¿CUÑADA O ENEMIGA?

... A Betsabé no le gusta discutir en público, ella le toma la palabra y va a probarse los vestidos. La chica que la está ayudando halaga su bonita figura, con la ropa de antes no se le notaba, pero ahora que lleva puesto un vestido ajustado, es imposible no notar ese hermoso cuerpo que tiene.

Gil también sonrie satisfecho al verla. Pero no está conformé, le hace probarse varios vestidos más. Betsabé elige dos, pues sabe que así sean veinte Gil los pagará sin remordimiento.

— ¿De verdad piensas llevar solo esos?

— Si. — Gil los pagará y se van a un restaurante cerca de la playa. Betsabé sonríe mientras contempla la vista.

— ¿Te gusta?

— El mar se ve muy bonito. — El color le recuerda los ojos de Gil. Quizás es por eso que le gusta tanto.

— No tanto cómo mis ojos. — Betsabé se ríe. Siente que el escuchó sus pensamientos. — Por fin te escucho reír. Ya había olvidado cómo sonaba tu risa.

— Últimamente no tengo motivos para sonreír.

— Te voy a dar motivos.

— ¿En serio? — El asiente.

— Come. No quiero que te desmayes.

— No soy tan débil.

— Ya veremos eso. — Gil se ríe. Betsabé siente que el está tramando algo. Y le preocupa lo que es.

"Una semana se va rápido." — Piensa ella y come tranquilamente. Más tarde. Gil la lleva al salón de belleza. Betsabé no quiere llamar la atención y le dice que eso no es necesario. Pero Gil insiste y le pide a la chica que deje muy hermosa a su novia.

Betsabé se sorprende por la forma en que la presento, pero no dice nada. Deja que la mujer a su lado le arregle el maquillaje y peinado, cierra los ojos mientras la maquillan, se siente nerviosa al ver a Gil por el espejo, casi se queda dormida mientras la arreglan, pues tardan mucho, al abrirlos los ojos no se reconoce, parece otra.

— Señorita, se ve usted muy guapa. — Betsabé no puede creer lo que está viendo en el espejo, le recuerdan a su yo de la adolescencia, cuando amaba arreglar su cabello, colorear sus labios y usar un poco de rubor en las mejillas, eso era suficiente para lucir bonita, sin embargo, después de lo que pasó, eligió tener una imagen descuidada, se sentia mas protegida.

— Por favor quítame todo eso. No me gusta. — Los miedos de su adolescencia vuelven. No quiere llamar la atención en el evento. Pasar desapercibida le parece mejor.

— Señorita se ve muy bien.

— Dame una toalla, me lo quitaré yo misma.

— Déjame sólo con ella. — Le pide Gil, la chica se va a una esquina. — Te ves más hermosa que nunca. No entiendo por qué quieres ocultarlo.

— Por qué no quiero ir a ese evento.

— No sería lo mismo sin ti.

— Por favor. No quiero que...

— ¿Qué te reconozcan? — Ella asiente.

— No te preocupes. Tengo todo planeado. Ven. — Gil se la lleva al auto, en éste le entrega un paquete, Betsabé lo abre y se rie.

— ¿Esté es tu plan?

— Así nadie te va a reconocer.

— Estás loco.

— Pronto verás lo loco que estoy. — Ella lo mira con cautela. Gil conduce hasta el evento. Antes de entrar, el le pide que se ponga el antifaz, Betsabé se lo coloca y ambos pasan al salón lleno de invitados. Betsabé se sorprende al ver que es una boda.

— Creó que nos equivocamos de evento.

— No lo hicimos.

— ¿Quien se va casar?

— Nosotros. — Betsabé se ríe ante la "broma". Gil permanece serio.

— Oye, no pongas esa expresión. Parece que lo dijiste en serio.

— Lo dije en serio. Hoy es nuestra boda. — El coloca un anillo de compromiso en el dedo de ella. Betsabé está perpleja, sin habla, sin aliento. Siente que las piernas se le hicieron débiles. — Te dije que corrías peligro de desmayarte.

— Esto es una broma verdad.

— No. Yo me quiero casar contigo, estoy enamorado de ti, te amo cómo jamás amaré a nadie, quiero que seas mi esposa. Todo está listo, sólo tienes que decir que sí.

— ¿Y si digo que no?

— Te suplico que no digas que no. Por favor, ya esperé diez años, no me hagas esperar más.