otro.
— Por favor Aurelio, eres el único que tiene relación directa con Alejandro y esto es importante.
El doctor se quitó los lentes y miro al hombre frente a el directo a los ojos, tenía curiosidad por lo que este chico tramaba.
— Te escucho.